Los 62.000 ¡°pioneros¡± de la energ¨ªa fotovoltaica en Espa?a siguen esperando su compensaci¨®n 15 a?os despu¨¦s
Las familias que invirtieron en placas solares animadas por la campa?a ¡°El sol puede ser tuyo¡± reclaman el reconocimiento que una corte de arbitraje internacional ha otorgado a las grandes empresas que sufrieron el mismo perjuicio por el cambio legal que merm¨® los ingresos prometidos por el Gobierno
La habitaci¨®n est¨¢ construida bajo el nivel del suelo. Es sencilla. Dos mesitas de noche a cada lado de la cama, un perchero esbelto sin nada colgado, un mueble de cuatro cajones para los enseres m¨¢s necesarios y una ventana diminuta en una esquina por donde algunas noches asoma la luna. En el lado derecho de la alcoba, Cati Alc¨¢zar, de 61 a?os, trata de conciliar el sue?o sin ¨¦xito. Acurrucado en la parte izquierda, su marido, Juan Ruiz Reinaldo, de 65, hace lo propio sin mejor suerte. ?l trabaja de sol a sol como fontanero, ella limpiando casas de particulares y oficinas. No se han visto en ...
La habitaci¨®n est¨¢ construida bajo el nivel del suelo. Es sencilla. Dos mesitas de noche a cada lado de la cama, un perchero esbelto sin nada colgado, un mueble de cuatro cajones para los enseres m¨¢s necesarios y una ventana diminuta en una esquina por donde algunas noches asoma la luna. En el lado derecho de la alcoba, Cati Alc¨¢zar, de 61 a?os, trata de conciliar el sue?o sin ¨¦xito. Acurrucado en la parte izquierda, su marido, Juan Ruiz Reinaldo, de 65, hace lo propio sin mejor suerte. ?l trabaja de sol a sol como fontanero, ella limpiando casas de particulares y oficinas. No se han visto en todo el d¨ªa, pero los dos saben que se encontrar¨¢n de nuevo en sus desvelos durante otra madrugada eterna.
¡ª?No est¨¢s durmiendo?, le dice Cati.
¡ªSe ha ido el sue?o.
¡ªAs¨ª estoy yo.
Ambos se incorporan. Est¨¢n al borde de la ruina econ¨®mica y hoy tampoco podr¨¢n dormir. Apoyan sus espaldas sobre el cabecero y, a oscuras, para no gastar luz, conversan hasta el amanecer sobre c¨®mo salir de la boca del lobo en la que se han metido despu¨¦s de invertir todos sus ahorros en cuatro instalaciones fotovoltaicas en el parque solar La Jeresa, en Lorca (96.238 habitantes, en Murcia). El peso de la casa que tienen sobre sus cabezas les aplasta. Corren el serio riesgo de ser embargados y quedarse en la calle con sus dos hijos.
Una detr¨¢s de otra, as¨ª fueron las noches de Cati y Juan entre los a?os 2010 y 2013, cuando al igual que otras 62.000 familias espa?olas no pod¨ªan hacer frente al pago de sus placas solares despu¨¦s de invertir en ellas los ahorros de sus vidas. Dos a?os antes, hab¨ªan acudido a la llamada del Gobierno de Espa?a, que lanz¨® una campa?a publicitaria denominada ¡°El sol puede ser tuyo¡±, que incentivaba a la ciudadan¨ªa a invertir en la construcci¨®n de peque?as plantas fotovoltaicas para que el pa¨ªs llegara a autoabastecerse de energ¨ªa limpia. Una estrategia que formaba parte del compromiso adquirido con la Uni¨®n Europea despu¨¦s de sumarse al Protocolo de Kioto.
