Los obispos se enzarzan en el laberinto de los indultos
La Conferencia Episcopal teme la reacci¨®n de sus fieles y lamenta el abandono que sufren ¡°los otros catalanes¡±
Perder el oremus tambi¨¦n significa desperdiciar una oportunidad. Lo ha hecho la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE), cuya comisi¨®n permanente se reuni¨® los pasados 22 y 23 de junio para despachar siete asuntos de relevancia y ocho nombramientos. De todo ello dio cuenta en una ¡°nota final¡± que, sin embargo, nada dice del debate sobre los indultos a los presos independentistas, que acapar¨® la preocupaci¨®n de sus 26 prelados (los cardenales y arzobispos en activo, m¨¢s una docena de diocesanos). No hubo comunicado sobre los indultos, pero el secretario general y portavoz de la CEE, Luis Arg¨¹ello, reconoci¨® en conferencia de prensa que el tema les ocup¨® hora y media, con ¡°opiniones diferentes¡±.
¡°Hemos querido profundizar en la nota de los obispos catalanes para desde ella extraer unas consecuencias que seguramente ponen acentos distintos, pero nosotros estamos por el di¨¢logo y el perd¨®n, como los obispos catalanes¡±, resumi¨® Arg¨¹ello. En definitiva, los obispos espa?oles aparecen como avalistas de los indultos. As¨ª lo ha percibido la opini¨®n p¨²blica pese a los intentos de Arg¨¹ello por evitarlo. ¡°Usted quiere un titular que diga s¨ª o no¡±, contest¨® a un periodista que urg¨ªa concreci¨®n.
A los prelados, en su mayor¨ªa conservadores, les preocupa ahora la reacci¨®n de sus fieles, y tambi¨¦n la econom¨ªa de las di¨®cesis. Estos d¨ªas se cierra la campa?a fiscal del IRPF y los obispos aspiran a repetir los datos de la equis en su favor del ejercicio pasado, en el que recibieron 300 millones del Estado sin que los fieles pongan nada de su bolsillo. Tambi¨¦n les alarma la situaci¨®n de ¡°los otros catalanes¡±, es decir, el ambiente de opresi¨®n que padecen en Catalu?a los ciudadanos no independentistas o simplemente neutrales, que son mayor¨ªa seg¨²n las encuestas.
La Conferencia Episcopal Tarraconense ¡ªque re¨²ne a 18 prelados y no es reconocida como tal por el Vaticano¡ª emiti¨® el d¨ªa 16 su respaldo a la concesi¨®n de los indultos como un camino para lograr la ¡°armon¨ªa¡± y porque en Catalu?a se necesita algo m¨¢s que la aplicaci¨®n de la ley. Precisamente es el cumplimiento de la ley el punto principal de los desacuerdos en la CEE. Tambi¨¦n ha pesado el que el comunicado de la Tarraconense fue avalado nada menos que por el presidente de la CEE, el aragon¨¦s Juan Jos¨¦ Omella, cardenal arzobispo de Barcelona y vicepresidente del episcopado catal¨¢n.
El ascenso de Omella desde el obispado de Calahorra al arzobispado de Barcelona, nombrado por Francisco en 2015, se produjo despu¨¦s de varios intentos del Vaticano por colocar en ese cargo a un prelado catal¨¢n, cediendo a las presiones de la Iglesia local (el tradicional Volem bisbes catal¨¢ns! ¡ª?Queremos obispos catalanes!¡ª). Para torcer esa intenci¨®n, el Gobierno Rajoy us¨® la potestad concordataria que le permite frenar un nombramiento episcopal. El art¨ªculo primero del Acuerdo de 1976 dice que el Papa debe consultar cada nombramiento ¡°por si existiesen objeciones concretas de ¨ªndole pol¨ªtica general, cuya valoraci¨®n corresponder¨¢ a la prudente consideraci¨®n de la Santa Sede¡±. El presidente Rajoy argument¨® contra varios candidatos, hasta que el Vaticano puso sobre la mesa el nombre de Omella.
En cambio, el eslogan Volem bisbes catalans! se impuso cuatro a?os m¨¢s tarde, en mayo de 2019, con el nombramiento de Joan Planellas i Barnosell como arzobispo de Tarragona. Se ignora si el Gobierno puso entonces objeciones de ¨ªndole pol¨ªtica (¡°Las diligencias correspondientes se mantendr¨¢n en secreto por ambas partes¡±, dicen los Acuerdos con el Vaticano), pero fue un nombramiento cargado de presagios. Hab¨ªa muchas muestras de la pasi¨®n independentista del presidente de la Tarraconense. P¨¢rroco en localidades ampurdanesas, entre otras de Jafre, el pueblo donde reside el dramaturgo Albert Boadella, la esposa de este, Dolors Caminal, cat¨®lica y vecina del pueblo, envi¨® una carta al obispo de Girona, Francesc Pardo, protestando porque en el campanario de la iglesia ondeaba la bandera estelada y el p¨¢rroco hab¨ªa hecho repicar las campanas quince minutos cuando lo pidieron ¡°las fuerzas pol¨ªticas que promueven la bandera secesionista y la separaci¨®n con Espa?a¡±. El prelado hizo sus gestiones, pero sin ¨¦xito. Esta fue la respuesta del p¨¢rroco, seg¨²n la denunciante: ¡°Estos se?ores no son de la parroquia. La estelada se puso porque el pueblo la pidi¨®. Y no puedo ir contra el pueblo. Que se pongan la bandera espa?ola en su casa, si quieren¡±.
