82 a?os, dos meses y una fosa com¨²n entre Antonia y Juan
Ella muri¨® a los dos meses de la ejecuci¨®n de su marido y fue enterrada a 20 metros. La exhumaci¨®n para juntarles de nuevo rescata la historia de los fusilados de Manzanares
En el cementerio de Manzanares (Ciudad Real, 18.000 habitantes), un grupo de especialistas dirigido por la arque¨®loga Ester Montero, del equipo Mapas de Memoria de la UNED, exhuma una fosa com¨²n con 13 fusilados en 1940. A unos 20 metros, una peque?a cruz se?ala la tumba ¡ªla ¨²nica de las de alrededor que tiene flores¡ª de una mujer joven, Antonia Alcolea, de 27 a?os. Es la viuda de Juan Jos¨¦ Barba Garc¨ªa, una de las v¨ªctimas de la fosa. ¡°Muri¨® al poco de que mataran a mi padre. Yo creo que de la pena¡±, relata su hija Francisca en su ...
En el cementerio de Manzanares (Ciudad Real, 18.000 habitantes), un grupo de especialistas dirigido por la arque¨®loga Ester Montero, del equipo Mapas de Memoria de la UNED, exhuma una fosa com¨²n con 13 fusilados en 1940. A unos 20 metros, una peque?a cruz se?ala la tumba ¡ªla ¨²nica de las de alrededor que tiene flores¡ª de una mujer joven, Antonia Alcolea, de 27 a?os. Es la viuda de Juan Jos¨¦ Barba Garc¨ªa, una de las v¨ªctimas de la fosa. ¡°Muri¨® al poco de que mataran a mi padre. Yo creo que de la pena¡±, relata su hija Francisca en su casa de Viso del Marqu¨¦s, a 67 kil¨®metros. Cuando el ADN confirme la identidad de los esqueletos recuperados, quiere exhumar tambi¨¦n los restos de su madre. ¡°Solo tiene una cruz con su nombre porque entonces no ten¨ªamos dinero. Ahora quiero juntarles otra vez, enterrarlos juntos¡±.
Paca ten¨ªa apenas siete a?os y una hermana de cuatro, Isabel, cuando perdi¨®, con dos mes de diferencia, a su padre, fusilado, y a su madre, que enferm¨® de tuberculosis. Su abuela no pod¨ªa mantenerlas. ¡°Al principio una t¨ªa me llev¨® con ella a Valencia, pero se ech¨® pareja y se ve que no le agradar¨ªa que estuviera con ellos, as¨ª que un d¨ªa me trajo de vuelta a Manzanares, me dej¨® en una puerta y me dijo: ¡®Qu¨¦date aqu¨ª que voy a hacer un recado y ahora vuelvo¡¯. Pero nunca volvi¨®¡±.
La puerta era la del hospicio donde otro matrimonio hab¨ªa recogido a su hermana. ¡°Ellos ten¨ªan tres hijos varones y la mujer quer¨ªa una ni?a as¨ª que adoptaron a Isabel. Otro d¨ªa vino a buscarme un hombre. Cuando llegu¨¦ a su casa, su esposa se puso muy contenta. Me quiso mucho, como a una hija¡±. Su fotograf¨ªa comparte protagonismo en el sal¨®n de su casa con el retrato de sus padres. ¡°Los he mirado muchas veces. Mi hermana se parece a mi madre, y yo a mi padre¡±, dice. Del escaso tiempo que compartieron guarda muy pocos recuerdos. Casi todos los construy¨® con lo poco que le fueron contando sobre ellos. ¡°Mi padre era jornalero, muy fuerte y trabajador. Me dijeron que le denunci¨® un hombre muy malo al que llamaban El Trueno y que le ten¨ªa envidia¡±.
Cuando supo d¨®nde, empez¨® a llevarle flores. Su padre es uno de los 288 fusilados entre 1939 y 1947 enterrados en 14 fosas comunes en el cementerio de Manzanares. El antrop¨®logo Alfonso Villalta explica que en los ochenta, al enterarse del lugar donde hab¨ªan sido enterrados, algunos familiares colocaron en los alrededores placas de recuerdo con los nombres y edades de las v¨ªctimas y mensajes como ¡°Dio su vida por la libertad¡± o ¡°Nunca os hemos olvidado¡±. La psic¨®loga Mar¨ªa Avenda?o, que arropa a los descendientes, explica que el m¨¢s joven de las 13 v¨ªctimas de la fosa que est¨¢n exhumando ten¨ªa 25 a?os y el mayor, 60. Eran jornaleros, mec¨¢nicos, alba?iles, herreros... miembros del PSOE, Izquierda Republicana, UGT y CNT. El equipo de Mapas de Memoria, con financiaci¨®n de la Diputaci¨®n de Ciudad Real, cuenta con una restauradora de objetos, Isabel Angulo. En la fosa han encontrado una alianza y conf¨ªan en que, al limpiarla, aparezca alguna inscripci¨®n que ayude a identificar a su due?o. Los antrop¨®logos buscan a¨²n a familiares de tres de las 13 v¨ªctimas de la fosa: Antonio Fern¨¢ndez Ortiz, mec¨¢nico, cuyo hermano, tambi¨¦n fusilado, yace en otra fosa com¨²n en Manzanares; Luis Torres Camacho, limpiabotas, y Gabriel Nieto Parrado, labrador.
