S¨¢nchez contra Feij¨®o: una lluvia de golpes de 47 minutos
El presidente del PP quer¨ªa examinar al Gobierno en el Senado y result¨® que el examinado era ¨¦l
Aquel so?oliento d¨ªa de agosto en que Alberto N¨²?ez Feij¨®o emplaz¨® a Pedro S¨¢nchez a debatir en el Senado fue como si el l¨ªder del PP se hubiese desabrochado la camisa y ofrecido su pecho descubierto al presidente. El socialista estaba deseando golpear a un contrincante que no ha cesado de comerle terreno en las encuestas, as¨ª que no dej¨® pasar la ocasi¨®n y all¨¢ se lanz¨® con todo el martes: con la derecha y con la izquierda, con guante y sin guante, al est¨®mago y a la mand¨ªbula. S¨¢nchez no se cansaba de golpear, volv¨ªa una y otra vez, gust¨¢ndose, enardecido por los suyos, encadenando iron¨ªas mientras le¨ªa algunos deslices argumentales de Feij¨®o en los meses que lleva al frente del partido. As¨ª, durante 47 minutos que, en un Senado lleno hasta la bandera, ofrecieron uno de los m¨¢s extra?os espect¨¢culos parlamentarios de los ¨²ltimos meses. El l¨ªder de la oposici¨®n quer¨ªa examinar al Gobierno y el que acab¨® examinado, analizado, destripado y diseccionado fue ¨¦l en un debate cuyo formato lo dej¨® casi inerme frente a un S¨¢nchez desatado.
Exigir un debate al adversario es de esa clase de juegos que prodigan los pol¨ªticos en los que nada es lo que parece. Emplazar a un cara a cara siempre ofrece un buen titular con verbos llamativos como desafiar o retar. Y si el adversario lo rechaza ¡ªlo que suele ser habitual¡ª, da para estirar la cosa unos d¨ªas m¨¢s acus¨¢ndolo de no querer dar la cara. No hay constancia de que esa fuera la intenci¨®n de Feij¨®o, pero en cuanto La Moncloa ¡ªque se hab¨ªa pasado agosto entero pregonando sus ganas de guerra con el l¨ªder del PP¡ª cogi¨® la ocasi¨®n al vuelo, los populares fruncieron el ce?o. Y empezaron las excusas preventivas. La principal la repiti¨® Feij¨®o al comienzo de su discurso del martes frente a S¨¢nchez: la desproporci¨®n que supone otorgar tiempo ilimitado al presidente. Pocos como el pol¨ªtico gallego lo saben mejor, despu¨¦s de disfrutarlo durante 13 a?os en el Parlamento aut¨®nomo.
Los dos llegaron sabiendo que aquello no iba a ser una sesi¨®n parlamentaria al uso, que esta vez el interpelado no ser¨ªa el Gobierno, sino el l¨ªder de la oposici¨®n en su primer debate de cierta profundidad. Sus actitudes lo delataban. Durante la exposici¨®n inicial de S¨¢nchez ¡ªque ya fue todo menos corta, 65 minutos¡ª, Feij¨®o no ces¨® de consultar papeles ni de tomar notas. Cuando le toc¨® replicar a ¨¦l ¡ªescasos 18 minutos¡ª, S¨¢nchez consumi¨® su tiempo entre sonrisas despreocupadas y cuchicheos con la vicepresidenta primera, Nadia Calvi?o.
Feij¨®o se midi¨® las espaldas, consciente de lo descubierto que estaba. Fue contundente en la cr¨ªtica, pero sin caer en las desastrosas previsiones sobre la marcha de la econom¨ªa que ven¨ªa divulgando ni entrar en la descalificaci¨®n personal. Las divergencias dentro de la coalici¨®n y la aprobaci¨®n por el Gobierno de rebajas del IVA que hab¨ªa desde?ado cuando las propon¨ªa el PP le proporcionaron bazas argumentales. Apenas se extendi¨® en ofrecer medidas alternativas, aunque mostr¨® los documentos con propuestas que su partido ha presentado al Gobierno. Arranc¨® murmullos sarc¨¢sticos en los esca?os socialistas cuando se ofreci¨® a sostener al Ejecutivo si este rompe con los independentistas.
Entonces lleg¨® el momento esperado por S¨¢nchez. No hab¨ªa necesitado tomar notas porque su diatriba la ten¨ªa preparada. Tanta guerra le ped¨ªa el cuerpo que empez¨® casi reprochando a su rival que esta vez no hubiese recurrido a ETA para descalificar al Gobierno, como hab¨ªa hecho la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, en el debate sobre el estado de la naci¨®n. En los papeles llevaba una abundante ristra de citas de Feij¨®o y de algunos datos sobre su actuaci¨®n en Galicia. Y con todo eso construy¨® su l¨¢tigo para restallarlo durante 47 minutos que Feij¨®o soport¨® en el esca?o con su gesto m¨¢s g¨¦lido, mientras S¨¢nchez repet¨ªa su letan¨ªa para comentar las pifias atribuidas al hombre con fama de gran gestor: ¡°O insolvencia o mala fe¡±. ¡°Est¨¢ usted justito¡±, lleg¨® a decirle juntando los dedos pulgar e ¨ªndice. Y a¨²n m¨¢s: ¡°Es capaz de mentir sin que se le mueva un pelo¡±.
La sesi¨®n cont¨® con un curioso invitado literario, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, y un debate encendido sobre qui¨¦n insulta a qui¨¦n. Feij¨®o se quej¨® de que el Gobierno lo insulta y S¨¢nchez le record¨® que se refiri¨® a la recta final de su mandato como ¡°El oto?o del patriarca¡±, novela del autor colombiano que retrata a un arquet¨ªpico dictador de Am¨¦rica Latina. El l¨ªder del PP aprovech¨® para dejar claro que no discute que el socialista sea ¡°un presidente democr¨¢tico¡±.
El aire acondicionado estaba al m¨ªnimo y en la repleta tribuna de invitados y prensa se agitaban abanicos. Los socialistas y el Gobierno al pleno se hab¨ªan dejado la corbata en casa. Feij¨®o s¨ª la llevaba, aunque pol¨ªticamente pareciese a pecho descubierto.
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