Cada placa goza de unos 30 a?os de vida ¨²til. De este modo, los ingresos prometidos por el Ministerio de Industria les permitir¨ªan pagar el coste de la instalaci¨®n ¡ªunos 75.000 euros por cada 100 kilovatios ¡ª en los primeros 10 a?os, lo que dejaba otros 20 a?os de beneficios limpios. Un negocio redondo que nunca se cumpli¨®. Con la inversi¨®n ya hecha y la deuda ante el banco, primero el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y m¨¢s tarde el de Mariano Rajoy, les aplicaron unos recortes con car¨¢cter retroactivo sobre sus ingresos de hasta el 50% que hizo imposible asumir el d¨¦bito. Adem¨¢s, todos hab¨ªan sido obligados a avalar la inversi¨®n con sus bienes personales. El Tribunal Superior de Justicia nunca les dio la raz¨®n. Sin embargo, a d¨ªa de hoy, las empresas extranjeras que al igual que ellos invirtieron en renovables han ganado hasta la fecha 14 de los 17 laudos presentados ante una corte de arbitraje internacional con sede en Washington, el CIADI. Los tres restantes pertenecen a la ¨¦poca del Gobierno de Zapatero, cuando se aplicaron recortes retroactivos del 30% pero se ampliaron los a?os de productividad. Los peque?os inversores, que en su mayor¨ªa proced¨ªan del mundo rural, no tienen derecho a acudir a los tribunales internacionales por tratarse de inversiones realizadas en su propio pa¨ªs.
¡°Ha sido el hecho m¨¢s traum¨¢tico de nuestra vida. Nos enga?aron, jugaron con nosotros. No le deseamos a nadie lo que hemos tenido que pasar¡±, explica Juan. ¡°Quise invertir para que mis hijos tuvieran una ayuda, para pagarles la universidad. Acab¨¦ casi en la ruina y comiendo patatas cocidas con ajo porque no hab¨ªa para m¨¢s¡±, a?ade el hombre, que durante a?os trabaj¨® jornadas de 16 horas para obtener los ingresos con que hacer frente a las facturas.
¡°Nos utilizaron como conejillos de indias en una industria inmadura. Lo que se supon¨ªa que era la democratizaci¨®n de la producci¨®n de energ¨ªa se convirti¨® en una estafa flagrante que destroz¨® la vida de miles de personas¡±, asegura Miguel ?ngel Mart¨ªnez Aroca, de 51 a?os, presidente de la asociaci¨®n de productores de energ¨ªa fotovoltaica ANPIER. ¡°Cambiaron las normas a mitad de partido y ahora vemos c¨®mo las empresas extranjeras, que en su momento solo representaban el 20% de la inversi¨®n inicial, no confiando en la justicia espa?ola, se han ido al CIADI. Lo que nosotros le decimos al Gobierno es que no es posible que sobre el mismo hecho ¡ªla inversi¨®n en la fotovoltaica¡ª, los fondos de inversi¨®n obtengan laudos condenatorios de miles de millones de indemnizaci¨®n y a los nacionales, la clase media y trabajadora que eran todos esos peque?os inversores, les dejen con un recorte perpetuo sin compensaci¨®n ninguna. Solamente pedimos que nos dejen seguir produciendo cinco a?os m¨¢s de lo estipulado, hasta el 2035, y as¨ª compensar los 35 millones de euros que nos han recortado¡±, finaliza.
Solo la refinanciaci¨®n a 20 a?os que los particulares pactaron con sus respectivas entidades bancarias permiti¨® aliviar un poco la econom¨ªa de las familias. ¡°Lo que en un principio eran 75.000 euros terminar¨¢ cost¨¢ndonos 140.000. El doble de lo que se nos prometi¨®. Estamos cambiando cebada por piedra, lo comido por lo servido. Cero beneficios. La situaci¨®n ha llegado a tal punto que nos conformamos con empatar el partido, con no perder¡±, afirma Paco Fern¨¢ndez, de 70 a?os, profesor de franc¨¦s jubilado y propietario de una instalaci¨®n fotovoltaica en La Jeresa.
