Sierra Bermeja, la puerta trasera de la Costa del Sol
Vecinos de la zona interior de la serran¨ªa malague?a, la m¨¢s afectada por el fuego, denuncian su abandono
Justa Ruiz no se quiere ir de Jubrique, su pueblo, y eso que se ha pasado media vida trabajando en hoteles de la Costa del Sol. Ahora sus tres hijas viven y trabajan en Estepona. All¨ª se refugi¨® cuando desalojaron Jubrique, de donde es toda la familia. ¡°?ramos m¨¢s gente del pueblo que de Estepona¡±, r¨ªe. La mujer de 72 a?os habla con un deje entre andaluz y canario, herencia, dice, de un cura que pas¨® por la localidad y dej¨® la impronta en el habla jubrique?a. All¨ª y solo all¨ª. A ojos de un urbanita, este pueblo malague?o, ...
Justa Ruiz no se quiere ir de Jubrique, su pueblo, y eso que se ha pasado media vida trabajando en hoteles de la Costa del Sol. Ahora sus tres hijas viven y trabajan en Estepona. All¨ª se refugi¨® cuando desalojaron Jubrique, de donde es toda la familia. ¡°?ramos m¨¢s gente del pueblo que de Estepona¡±, r¨ªe. La mujer de 72 a?os habla con un deje entre andaluz y canario, herencia, dice, de un cura que pas¨® por la localidad y dej¨® la impronta en el habla jubrique?a. All¨ª y solo all¨ª. A ojos de un urbanita, este pueblo malague?o, uno de los m¨¢s afectados por el colosal incendio que ha mantenido en jaque a los bomberos durante d¨ªas, parece un n¨²cleo aislado, con una carretera de monta?a sin una sola recta desde el puerto de Pe?as Blancas, y coronado por el paraje natural de Los Reales de Sierra Bermeja. En ese lugar muri¨® atrapado el bombero fallecido en el incendio.
¡±Yo ahora mismo donde quiero estar es aqu¨ª, donde est¨¢ mi casa¡±, reivindica Ruiz. ¡°Cuando yo era joven, la juventud se iba a trabajar, y ahora m¨¢s todav¨ªa¡±. En Jubrique, igual que en Genalguacil o Benarrab¨¢ o Algatoc¨ªn, los vecinos de la serran¨ªa miran a un mar que no se ve desde esa cara norte de la sierra. Es en la costa donde est¨¢n las inversiones y los puestos de trabajo; el interior se siente abandonado. Lo confirma Pepe Chaves, de 71 a?os y due?o de Chaveza, una empresa dedicada a la construcci¨®n y mantenimiento de campos de golf que antes empe?aba su maquinaria en el desbroce de montes y fincas, construcci¨®n de cortafuegos en el bosque o conducciones de agua hasta los pueblos. ¡°Ahora no se hacen caminos nuevos, no se hace mantenimiento¡±, dice, resignado. ¡°Somos como los emigrantes: habiendo nacido la empresa en el valle, nos hemos ido¡±, comenta
Sierra Bermeja, el escenario del terrible incendio que ha ardido durante seis d¨ªas, se configura en atrezo de la hiperdesarrollada Costa del Sol occidental. ¡°Son dos ¨¢reas que convergen con dificultad, pero que est¨¢n ah¨ª¡±, apunta Javier de Luis, activista medioambiental y excandidato de IU al Ayuntamiento de Benahav¨ªs, el ¨²nico municipio de la Costa del Sol occidental (desde Benalm¨¢dena a Manilva) que no tiene salida al mar. ¡°La forma en que, desde la zona costera, vemos la sierra es como tel¨®n de fondo de una oferta tur¨ªstica. Sin embargo, cuando miras desde atr¨¢s, desde Jubrique, Pujerra y el resto de municipios del Valle del Genal, ellos lo ven como una fuente de recursos de producci¨®n econ¨®mica, todav¨ªa hacen un aprovechamiento primario a ese suelo¡±, lamenta.