Tampoco ha olvidado Rafael G¨®mez-Pimpollo a un hombre al que apenas conoci¨®, su padre, llamado como ¨¦l. El tiempo transcurrido desde su fusilamiento, 81 a?os, no impide que se emocione al recitar de memoria la poes¨ªa que envi¨® a su madre desde la c¨¢rcel poco antes de morir y que, enmarcada en su dormitorio, es lo ¨²ltimo que ve antes de dormir y lo primero que lee al despertarse: ¡°Para m¨ª quise que fuera la vida un vergel florido y estos monstruos sin entra?as me arrancan el ser querido. Por redimir nuestro hogar, por hacer feliz la vida, por educar a nuestro hijo, por combatir la mentira, Antonia, por eso muero, que lo sepa nuestro hijo. Ed¨²calo mucho y bien, que su fin sean mis principios¡± .
¡°El que le dispar¨® pidi¨® perd¨®n a mi madre¡±
¡°Yo ten¨ªa dos a?os cuando lo mataron¡±, recuerda Rafael, con 83, en su casa de La Solana (Ciudad Real). ¡°Mi madre siempre me dijo que lo mataron ¡®por orden de Franco¡¯ y que era un hombre bueno. Que le aconsejaron que huyera a Francia, pero que ¨¦l dijo que no hab¨ªa hecho nada malo y que no ten¨ªa por qu¨¦ hacerlo. La primera vez que lo detuvieron le dejaron libre al poco tiempo, pero luego le denunciaron otra vez, dicen que por envidias, y ya nunca volvi¨®. Ten¨ªa 26 a?os cuando lo fusilaron. Mi madre tambi¨¦n me cont¨® que el que le dispar¨® luego le pidi¨® perd¨®n y dijo que hac¨ªa lo que le mandaban¡±.
Rafael ense?a un viejo plato de lat¨®n. ¡°Es el que mi padre usaba en la c¨¢rcel para comer¡±. En el dorso tiene una inscripci¨®n en c¨ªrculo: ¡°Recuerdo para mi esposa e hijo Rafael G¨®mez-Pimpollo Sevilla de su padre Rafael G¨®mez-Pimpollo Serrano. Manzanares, a 14 de junio de 1940¡å. Lo condenaron a muerte el 22 de abril y lo ejecutaron a las 05.30 del 17 de agosto de ese a?o. En su expediente figura que ¡°a 18 de julio de 1936¡å, fecha del golpe, era ¡°socialista¡±. A continuaci¨®n aparece la lista de imputaciones habituales en los consejos de guerra: ¡°?Exalt¨® en sus conversaciones p¨²blicas la causa roja? Mucho. ?Insultaba a nuestro Ej¨¦rcito Nacional o a sus Generales? Insistentemente¡±. Le acusan de participar en el asesinato de ¡°siete personas de derechas¡±. Una de las testigos dice que no le conoce. Otros aseguran que era ¡°un muchacho trabajador, que no ten¨ªa malos antecedentes¡±. Varios aluden a ¡°rumores¡± para acusarle. Y dos testigos se?alan que ¡°a pesar de conocer su filiaci¨®n derechista, nunca les molest¨®¡±, pero prima la declaraci¨®n de una mujer que asegura que le vio en la casa donde se cometieron los cr¨ªmenes. Durante su declaraci¨®n, Rafael asegur¨® que en agosto de 1936 se hab¨ªa afiliado a la CNT y que ese mes se hab¨ªa marchado de voluntario ¡°al frente del Ej¨¦rcito Rojo¡±, pero neg¨® haber participado en los asesinatos.
Bautizado a la fuerza
Rafael pregunta a los antrop¨®logos si los esqueletos recuperados en la fosa presentan heridas de fuego. Le explican que s¨ª. ¡°Ojal¨¢ esto se hubiera hecho antes de morir mi madre¡±, lamenta. ¡°No sab¨ªa leer, pero era una mujer muy lista y valiente. A m¨ª me sac¨® adelante con el estraperlo y no ten¨ªa miedo, pese a que un d¨ªa le raparon la cabeza¡±. ¡°La obligaron a que me bautizara, cuando ten¨ªa cinco a?os, y no vino. Recuerdo que me llev¨® mi t¨ªa a rastras y yo pataleaba porque no quer¨ªa ir. Me hicieron cristiano a la fuerza, pero cuando crec¨ª me hice evang¨¦lico. Un d¨ªa, en 1970, un sargento me atac¨® por eso y mencion¨® a mi padre. Yo me puse furioso y le dije que no hablara de ¨¦l. Entonces amenaz¨® con pegarme un tiro. Mi mujer lo recuerda bien porque ese d¨ªa volv¨ª a casa llorando¡±.
A unos kil¨®metros, Olga Valle, de 64 a?os, espera a que el ADN confirme que uno de los esqueletos recuperados en la fosa es el de su abuelo Juan Valle, fusilado a los 45. ¡°Antes de irme a estudiar a Madrid¡±, recuerda, ¡°mi padre me dijo: ¡®Si¨¦ntate, voy a ense?arte la despedida del abuelo¡¯. Es un pa?uelo donde se dirige a su mujer y a sus cinco hijos, la mayor de 18 a?os y el m¨¢s peque?o, de tres. En un margen anota su fecha de nacimiento, la fecha en que conoci¨® a mi abuela, la de su boda, y la de su condena a muerte. A mi padre, que era el mayor de los varones, le pide que cuide mucho de su madre y sus hermanas y que sea siempre fiel a sus ideas. Lo fue¡±.