¡°?Amigos, no en ese tono!¡±
Aquella apelaci¨®n de Hermann Hesse sirve ahora para preguntarse qu¨¦ hacer para que bajen los decibelios
Este lunes, en el Hoy por hoy de ?ngels Barcel¨®, que ¨¦l fund¨® en la SER, dijo I?aki Gabilondo sobre las protestas callejeras: ¡°Espa?a es como una br¨²jula desimantada. Es grave que estemos confundiendo el debate de la libertad de expresi¨®n con el elogio de un energ¨²meno asocial, pero es grav¨ªsimo que autoridades est¨¦n jugando a esconderse o incluso elogiando¡±. El tono se mantiene alto, en la calle, en los medios, en el Parlamento. En esta ¨²ltima instancia, el presidente del Gobierno pidi¨® que se bajaran los decibelios.
En otra circunstancia mucho m¨¢s grave (1914, los balbuceos de la Primera Guerra Mundial), el autor de El lobo estepario, Hermann Hesse, advert¨ªa en un diario alem¨¢n contra el griter¨ªo. El texto est¨¢ en La eternidad de un d¨ªa, editado entre nosotros por Acantilado y compuesto de otros textos cl¨¢sicos del periodismo alem¨¢n publicados entre 1823 y 1934. Estaba tan incandescente el verbo p¨²blico que Hesse titul¨® su pieza ?Amigos, no en ese tono! Inici¨® as¨ª su apenada diatriba: ¡°Los pueblos andan a la gre?a e infinidad de personas sufren y mueren diariamente en combates atroces¡±. Ocurr¨ªa, adem¨¢s, que colegas suyos y otras personalidades compon¨ªan ¡°en su escritorio sangrientos cantos b¨¦licos y art¨ªculos en los que se alimenta y promueve rabiosamente el odio entre los pueblos¡±. Se preguntaba Hesse si era l¨ªcito que se empe?aran en ¡°empeorar lo malo, en agravar lo m¨¢s repudiable y digno de l¨¢stima¡±. Ocupaban sitial desde ¡°el rumor inventado de forma descarada hasta el art¨ªculo incendiario¡±.
En aquel tiempo, dec¨ªa Hermann Hesse, cab¨ªa recordar ¡°que el amor es m¨¢s grande que el odio, el entendimiento mayor que la c¨®lera y la paz m¨¢s noble que la guerra¡±, y que eso deber¨ªa grabarse en la memoria, en medio de aquella guerra, ¡°con m¨¢s fuerza que nunca¡±. El tiempo ha convertido en met¨¢fora aquella apelaci¨®n, que ahora sirve para preguntarse igualmente qu¨¦ hacer para que aqu¨ª y ahora esos decibelios se rebajen. Fernando del Rey, autor de Palabras como pu?os, sobre el lenguaje que abri¨® la Guerra Civil, atribuye el presente griter¨ªo ¡°a las consecuencias del deterioro de las distintas crisis econ¨®micas, a la corrupci¨®n, a la falta de una conciencia pol¨ªtica de consenso y a la acci¨®n de grupos organizados que alimentan el lenguaje del odio¡±. Javier de Lucas, intelectual que ahora ejerce de senador, cree que a las comisiones de la c¨¢mara no alcanza ese tono, porque se manejan argumentos y no hay gritos, ¡°aunque fuera de este ¨¢mbito s¨ª est¨¢ la dial¨¦ctica amigo-enemigo, un discurso maniqueo de odio que focaliza en el otro los males del pa¨ªs¡±. Para Jos¨¦ ?lvarez Junco, autor de Mater dolorosa, el ruido ¡°proviene de la falta de argumentos; los insultos y las emociones son propios del discurso pol¨ªtico. Pero una cosa es eso y otra que retornemos a los discursos de los fascismos, que se basan en el cuestionamiento de la democracia. Pero no seamos pesimistas: el sistema no est¨¢ amenazado¡±. Isabel Morant, historiadora tambi¨¦n, directora del volumen Historia de las mujeres en Espa?a y Am¨¦rica Latina, nos dijo: ¡°La pol¨ªtica a veces se ve obligada a subir el tono¡ Lo que veo ahora es impaciencia pol¨ªtica; se act¨²a pensando en la toma del poder, se funciona para conseguir el KO del adversario, que este muerda el polvo, as¨ª que es imposible hablar de los problemas reales, y ah¨ª caen las instituciones, y tambi¨¦n los periodistas, por cierto¡±.
El periodista Hesse lo advirti¨®: ¡°?Amigos, no en ese tono!¡±. Pero aqu¨ª est¨¢n subiendo de grado los decibelios.
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