Las huellas del horror franquista: 10.000 esqueletos recuperados en 20 a?os
El forense Francisco Etxeberria calcula que podr¨¢n exhumarse otras 20.000 v¨ªctimas. Muchas fosas comunes son ya irrecuperables
La de Valdenoceda (Burgos), el penal donde los presos pasaban tanta hambre que so?aban con pan. La del fuerte de San Crist¨®bal (Pamplona), donde decenas de hombres encontraron la muerte casi al mismo tiempo que la libertad; la de Izagre (Le¨®n), donde Josefina Alonso identific¨® a su hermana Mar¨ªa por un pendiente hallado entre los huesos ¡ªel otro lo hab¨ªa dejado en casa porque el d¨ªa que se la llevaron para matarla ten¨ªa una infecci¨®n en la oreja izquierda¡ª; la de Barro (Pontevedra), donde los asesinos mutilaron el cuerpo de Ram¨®n para llevarse su anillo. La de Gumiel de Iz¨¢n, donde los forenses destaparon una cordillera de cuerpos enterrados por los barrenderos del pueblo¡ Entre el a?o 2000 y 2019 se han abierto cerca de 800 fosas comunes de las que se han recuperado los restos de unas 9.700 personas. En los ¨²ltimos dos a?os se han programado otras 86 exhumaciones para tratar de localizar a 3.553 v¨ªctimas. El forense Francisco Etxeberria, que asesora al secretario de Estado de Memoria Democr¨¢tica, Fernando Mart¨ªnez, calcula que quedan ¡°20.000 esqueletos¡± por rescatar de los enterramientos clandestinos del franquismo y que esta tarea puede llevarse a cabo en unos cinco a?os. Las v¨ªctimas son muchas m¨¢s, pero hay fosas irrecuperables. Este es el mapa del horror de la guerra, la radiograf¨ªa del trabajo realizado y el que queda pendiente.
El censo
El 22 de septiembre de 2008, el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n obtuvo un detallado censo de v¨ªctimas del franquismo. Familiares y asociaciones llevaron al tribunal, en cajas, bolsas y maletines, hasta 143.353 nombres de fusilados y desaparecidos. En la puerta del despacho observaba la escena, muy emocionado, un ciudadano japon¨¦s. Se llamaba Toru Arakawa y hab¨ªa dedicado los ¨²ltimos veranos a ayudar a desenterrar una historia con la que nada ten¨ªa que ver.
Uno de los art¨ªculos del proyecto de ley de memoria democr¨¢tica prev¨¦, precisamente, la creaci¨®n de un censo estatal de v¨ªctimas de la Guerra Civil y la dictadura para reunir la informaci¨®n dispersa sobre fusilados y desaparecidos. Historiadores como Juli¨¢n Casanova o el hispanista Paul Preston suelen citar como referencia la cifra de 150.000 v¨ªctimas mortales: de ellas 100.000 en la zona controlada por los militares sublevados y algo menos de 60.000 en la republicana. El historiador Francisco Espinosa habla de 140.159 v¨ªctimas de la represi¨®n franquista y 49.426 en la zona republicana.
La inmensa mayor¨ªa de fosas abiertas en los ¨²ltimos a?os pertenecen a civiles muertos a manos de los franquistas, porque fueron muchos m¨¢s y porque Franco se preocup¨®, ya durante la Guerra Civil, de que los ca¨ªdos de su bando fueran recuperados de fosas comunes. El BOE recoge, por ejemplo, ¨®rdenes para crear un censo de v¨ªctimas y un protocolo de exhumaciones para llevar a cabo la ¡°piadosa finalidad¡± de ¡°rendir el postrero homenaje de respeto a los restos queridos de personas asesinadas en circunstancias tr¨¢gicas o muertas en el frente y cuyo enterramiento se ha verificado muchas veces en lugares inadecuados¡±. En todo caso, cuando se ha reclamado la apertura de una fosa de este tipo tambi¨¦n se ha llevado a cabo. El forense Etxeberria abri¨®, por ejemplo, en 2010 en Camu?as, a petici¨®n del arzobispado de Toledo, una fosa de sacerdotes asesinados por republicanos.
