Feij¨®o y la solvencia provinciana que insulta sin despeinarse
El l¨ªder del PP muestra en el Senado su estrategia: ataca con dureza y se queja de la crispaci¨®n; se ofrece como aliado frente a los socios del Gobierno, pero rechaza cualquier pacto
Feij¨®o es m¨¢s poli¨¦drico de lo que parece. Descalifica con acritud y se queja de que le insulten. Expone una idea m¨¢s o menos ¡°sensata¡±, que est¨¢ en el foco de un debate internacional, la cataloga como propuesta propia, la exhibe y env¨ªa como documento de Estado y luego, si el rival la asume en algo, puede rechazarla y hasta votar en contra. Se acaba de estrenar hace cuatro meses en la compleja, crispada y muchas veces inextricable pol¨ªtica nacional, tras gobernar con comodidad en su reducto galaico varios lustros, y considera que ya es el ¨²nico dirigente con capacidad y conocimiento para resolver la descontrolada crisis energ¨¦tica mundial por la guerra en Ucrania. A Pedro S¨¢nchez, en alg¨²n punto, esa capacidad camale¨®nica ¡°y sin despeinarse¡± propia del Zelig de Woody Allen le descoloca bastante.
A Feij¨®o comparar ¡°los ¨²ltimos d¨ªas de gobierno¡± de S¨¢nchez con los sanguinarios d¨¦spotas de El oto?o del patriarca del nobel Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez no le parece un insulto, solo ¡°una cr¨®nica¡±, como ha asegurado este martes en el debate que le ha enfrentado al presidente del Gobierno en el Senado. Ante el enfado de este, muy especialmente cuando cuestion¨® su pedigr¨ª ¡°socialdem¨®crata¡±, el l¨ªder popular le matiz¨® que s¨ª le considera un ¡°presidente democr¨¢tico¡±, pero precis¨® con maldad que no podr¨ªa ser un dictador porque no manda de manera absoluta en todo su Gobierno.
El debate, en realidad, se hab¨ªa convocado oportunamente sobre la crisis energ¨¦tica y el terrible contexto econ¨®mico global en que ha derivado, pero S¨¢nchez gast¨® la mayor¨ªa de los 134 minutos de todas sus intervenciones sin l¨ªmite y Feij¨®o casi todos sus acotados 25 minutos en atizarse, objetar sus respectivas solvencias para sus actuales cargos y corroborar que se mienten, sin enga?arse, cuando se ofrecen mutuamente manos tendidas y pactos sobre los grandes asuntos de Estado. No se aceptar¨¢n ninguno.
Nada de lo que ocurri¨® en su primer y duro cara a cara en el Senado frente al presidente sorprendi¨® en realidad a Feij¨®o, aunque intent¨® parecer asombrado por la virulencia de las respuestas que recibi¨® de S¨¢nchez. Quer¨ªa y buscaba ese duelo. ¡°Para ser un l¨ªder provinciano sin ideas energ¨¦ticas y al que Espa?a le queda grande, hoy S¨¢nchez ha vuelto a copiarle una medida y habl¨® cinco o seis veces m¨¢s que Feij¨®o para atacar al aspirante. Ni so?¨¢bamos con este escenario, vamos a pedirle una comparecencia as¨ª cada semana¡±, comentaba con sorna uno de sus principales asesores.
El equipo del nuevo l¨ªder del PP aguardaba las intervenciones contra ¡°la solvencia o mala fe¡± de muchas declaraciones o propuestas anunciadas en estos meses por Feij¨®o. S¨¢nchez cumpli¨® ampliamente esas expectativas. Recogi¨® todas esas ¡°meteduras de pata¡± del relevo del ¡°defenestrado¡± Pablo Casado y hasta les equipar¨® cuando acus¨® al presidente del PP de usar los males de la guerra como utiliz¨® su antecesor en el drama de la covid-19. S¨¢nchez le augur¨® a Feij¨®o el mismo fracaso que Casado y hasta record¨® su capacidad de resiliencia, que han experimentado en sus carnes rivales y compa?eros de partido. Feij¨®o se mof¨® del nivel de la mayor¨ªa de los ministros del Gabinete de S¨¢nchez, al ironizar con que le hab¨ªa llevado solo unos segundos examinar sus curr¨ªculums.
El l¨ªder popular no asumi¨® como ciertos ninguno de los logros o batallas que S¨¢nchez se apunt¨® como ganador en el campo energ¨¦tico o en favor de las clases medias y m¨¢s desfavorecidas, para contraponer sus prioridades a las de los anteriores o futuribles gobiernos del PP. No le da ning¨²n cr¨¦dito. As¨ª parece inviable que S¨¢nchez se tomara en serio su reiterada apelaci¨®n final a que abandone a sus socios, particularmente EH Bildu y ERC, para acoger al PP ¡°no como socio permanente pero s¨ª como aliado de pa¨ªs¡±. S¨¢nchez se lo aclar¨® en tres actos: las ofertas del PP no tienen rigor; solo persiguen echarle de La Moncloa y, en realidad, no pretende consensuar nada, sino agradar a los grandes empresarios de la banca y las el¨¦ctricas que le colocaron ah¨ª y a sus terminales medi¨¢ticas.
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