Reencuentro familiar en Espa?a para una nueva vida lejos del r¨¦gimen talib¨¢n
Said Hosaini, asilado desde noviembre, busca un futuro en Valencia con su esposa, hijos y hermano, que llegaron en el ¨²ltimo avi¨®n con excolaboradores del Gobierno espa?ol evacuados de Afganist¨¢n
Said Hosaini espera paciente en el and¨¦n de la Estaci¨®n de Autobuses de Valencia la llegada de su esposa, sus tres hijos y su hermano, procedentes de Madrid, despu¨¦s de un a?o de separaci¨®n forzosa. Este soldado, de 39 a?os, miembro del ej¨¦rcito afgano construido por la OTAN tras la invasi¨®n de Afganist¨¢n, tuvo que escapar de su pa¨ªs tras la ca¨ªda de Kabul en manos de los talibanes y consigui¨®, con la ayuda de un gran amigo, llegar a Espa?a. A su familia le ha costado m¨¢s. Despu¨¦s de mil peripecias y muchas gestiones, aterrizaron a mediados de agosto en la base a¨¦rea de Torrej¨®n en un avi¨®n fletado por el Gobierno espa?ol en el que viajaban 300 excolaboradores afganos de los ministerios de Defensa y Exteriores. El bus entra puntual a las cuatro y media de la tarde del lunes, 12 de septiembre, y del interior bajan su esposa Sharifa, su hermano Sayed Hosain, y sus tres hijos, Zhara, Said y Sara, que su padre levanta en brazos con una sonrisa capaz de coser los meses de separaci¨®n y penurias.
Hosaini, soldado desde 2005 y miembro de una minor¨ªa perseguida por los talibanes ¡ªla hazara¡ª, consigui¨® gracias a su amigo Darko, un sargento espa?ol destinado la escuela de la OTAN en Kabul al que el soldado afgano conoci¨® en 2018, un contrato de trabajo y un visado para entrar en Espa?a antes de que los talibanes tomasen el poder. Nunca le podr¨¢ agradecer lo suficiente su ayuda, reconoce. Despu¨¦s de su huida de Afganist¨¢n lleg¨® a Madrid y de all¨ª viaj¨® a Valencia, donde reside desde hace 10 meses en el Centro de Acogida de Refugiados de Mislata, localidad pegada a la capital.
Said ha aprendido r¨¢pido espa?ol gracias a las clases que imparte el centro y ha concentrado su energ¨ªa en traerse al resto de su familia, que tuvo que huir de Afganist¨¢n a Ir¨¢n, lo que ha dificultado el reagrupamiento familiar que finalmente ha sido posible gracias al ¨²ltimo avi¨®n fletado por el Gobierno espa?ol para evacuar a 300 excolaboradores afganos. ¡°Ha sido dif¨ªcil porque no ten¨ªan nada, ni siquiera pasaportes¡±, explica de la precaria situaci¨®n de su familia. ¡°Mis hijos llevan un a?o sin colegio pero ya est¨¢n aqu¨ª, ya est¨¢ todo bien. Creo que cuando se acostumbren pueden tener una buena vida en Espa?a¡±, asegura este afgano que conf¨ªa en que sus hijos vuelvan pronto a la escuela. ¡°Es importante para m¨ª que mis hijos tengan una educaci¨®n¡±, a?ade. El r¨¦gimen fundamentalista cerr¨® los institutos y universidades para las alumnas y Said se niega a aceptar un futuro tan negro para sus hijas Zhara, de 8 a?os, y Sara, la m¨¢s peque?a, de 3.
Su desaf¨ªo m¨¢s inmediato es que sus familia tenga papeles y encontrar un empleo. Cuando trabajaba para las fuerzas de la OTAN le dispararon en el est¨®mago y la rodilla, as¨ª que puede realizar cualquier tarea que no requiera mucha fuerza f¨ªsica. Tiene una experiencia previa de 18 a?os en las fuerzas especiales del Ej¨¦rcito ¡°y puedo trabajar de vigilante, de conserje, de repartidor¡¡±. Quiere convalidar su carn¨¦ de conducir para facilitar su b¨²squeda porque tiene permiso de residencia y trabajo. El resto de miembros de su familia solicitar¨¢ asilo en Espa?a.