Tipos de fosas
Las v¨ªctimas fueron fusiladas en la retaguardia, el frente de guerra o en la posguerra. Iban a buscarlos a casa y los mataban en alg¨²n paraje apartado (el paseo); los recog¨ªan en la c¨¢rcel antes de haber sido juzgados (la saca); eran ejecutados por sentencia de consejo de guerra, mor¨ªan en cautividad (de hambre y enfermedades contra¨ªdas en prisi¨®n); ca¨ªan en combate o en alg¨²n bombardeo.
La tarea pendiente
Aunque la cifra de v¨ªctimas es mucho mayor, el forense Francisco Etxeberria explica que solo podr¨¢n recuperarse unos 20.000 esqueletos m¨¢s de fosas y cunetas. ¡°M¨¢s de 33.000 restos fueron trasladados al Valle de los Ca¨ªdos. A la muerte de Franco se hicieron exhumaciones sin t¨¦cnicas cient¨ªficas, y muchas fosas del franquismo son irrecuperables porque han sido sepultadas por carreteras, autopistas y edificaciones. De hecho, ya hay comunidades donde cerca del 40% de las fosas que se buscan no son localizadas¡±. El paso del tiempo ha hecho que muchos de los testigos, quienes fueron obligados a enterrar los cuerpos o vieron c¨®mo se hac¨ªa, hayan muerto, perdi¨¦ndose para siempre el rastro de aquellos enterramientos clandestinos. Solo uno de cada tres esqueletos recuperados en las fosas son identificados por ADN porque el paso del tiempo tambi¨¦n deteriora los restos y complica el cotejo con familiares.
Las primeras, a la muerte de Franco
Tras la muerte del dictador, y fundamentalmente entre 1978 y 1979, familiares de las v¨ªctimas se lanzaron a la b¨²squeda y apertura de las fosas donde los asesinos hab¨ªan arrojado a sus familiares. Se abrieron entonces, sobre todo, en zonas de Navarra, La Rioja y Palencia, pero tambi¨¦n en Extremadura y Andaluc¨ªa. Arrodillados en la tierra, sin m¨¢s herramientas que una pala y las propias manos, los familiares desenterraron decenas de cuerpos. ¡°Todo lo hac¨ªamos con las manos, con las u?as, un d¨ªa y otro d¨ªa, hasta que termin¨¢bamos. Luego met¨ªamos los restos en sacos. La excavadora que utilizamos alguna vez, la pagamos a escote entre los familiares¡±, recordaba Esperanza P¨¦rez Zamora. ¡°Es lo mejor y lo m¨¢s dif¨ªcil que he hecho en mi vida. Pero fue muy duro. En la primera exhumaci¨®n pens¨¦ que me iba a dar algo y que me iba a morir all¨ª mismo yo tambi¨¦n. Tener una calavera en la mano y pensar que es de tu padre es terrible. En Villamediana, por ejemplo, los restos estaban cubiertos de cal y las faldas de las mujeres se ve¨ªan todas blancas. A¨²n conservaban largu¨ªsimas trenzas. Tambi¨¦n encontraba botas, cucharas, monedas...¡±.
En Navarra y La Rioja, a muchos familiares les acompa?aban sacerdotes que pidieron perd¨®n por el papel de la Iglesia durante la contienda y celebraron funerales por las v¨ªctimas.
