Has¨¢n, adolescente marroqu¨ª en Ceuta: ¡°Mis padres me animan a que no vuelva¡±
La ciudad aut¨®noma acoge a 1.100 menores que entraron durante la crisis fronteriza en mayo y que no quieren o no pueden regresar
Entre T¨¢nger y Fnideq, en Marruecos, hay unos 72 kil¨®metros, una distancia que Taha (nombre ficticio, como todos los de este reportaje) recorri¨® en 18 horas en patines, ¡°todo del tir¨®n, sin descansar, para que no cerrasen la frontera¡±. Otros dos amigos acompa?aban al joven en esa ¡°aventura loca¡±. El pasado 17 de mayo vieron en redes sociales c¨®mo cientos de personas entraban en Ceuta. Salieron de T¨¢nger escopeteados a las cinco de la madrugada. ¡°Pasamos descalzos por la frontera, saltando la valla, sin zapatos¡±, comenta mojado y tiritando en la playa de Ceuta, adonde ha ido a refrescarse un rato, esta vez por ocio, mes y medio despu¨¦s.
Entre el 17 y el 19 de mayo, m¨¢s de 10.000 personas consiguieron acceder a la ciudad aut¨®noma a nado o andando a trav¨¦s de Benz¨² y el paso de El Tarajal, entre ellas m¨¢s de 1.100 menores que a¨²n permanecen en la ciudad. Otros han sido devueltos ilegalmente o regresaron de forma voluntaria en los primeros d¨ªas de la crisis fronteriza. Ceuta afronta desde entonces el reto de gestionar su acogida y organizar las reunificaciones familiares. El mayor escollo es el consentimiento: menores y familiares deben querer volver a estar juntos. Desde que se estabiliz¨® la situaci¨®n en la frontera, apenas se han realizado unas 12 reunificaciones familiares, y todas con parientes que residen en Espa?a, en la Pen¨ªnsula, no en Marruecos.
¡°Mis padres me dan ¨¢nimos para quedarme aqu¨ª y que no vuelva; en Marruecos no hay estudios, no hay vida¡±, subraya Has¨¢n, de 13 a?os. Su madre se niega a que el chaval vuelva, asegura. Lo dej¨® muy claro la primera vez que contact¨® con ¨¦l para intentar calmarlo mientras lloraba, y le dijo a los educadores que hiciesen lo posible para que no regresara. De la tarde en la que borde¨® el espig¨®n del Tarajal conserva recuerdos de un ¨¦xodo a nado a la desesperada. ¡°Una mujer entr¨® con un beb¨¦, se le cay¨® de los brazos y al rato el beb¨¦ sali¨® flotando en el lado marroqu¨ª¡±, cuenta. ?l lo intent¨® cuatro veces la ma?ana del 18 de mayo a trav¨¦s de la puerta del pol¨ªgono del Tarajal que antes se usaba para el porteo de mercanc¨ªas. ¡°Cada vez que entraba, la Guardia Civil y los militares echaban botes de humo y no se ve¨ªa nada¡±, dice riendo. ¡°Como soy muy chico, no pod¨ªa escalar la verja, as¨ª que di la vuelta hacia el dique¡±.
Reunificaciones frustradas
Las reunificaciones que se han intentado se han frustrado, reconoce el Ejecutivo local. El fiscal de Menores de Ceuta, Jos¨¦ Luis Puerta, admite que el procedimiento supone una traba. Seg¨²n Puerta, el expediente de reagrupaci¨®n transfronteriza debe resolverse con la entrega de los menores a las autoridades marroqu¨ªes y no a las familias. Esta es una cuesti¨®n delicada que presenta reservas, especialmente porque, hasta ahora, las escasas reagrupaciones que se hab¨ªan efectuado en los ¨²ltimos a?os se hab¨ªan hecho siempre en territorio espa?ol, adonde acud¨ªan los progenitores desde Marruecos.
Pero el cierre fronterizo decretado desde marzo de 2020 a causa de la pandemia hace imposible que los padres recojan a sus hijos en Ceuta si Marruecos no accede a reabrir el paso del Tarajal, como s¨ª ha hecho para aceptar la devoluci¨®n de sus nacionales en distintas ocasiones y tras negociaciones con Madrid. Ahora, los ni?os deben ser entregados a los guardias fronterizos y, posteriormente, llevados a un punto de encuentro en Marruecos donde pueden reunirse con sus padres tras comprobar la documentaci¨®n; pero con este nuevo protocolo Espa?a no puede verificar la entrega.
Rabat ha atribuido la ¡°lentitud¡± de las devoluciones a ¡°los complejos procedimientos de algunos pa¨ªses europeos¡± que dificultan el regreso de ni?os y adolescentes a sus casas, mientras que Madrid intenta activar un convenio bilateral de 2007 para retornar a los menores.
Omar, de 17 a?os, estaba trabajando en Fnideq cuando empez¨® a correrse la voz sobre la apertura de la frontera. ¡°Me llam¨® mi padre y me dijo que estaban entrando [a Ceuta]¡±, rememora. ¡°Termin¨¦ el trabajo, cobr¨¦ y me vine¡±. ¡°El rey marroqu¨ª es quien me ha separado de mis padres¡±, espeta Salah, de 17 a?os. ¡°No se puede vivir sin m¨¦dicos ni trabajo ni colegio ni educaci¨®n; no odiamos Marruecos, odiamos a quien dirige el pa¨ªs¡±. ¡°Ahora nos ves felices, riendo, jugando¡¡±, dice Omar: ¡°Por la noche, cuando estamos en la cama, s¨ª que lloramos y queremos estar con nuestros padres, pero queremos tener un futuro, queremos una vida, como vosotros¡±.
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