La divisi¨®n entre los obispos comienza en el mismo concepto de naci¨®n. La mayor¨ªa considera la idea de Espa?a como un bien moral y, enfrente, los prelados catalanes, sin apenas fisuras, sostienen que semejante idea de naci¨®n o patria no es doctrina que deba seguirse sin m¨¢s. La Iglesia estar¨¢ ¡°al lado del pueblo catal¨¢n¡± si opta por la independencia, proclam¨® en 2012 el obispo Sebasti¨¤ Taltavull cuando era prelado auxiliar del cardenal de Barcelona, Llu¨ªs Mart¨ªnez Sistach.
La reacci¨®n de la CEE, presidida entonces por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco, no se hizo esperar, en forma de una declaraci¨®n de su Comisi¨®n Permanente remachando todo lo contrario, es decir, que Espa?a no est¨¢ en el Evangelio, pero casi: ¡°Ninguno de los pueblos que forman parte del Estado podr¨ªa entenderse, tal y como es hoy, si no hubiera formado parte de la larga historia de unidad cultural y pol¨ªtica de esa antigua naci¨®n que es Espa?a¡±.
La advertencia pon¨ªa sobre la mesa una instrucci¨®n pastoral previa, titulada Orientaciones morales ante la situaci¨®n actual de Espa?a, de 2006, en la que Rouco sal¨ªa al paso del plan Ibarretxe para la independencia de Euskadi y de las declaraciones del expresidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero sobre que el t¨¦rmino naci¨®n era discutido y discutible. Fue el entonces cardenal primado de Toledo, Antonio Ca?izares, ahora arzobispo de Valencia, quien afirm¨® que la unidad de Espa?a ¡°es un bien moral de obligada protecci¨®n¡±.
Si es un t¨®pico afirmar que el nacionalismo vasco se gest¨® en los seminarios, al menos el que deriv¨® en el terrorismo de ETA, tambi¨¦n lo es, con m¨¢s certeza, que el independentismo catal¨¢n germin¨® al amparo de los monjes de la abad¨ªa benedictina de Montserrat, desde entonces su monta?a sagrada. All¨ª fue donde, apenas 70 a?os atr¨¢s, la entronizaci¨®n de la Moreneta como patrona de Catalu?a signific¨® un s¨ªmbolo de reafirmaci¨®n nacionalista. Y fue all¨ª donde Jordi Pujol, ferviente cat¨®lico entonces, ide¨® el nacimiento de la desaparecida Converg¨¨ncia Democr¨¤tica. Uno de sus monjes, el historiador Hilari Raguer, public¨® el libro Ser independentista no ¨¦s cap pecat. L¡¯Esgl¨¦sia i el nacionalisme catal¨¤ ¨DSer independentista no es ning¨²n pecado. La Iglesia y el nacionalismo catal¨¢n¨D (Claret, 2012).
Los tres ¨²ltimos documentos colectivos del episcopado tarraconense los ha analizado el historiador Daniel Fern¨¢ndez Ca?ueto en el libro La Iglesia cat¨®lica y la nacionalizaci¨®n de Catalu?a, editado por la Universidad de Lleida. Se titulan Arrels ¨DRa¨ªces¡ª Cristianes de Catalunya, de 1985; Al servei del nostre poble, en 2011, y Nota de la Confer¨¨ncia Episcopal Tarraconense, de 2017. Los tres aplican la misma doctrina: ¡°Catalu?a tiene derecho a la autodeterminaci¨®n fruto de su capacidad como naci¨®n para decidir colectivamente su futuro y no le corresponde a la Iglesia pronunciarse sobre cu¨¢l es el modelo de Estado que debe existir¡±.
Las dos ra¨ªces
Los historiadores apenas han estudiado la participaci¨®n de la Iglesia cat¨®lica en la construcci¨®n de la identidad catalanista pese a que, contra lo que creen ling¨¹istas y gramat¨®logos, el verdadero hecho diferencial no es la lengua, sino la religi¨®n. ¡°Si los vascos fueran hugonotes y los catalanes chiitas, hace siglos que ser¨ªan independientes¡±, escribi¨® el fil¨®sofo Eugenio Tr¨ªas Sagnier en 'Pensar la religi¨®n' (Galaxia Gutenberg, 2015). Pon¨ªa como ejemplo el sangriento conflicto yugoslavo.
De las dos ra¨ªces del catalanismo, la republicana, y la cat¨®lica y de derechas, la segunda fue en el pasado la m¨¢s activa, con los Torras i Bages, Prat de la Riba, Francisco Camb¨®, Carrasco y Formiguera o Jordi Pujol. ¡°Catalu?a la hizo Dios, no la han hecho los hombres; los hombres solo pueden deshacerla¡±, escribi¨® Torras y Bages en 'La tradici¨® catalana'. Fue obispo de Vic y el Vaticano ha incoado la causa de su beatificaci¨®n. Los otros l¨ªderes corrieron suertes distintas. Camb¨® financi¨® el golpe militar de 1936; Carrasco fue fusilado en Burgos, en abril de 1938, por orden directa de Franco pese a las gestiones del Vaticano para impedirlo; y Pujol fue condenado a siete a?os de prisi¨®n (cumpli¨® dos y medio), encarcelado por el franquismo por repartir panfletos contra la dictadura en 1960.
La otra gran ra¨ªz del catalanismo, la republicana, parte del federalismo de Pi i Margall, crece con los Francesc Maci¨¤ y Llu¨ªs Companys, coquetea con el socialismo mediante los Pallach y los Maragall y preside ahora la Generalitat con Pere Aragon¨¨s, a la sombra de una figura preponderante, el exvicepresidente y l¨ªder de ERC Oriol Junqueras, cat¨®lico confeso. La novedad ahora es la alianza de tradicionalistas y republicanos, siempre enfrentados pero con un empe?o independentista com¨²n.
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