Los Mart¨ªnez de Irujo tambi¨¦n apagan incendios
Los fuegos a¨²n descontrolados en Zamora se cuelan en fincas y arrasan naves y bosques
Luisa Mart¨ªnez de Irujo Crespo Raybaud, hija de Ignacio Mart¨ªnez de Irujo y Artazcoz y de Antonia Celina Florencia Crespo Raybaud, duques de Sotomayor, carga botellas de agua porque se le quema la finca. El incendio de Losacio (Zamora) arrasa por igual los humildes prados que las haciendas de los m¨¢s lustrosos ¨¢rboles geneal¨®gicos de Espa?a. El humo se propaga y las llamas amenazan con saltar a las viejas viviendas de la conocida como Dehesa de Pozos, hist¨®rico lugar de recreo de la saga y hoy desvencijada. El fuego brinca entre los secos terrenos hasta que topa con los cubos de Edmundo Iglesias, de 82 a?os, Mundo, guard¨¦s del terreno y fiel al lugar donde sirvi¨® 50 a?os. Ha faltado muy poco para que estas casas sigan el destino de unas naves de los Mart¨ªnez de Irujo, tambi¨¦n destruidas por los focos. Luisa Mart¨ªnez de Irujo y su marido, Jaime Ligu¨¦s, respiran: lo han salvado.
Pero su trabajo ha costado. Unas primeras chispas se extend¨ªan en un lateral del cortijo, al que se accede por un camino flanqueado por dos columnas y ¨¢rboles altos desde una carretera rodeada de suelo negruzco. Mundo, que a su edad sigue exhibiendo un vigor formidable, carga cubos de agua y los lanza como puede por el frente que avanza hacia los hogares. La pareja ayuda con botellas de agua, mientras Jaime Ligu¨¦s admira la intensidad del guarda: ¡°Mundo ha hecho un pacto con el diablo¡±. Luisa Mart¨ªnez de Irujo, que acced¨ªa a la parcela tras constatar que otras construcciones para animales del otro lado de la calzada han sufrido los incendios descontrolados de esta zona del t¨¦rmino municipal de T¨¢bara, ayuda con botellas de agua sobre el suelo quemado para intentar refrescar las humeantes zonas que el agua que vierte Mundo no logra sofocar. Prontorellenan antiguos cubos de pintura en un grifo en desuso y los cargan hasta las llamas. En media hora de faena, dominan la situaci¨®n.
El grupo resopla. Una zona con tejas a¨²n humea por los pal¨¦s que acumulan tejas y hacen temer que se revitalice el peligro. La arist¨®crata acarrea varias botellas e insiste: ¡°Cuidado con esas maderas¡±. Al rato, se dirige a quienes m¨¢s miedo tienen del lugar: dos cachorros de tres meses. Los dos labradores se encuentran en una zona acotada y miran temerosos, recelando del visitante, mientras el cielo sigue cubierto de humo por los frentes asalvajados que ya han quemado, seg¨²n fuentes de la UME, m¨¢s de 22.000 hect¨¢reas en Zamora, y, seg¨²n la imagen por sat¨¦lite a la que recurren los bomberos, m¨¢s de 30.000. Estos conatos siguen ampliando la cifra de superficie carbonizada y tambi¨¦n de familias ¡ªsin importar su pedigr¨ª¡ª agotadas. ¡°Vimos lo que estaba pasando y quisimos venir el lunes desde Madrid, pero estaba todo cortado y desalojado y hemos tenido que esperar¡±, explica la arist¨®crata, que una vez en la provincia ha constatado la cat¨¢strofe ambiental y socioecon¨®mica que conlleva un acontecimiento de estas caracter¨ªsticas. La prima hermana de Carlos Fitz-James Stuart y Mart¨ªnez de Irujo, duque de Alba de Tormes, calza zapatillas de deporte y mira en derredor a¨²n anonadada por la acci¨®n del fuego.
Su marido, que suda mientras carga m¨¢s l¨ªquido para que el fuego no trascienda las lindes, reniega con iron¨ªa y hast¨ªo de la capacidad expansiva que estos peque?os incendios. El frente se propaga aprovechando la yesca en la que se ha convertido ese terreno reseco y con vegetaci¨®n baja, y alimentado tambi¨¦n por el viento. Se forma un tapiz id¨®neo para que lo devoren los incendios: ¡°Con lo que cuesta luego encender una barbacoa en casa¡±, bromea.
La cosa se tranquiliza cuando aparece al fondo de la senda un todoterreno de la Guardia Civil. De ¨¦l descienden cuatro efectivos que cumplen ¨®rdenes cuando se les insta a coger sus botellas vac¨ªas y, como quien regara unos geranios, lanzarlas sobre esas zonas ennegrecidas y a¨²n humeantes, que reciben el agua como una sart¨¦n ardiente al poner un filete encima. Salta humo, suena a plancha caliente y el crepitar de algunos troncos, a¨²n en combusti¨®n, hacen ver que se necesitan refuerzos. Los guardias llaman a un equipo de extinci¨®n para que remate esa zona, contigua a una parte que, milagrosamente, a¨²n no ha ardido en estos dos d¨ªas de infierno en la provincia de Zamora, pero al final no acuden, aunque sigue habiendo algunas peque?as llamas en la zona.
Para evitar que incendio fuera a mayores han sido claves los cuidados de Mundo, que no entiende de jubilaciones: ¡°Yo es que me he criado aqu¨ª, he crecido aqu¨ª y he trabajado aqu¨ª¡±. Por eso se arma de una sulfatadora llena de agua, que parece pesar como un demonio, y se la echa a la espalda para seguir apagando las ¨²ltimas cenizas incandescentes.
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