1.400 metros de cumbre lo cambian todo. La realidad se transforma de forma radical en cuanto se cruzan los picos de Sierra Bermeja, que coronan Estepona y Benahav¨ªs. En la cara sur de las sierras, la vegetaci¨®n y el aislamiento forman parte de la mercadotecnia del lujo, donde grandes fincas de capitales a veces oscuros buscan remodelar el paisaje. El mejor ejemplo es La Zagaleta, una urbanizaci¨®n de mansiones que le ha valido la etiqueta de ¡°la m¨¢s lujosa de Europa¡± y fruto de la ambici¨®n de Adnan Khasoggi, multimillonario saud¨ª vinculado con la venta de armas.
Ese mismo camino llevaba la finca La Resinera, con m¨¢s de 7.000 hect¨¢reas en los t¨¦rminos municipales de Benahav¨ªs, J¨²zcar y Pujera, pueblos a los que ha llegado el ¨²ltimo fuego. La familia de Muammar el Gadafi quer¨ªa construir all¨ª un campo de golf y casi 2.000 viviendas hasta que la muerte del dictador libio dej¨® el terreno en manos Banco Libio de Inversiones, una sociedad nacional en un pa¨ªs inmerso en una guerra civil donde no existe autoridad. El incendio ha afectado parte del terreno.
No hacer nada
Mientras los ojos est¨¢n puestos en la costa, el abandono de las zonas protegidas es sistem¨¢tico. Resuena en cada posada, portal y finca en los pueblos de la serran¨ªa, donde muchos vecinos protestan por una normativa que no les deja cuidar el monte pero que tampoco atrae los esfuerzos de la administraci¨®n por mantenerlo limpio.
¡°Una cosa es la gesti¨®n del fuego y otra cosa es todo el retraso que hab¨ªa detr¨¢s¡±, protesta Miguel ?ngel Herrera, alcalde de Genalguacil. ¡°Llevamos casi 30 a?os sin apenas hacer ning¨²n tipo de intervenci¨®n en la parte forestal: proteger era no hacer nada, no permitir nada, dejar que todo crezca, eso no funciona tampoco, el hombre tiene que estar al lado de la naturaleza¡±, afirma.
El consejero andaluz de Presidencia, el popular El¨ªas Bendodo, ha destacado durante estos d¨ªas las inversiones que ha recibido el servicio andaluz de prevenci¨®n y extinci¨®n de incendios forestales, el Plan Infoca, que ha visto incrementado su presupuesto en los ¨²ltimos tres a?os hasta los 175 millones en 2021: 91 millones para extinci¨®n y 84 para prevenci¨®n. El desastre ha ido acompa?ado de una promesa. ¡°La protecci¨®n de la naturaleza es econom¨ªa y actividad econ¨®mica¡±, ha resaltado el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, quien ha apuntado que cuanto m¨¢s desarrollo econ¨®mico haya en los entornos de los parajes naturales, m¨¢s protecci¨®n tendr¨¢n ¨¦stos.
Para Herrera, alcalde del primer pueblo-museo de Espa?a, los compromisos no redundan necesariamente en inversiones. ¡°Siempre ha habido una discriminaci¨®n hacia el interior en favor de la costa¡±, apunta el regidor. ¡°Cuando hablamos de despoblaci¨®n, lo que hay es una discriminaci¨®n hist¨®rica¡±.
Javier de Luis apunta al posible origen intencionado del incendio desde una perspectiva m¨¢s inquietante. Pese a que la ley proh¨ªbe construir sobre suelo quemado durante 30 a?os, s¨ª permite recalificar terrenos para obras de ¡°inter¨¦s p¨²blico¡±. La otra para que afecta a los entornos con distinto grado de protecci¨®n, que muchas veces no evita el desastre, como ha ocurrido en Sierra Bermeja, es el freno a determinados proyectos por su impacto medioambiental. Un incendio puede reducir el valor ecol¨®gico de la zona. ¡°Ma?ana, cuando alguien quiera intervenir o realizar cualquier tipo de aprovechamiento, no tendr¨ªa el problema con los estudios de impacto ambiental o las evaluaciones ambientales, que no estar¨ªan tan condicionados¡±.