A su lado, durante una visita de los socios por el parque, Isabel Moya, de 63 a?os, camina a paso lento y sin hablar con nadie. El d¨ªa amanece nublado, pero ella se protege del sol que le iba a dar de comer con unas gafas negras. ¡°En 2007 ten¨ªa 48 a?os, trabajaba como cocinera en un colegio ganando 800 euros al mes. Nunca hab¨ªa invertido. Nadie nos dijo que ¨¦ramos tan vulnerables. Da mucha rabia haberme equivocado por un enga?o del Gobierno¡±, cuenta. ¡°Jam¨¢s hubiera invertido un solo euro, pero te lo pintaban tan bien¡ El anuncio lo firmaba el Ministerio de Industria. Empiezas a ver a tu alrededor que la gente se anima, y al final haces lo mismo. Mi marido y yo compramos una para cada uno¡±, explica Isabel, que durante los a?os m¨¢s duros sufri¨® un derrame cerebral. ¡°He pasado por todos los sentimientos malos que te puedas imaginar. Pero estoy viva. No quiero ni saber lo que he perdido, no echo cuentas porque si no me vengo abajo. Tal vez alg¨²n d¨ªa lo haga. Solo quiero terminar de pagar la placa y olvidarme de esto para siempre¡±, finaliza.
Juan Fern¨¢ndez, electricista de 48 a?os, no corri¨® la misma suerte. Los recortes retroactivos, adem¨¢s del impuesto del 7% sobre los ingresos brutos aprobado en 2012, lo colocaron en un callej¨®n sin salida. Despu¨¦s de un pr¨¦stamo de su padre ¨D¡°un dinero que nunca le he podido devolver¡±, dice¨D con su mujer en paro y una hija, no tuvo m¨¢s remedio que vender ¡°por desesperaci¨®n¡± su placa solar a un precio mucho menor del que la hab¨ªa adquirido. ¡°El banco ya no me daba m¨¢s pr¨¦stamos. Era eso o quedarnos en la calle. A los inversores peque?os nos han abandonado, quer¨ªan patriotas que contribuyeran a luchar contra el cambio clim¨¢tico y al final lo que hemos hecho ha sido arar el terreno para que entren ahora las grandes empresas¡±, cuenta. ¡°Fue mi primera inversi¨®n y la ¨²ltima. Nunca he vuelto a tener una situaci¨®n econ¨®mica holgada¡±, reconoce.
Durante 2022, la energ¨ªa fotovoltaica ha incrementado su producci¨®n en Espa?a un 37,3% con respecto al curso pasado, situ¨¢ndose como la cuarta tecnolog¨ªa en el mix de generaci¨®n del pa¨ªs. Las 62.000 familias y pymes que en 2007 representaban el 80% de la inversi¨®n total, se van convirtiendo cada vez m¨¢s en una minor¨ªa. ¡°Ahora que la industria est¨¢ madura, es m¨¢s barata, y todo el mundo sabe que el futuro est¨¢ en las energ¨ªas renovables, son las grandes empresas nacionales e internacionales las que copan al mercado¡±, explica Antonio Alc¨¢zar, presidente de la cooperativa La Jeresa, que aglutina 418 instalaciones con una producci¨®n de 4 megavatios. ¡°Se est¨¢n aprobando megaparques de 400 MW. La inversi¨®n social que promet¨ªan y que representaban los particulares ha desaparecido. El pez grande vuelve a comerse al peque?o¡±, apunta desde la oficina del parque. Dioni Ruiz (52 a?os), administrativa de la cooperativa, interrumpe: ¡°Este mes nos han llegado cuatro correos de empresas extranjeras para comprar el parque. Est¨¢n como locos, se aprovechan y quieren comprarnos a precio de saldo¡±.
¡ª?Qu¨¦ les van a contestar?
Alc¨¢zar deja unos segundos y medita su respuesta.
¡ªNo est¨¢ en venta. Ya nos han estafado suficiente.