Su esposa, Sharifa, de 29 a?os, explica las dificultades de los ¨²ltimos meses, con tres hijos a su cargo y su esposo a 6.000 kil¨®metros. Cuando el pa¨ªs qued¨® bajo el control talib¨¢n, la joven cogi¨® a sus hijos y huy¨® a Ir¨¢n donde viv¨ªa un hermano, que los acogi¨®. Pas¨® un a?o en su casa, pero las autoridades iran¨ªes no la dejaban salir en avi¨®n hacia Espa?a porque carec¨ªa de documentaci¨®n. As¨ª que Said pidi¨® ayuda a su hermano Sayed, de 25 a?os, que dej¨® su trabajo y se ocup¨® de su cu?ada y sobrinos, que tuvieron que volver a Afganist¨¢n y luego cruzar a Pakist¨¢n, donde le esperaban los visados para volar a Espa?a, tambi¨¦n con la ayuda de Darko.
¡°Las mujeres no tienen libertad de movimientos por el pa¨ªs, puede apresarlas y encarcelarlas, as¨ª que ped¨ª a mi hermano Sayed que ayudara a mi esposa a cruzar las fronteras y hacerse entender para poder subirse al avi¨®n que sali¨® a mediados de agosto de Islamabad en direcci¨®n a la base militar espa?ola [de Torrej¨®n de Ardoz]. Le estoy muy agradecido al hermano de mi esposa. Ha mantenido durante un a?o con un solo salario a su familia y a la m¨ªa, 10 personas en total¡±, apunta. La joven afgana, que en su pa¨ªs era ama de casa, solo piensa en aprender el nuevo idioma y formarse laboralmente para cocinera, peluquera o lo que surja, traduce Said de la lengua fars¨ª que habla Sharifa.
?Volver alg¨²n d¨ªa a Afganist¨¢n? ¡°Cada segundo pienso en la vida que ten¨ªamos en mi pa¨ªs. Es muy dif¨ªcil dejar tu casa, dejar a tu gente e irte a un pa¨ªs con una lengua y cultura diferentes. Pero mi esperanza es que mis hijos tengan una vida normal, sean libres¡±, confiesa el refugiado afgano. ¡°Nunca, nunca podremos volver mientras los talibanes gobiernen el pa¨ªs¡±, asegura. Said pertenec¨ªa a las fuerzas especiales afganas y todos sus datos personales est¨¢n en el Ministerio de Defensa, ahora bajo el control talib¨¢n, as¨ª que disponen de todas las herramientas para localizar y capturar a los cr¨ªticos. De hecho, ¨¦l particip¨® en muchas operaciones de contenci¨®n de los talibanes. ¡°Si hay un cambio de gobierno o los talibanes cambian su manera de dirigir el pa¨ªs, su pol¨ªtica, desear¨ªa volver a Afganist¨¢n. Pero si no es as¨ª, no puedo volver¡±.
Los hijos de Said y Sharifa se distraen en un parque cercano al centro de acogida valenciano subiendo y bajando escaleras y muros a pesar de la ligera llovizna que cae, mientras sus padres describen tantos meses de incertidumbre. Por suerte, las olas de calor que se han sucedido en Valencia dan una tregua a los reci¨¦n llegados y recuerdan a la pareja afgana el tiempo t¨ªpico de su lugar de origen, rodeado de bosques y con monta?as cerca. Como advierte el exsoldado, una vida puede ser muy d¨ªficil o muy f¨¢cil: ¡°Puedo adaptarme r¨¢pido a cualquier situaci¨®n porque he trabajado con personal extranjero en Afganist¨¢n y estoy acostumbrado¡±. Ha viajado adem¨¢s a EE UU, a India a Pakist¨¢n y a m¨¢s pa¨ªses, y conoce la diversidad de culturas.
Sayed, su hermano, tambi¨¦n est¨¢ acostumbrado a los cambios porque estudi¨® Ingenier¨ªa Civil en la India y ha trabajado en Dubai. Ahora solicitar¨¢ la regularizaci¨®n en Espa?a y mientras aprende el idioma ¡ªdomina perfectamente el ingl¨¦s¡ª tratar¨¢ de convalidar sus estudios y trabajar en su especialidad. Despu¨¦s de idas y venidas de un pa¨ªs a otro hasta poner a su cu?ada y sobrinos a salvo y reunirlos con Said, el joven ha encontrado en los escasos dos d¨ªas que lleva en Valencia ¡°paz y tranquilidad¡±, una vida sin sobresaltos.
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