M¨¢s all¨¢ del oscurantismo del capital que posee buena parte de la comarca, se sit¨²a el valor medioambiental de las tierras, que no se encuentra solo en los montes. ¡°En esas zonas, en los cauces, existen tambi¨¦n otras especies end¨¦micas¡±, afirma De Luis, ¡°es un h¨¢bitat de especies ¨²nicas¡±. El ecologista pone en acento en el riesgo que tiene para la zona este tipo de incendios, no ya por el valor del suelo quemado, que una modificaci¨®n a la Ley de Montes en 2015 permite recalificar para proyectos de ¡°inter¨¦s p¨²blico¡±, sino por la p¨¦rdida de valor medioambiental que puede justificar la aprobaci¨®n en la zona de otras obras bas¨¢ndose en un supuesto menor impacto en el ¨¢rea afectada.
Para De Luis, el abandono de las zonas protegidas es sistem¨¢tico. Resuena en cada posada, portal y finca en los pueblos de la serran¨ªa, donde los vecinos protestan por una normativa que no les deja cuidar el monte pero que tampoco atrae los esfuerzos de la administraci¨®n por mantenerlo limpio. ¡°Una cosa es la gesti¨®n del fuego y otra cosa es todo el retraso que hab¨ªa detr¨¢s¡±, protesta Miguel ?ngel Herrera, alcalde de Genalguacil, ¡°llevamos casi 30 a?os sin apenas hacer ning¨²n tipo de intervenci¨®n en la parte forestal: proteger era no hacer nada, no permitir nada, dejar que todo crezca, eso no funciona tampoco, el hombre tiene que estar al lado de la naturaleza¡±.
El vicepresidente y consejero de Presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa, El¨ªas Bendodo, ha destacado durante estos d¨ªas las inversiones que ha recibido el servicio andaluz de prevenci¨®n y extinci¨®n de incendios forestales, el Plan Infoca, que ha visto incrementado su presupuesto en los ¨²ltimos tres a?os hasta los 175 millones en 2021: 91 para extinci¨®n y 84 para prevenci¨®n. A¨²n as¨ª, el nivel de combustible ha sido uno de los determinantes que asemejan este incendio a los llamados ¡°superincendios¡± de sexta generaci¨®n. El consenso al respecto es total: ¡°Hay que apagarlos antes de que se produzcan¡±. El desastre ha ido acompa?ado de una promesa. ¡°La protecci¨®n de la naturaleza es econom¨ªa y actividad econ¨®mica¡±, ha resaltado el presidente andaluz, quien ha apuntado que cuanto m¨¢s desarrollo econ¨®mico haya en los entornos de los parajes naturales, m¨¢s protecci¨®n tendr¨¢n ¨¦stos.
Para Herrera, alcalde del primer pueblo-museo de Espa?a, los compromisos no redundan necesariamente en inversiones. ¡°Siempre ha habido una discriminaci¨®n hacia el interior en favor de la costa¡±, apunta el regidor, ¡°cuando hablamos de despoblaci¨®n, lo que hay es una discriminaci¨®n hist¨®rica¡±. Adem¨¢s del coraz¨®n de la Serran¨ªa de Ronda, a la espalda de Sierra Bermeja, que fue excluida del proyecto de Parque Nacional de la vecina Sierra de las Nieves, el Valle del Genal es el mayor productor de casta?as, por ejemplo, de la provincia de M¨¢laga. Seg¨²n c¨¢lculos de la Cooperativa de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en 2020, unas 1.100 familias viven de este producto en la regi¨®n, con la producci¨®n de hasta cinco millones de kilos que pueden alcanzar en el mercado los 10 millones de euros. Adem¨¢s, el corcho de los alcornocales y la bellota.
Son cultivos de campa?a, por lo que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n trabaja tambi¨¦n en la costa, en hoteles y chiringuitos que siguen creciendo pese a las restricciones que impone, por ejemplo, la Ley de Costas y que no consiguen evitar construcciones de hormig¨®n a pie de playa en espacios donde solo se permite levantar estructuras temporales* a m¨¢s de 70 metros de la l¨ªnea de costa. De Luis apunta a la Junta de Andaluc¨ªa como gestora del dominio p¨²blico mar¨ªtimo-terrestre y se?ala luz verde a proyectos de establecimientos en zonas donde la erosi¨®n es tal que apenas hay arena siquiera, como ocurre en buena parte del litoral entre Marbella y Estepona, con pasarelas peatonales construidas sobre las olas junto a las terrazas de urbanizaciones.