Los traslados al Valle de los Ca¨ªdos
El mausoleo que Franco hizo construir para inmortalizar su victoria es la mayor fosa com¨²n de Espa?a. Alberga los restos de al menos 33.833 personas, el equivalente a la ciudad de Teruel. Durante a?os, el r¨¦gimen rob¨® cuerpos enterrados en medio millar de enterramientos clandestinos para trasladarlos, sin el conocimiento de sus familiares, hasta el Valle de los Ca¨ªdos. Etxeberria ha dise?ado el plan para tratar de devolver 77 restos a los parientes que llevan a?os reclam¨¢ndolos. Asegura que ¡°no hay precedentes en el mundo de un reto forense¡± como este.
Las botas de Emilio Silva
El 28 de octubre del a?o 2000, a las once de la ma?ana, el cazo de la excavadora sac¨® una bota sobre la que hab¨ªan llovido setenta a?os. Pertenec¨ªa a Emilio Silva Faba, fusilado con otros 12 hombres en 1936 y era su nieto, Emilio Silva Barrera, el que hab¨ªa ido a buscarla. Aquella fue la primera exhumaci¨®n de una fosa del franquismo realizada con t¨¦cnicas cient¨ªficas y despert¨® el deseo de muchos familiares de recuperar los restos de sus seres queridos. As¨ª naci¨® el movimiento para la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, que impuls¨® definitivamente la apertura de fosas por toda Espa?a.
Diez a?os despu¨¦s, la familia Silva coloc¨® una placa conmemorativa para recordar que aquella cuneta ¡°rompi¨® el silencio sobre miles de desaparecidos¡±. La arque¨®loga Lourdes Herrasti asegur¨® en el acto que las exhumaciones hab¨ªan ¡°parado el revisionismo hist¨®rico de los que dec¨ªan que el franquismo no hab¨ªa sido para tanto¡±, porque, a?adi¨®, ¡°no hay nada m¨¢s indisimulable que una fosa com¨²n¡±. A¨²n as¨ª, Etxeberria mostr¨® la pintada que se hab¨ªan encontrado mientras abr¨ªan una de ellas: ¡°Fueron ajusticiados, no asesinados. Rojos, os falta la memoria. Vencimos y venceremos¡±.
Etapas y financiaci¨®n
A partir de la exhumaci¨®n de la fosa de Priaranza del Bierzo se abrieron muchas m¨¢s. Al principio con el trabajo de voluntarios, nacionales y extranjeros; luego con subvenciones p¨²blicas y cuando estas desaparecieron, al llegar el PP a La Moncloa, con donaciones de particulares y colectas. La ley de memoria hist¨®rica de 2007 estableci¨® un mecanismo de ayudas para las exhumaciones que fue muy criticado por relatores de Naciones Unidas, ya que de alguna manera subcontrataba a las asociaciones de v¨ªctimas, que asum¨ªan todo el proceso. Uno de los cambios fundamentales del proyecto de ley de memoria democr¨¢tica, que pretende sustituir a la norma de 2007, es que el Estado asume de principio a fin esas tareas involucrando a comunidades aut¨®nomas y Ayuntamientos.
La evoluci¨®n de las exhumaciones por a?os muestra el par¨®n de la etapa de Rajoy, que lleg¨® al poder a finales de 2011. Las 54 exhumaciones que se realizaron en 2012 correspond¨ªan a la convocatoria de ayudas del a?o anterior. El Gobierno popular no derog¨® la ley, pero elimin¨® las partidas econ¨®micas para su aplicaci¨®n. Algunas comunidades aut¨®nomas impulsaron su propia legislaci¨®n en la materia y sus propios mapas de fosas.
La convocatoria de ayudas para exhumaciones regres¨® al BOE en julio de 2020. El proyecto de ley de memoria democr¨¢tica prev¨¦ la creaci¨®n de un banco de ADN para identificar a las v¨ªctimas rescatadas de fosas comunes y cunetas. En la mayor¨ªa de los casos, forenses como Etxeberria han elaborado concienzudos informes sobre las fosas por si fueran requeridos por alg¨²n tribunal. Su trabajo ha convertido en estos a?os los indicios en evidencias, la prueba incontestable del horror.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.