La cruzada de los urbanitas contra los mugidos de ¡®Carmina¡¯ y los ruidos del campo
Un ganadero de Pola de Siero (Asturias) recibe una multa por los decibelios de una ternera tras la denuncia de un vecino
Las vacas mugen, los cencerros resuenan, los asnos rebuznan, las gallinas cloquean, los gallos cantan, las ovejas balan, el ganado defeca en las calles y algunos vecinos se quejan. El auge del turismo rural y el aumento de personas que se mudan de las ciudades a los pueblos, especialmente tras la pandemia, ha hecho que los urbanitas se topen con la realidad que se vive en este entorno: que, aunque no se escuchen los bocinazos de los atascos ni los llantos de beb¨¦s del piso de al lado porque apenas hay ni?os a causa de la despoblaci¨®n, s¨ª hay ...
Las vacas mugen, los cencerros resuenan, los asnos rebuznan, las gallinas cloquean, los gallos cantan, las ovejas balan, el ganado defeca en las calles y algunos vecinos se quejan. El auge del turismo rural y el aumento de personas que se mudan de las ciudades a los pueblos, especialmente tras la pandemia, ha hecho que los urbanitas se topen con la realidad que se vive en este entorno: que, aunque no se escuchen los bocinazos de los atascos ni los llantos de beb¨¦s del piso de al lado porque apenas hay ni?os a causa de la despoblaci¨®n, s¨ª hay ruidos propios del campo a los que no est¨¢n acostumbrados. El ¨²ltimo episodio de la inadaptaci¨®n de los urbanitas neorrurales se ha vivido en Villares (Asturias, 50 habitantes), donde un vecino ha denunciado los decibelios de los mugidos de una vaca. Los due?os de Carmina han recibido una multa que han recurrido, indignados por esta afrenta a su estilo de vida.
El ganadero Roberto Pandiello ha criticado ante la televisi¨®n asturiana lo que considera ¡°una nueva tendencia de gente que se muda a entornos rurales y no comprende que no son urbanizaciones¡±. ¡°En una granja con animales, es normal que haya ruidos, es una zona rural y los animales siempre estuvieron¡±, ha recalcado el asturiano, que ha recibido con estupefacci¨®n una multa de 300 euros por parte del Ayuntamiento de Pola de Siero, del que depende su pedan¨ªa, porque la ordenanza municipal proh¨ªbe ruidos superiores a 55 decibelios. Las mediciones revelaron que la res alcanz¨® los 74 el pasado verano, cuando la ternera estaba sufriendo porque su madre hab¨ªa enfermado y acab¨® siendo sacrificada. ¡°Carmina no pudo seguir mamando¡±, indica Pandiello, de modo que durante ¡°algunos d¨ªas¡± mugi¨® m¨¢s alto de lo normal hasta que se acostumbr¨®. Jam¨¢s en los 40 a?os de explotaci¨®n familiar para autoconsumo, sostiene el hombre, hab¨ªan vivido nada igual. La gente asum¨ªa que en los pueblos hay animales con ruidos y olores que aceptar.
Este episodio se suma a una pugna vivida este verano en Herrera de Ibio (Cantabria, 239 vecinos), donde el vecindario se opuso a que el cura de la localidad enmudeciese las campanas por la noche. La responsable de una casa rural cercana a la iglesia exigi¨® al p¨¢rroco que las apagase durante esas horas porque perturbaban a sus hu¨¦spedes y este sucumbi¨® ante la presi¨®n hasta que el pueblo alz¨® la voz. Las pancartas contra la decisi¨®n, colocadas incluso en las paredes del templo, reclamando que los turistas acatasen las costumbres rurales propiciaron que el campanario volviera a ta?er.
El Principado de Asturias tambi¨¦n acogi¨® otra queja de los habitantes rurales contra los veraneantes que imponen sus usos y costumbres y se quejan de que un gallo cacaree de madrugada. ¡°Atenci¨®n, pueblu asturianu. Usted accede asumiendo los riesgos: aqu¨ª tenemos campanarios que suenan regularmente, gallos que cantan temprano, reba?os que viven cerca e incluso algunos llevan lloqueros (cencerros) que tambi¨¦n emiten sonidos, tractores propiedad de agricultores que trabajan para alimentarte y caminos asfaltados, no autopistas (conductor circule con precauci¨®n)¡±, reza un cartel ubicado en la entrada a Ribadesella (Asturias, 5.700 habitantes), con varios peque?os concejos dependientes del Ayuntamiento y que en ¨¦poca estival se llena de viajeros. ¡°Si no puedes soportarlo tal vez no est¨¦s en el lugar correcto¡±, zanja el letrero que coloc¨® el equipo de Gobierno hartos de quejas de viajeros inadaptados.
Esos mensajes advirtiendo a los turistas picajosos se hallan tambi¨¦n en Moslares de la Vega (Palencia, 30 personas). ?scar Mart¨ªn, presidente de la junta vecinal del pueblo, pag¨® de su bolsillo un cartel que advert¨ªa de los reba?os, los molestos tractores y las campanas. ¡°Si no puedes soportarlo, ?Est¨¢s en el lugar equivocado! de lo contrario, aqu¨ª encontrar¨¢ una c¨¢lida bienvenida¡±, se avisa a los forasteros. Mart¨ªn se muestra incr¨¦dulo ante ese turismo rural que se queja de los h¨¢bitos que all¨ª encuentra: ¡°No entiendo qu¨¦ quiere hacer la gente de la ciudad con los pueblos, si creen que solo sirven para sacar alimentos para ella¡±. ?l se amolda ¡°a los humos y a los sem¨¢foros¡± cuando va a la ciudad y espera lo mismo de quien visite localidades como la suya, que ha recibido muchos apoyos desde que sac¨® esta iniciativa. Le han asegurado que instalar¨¢n paneles similares para informar a los forasteros de lo que se encontrar¨¢n si entran en el lugar.
Un precedente optimista para los pobladores rurales de toda la vida es el juicio contra Maurice, un gallo franc¨¦s que en 2019 fue llevado a los tribunales. El animal fue denunciado por unos jubilados que se mudaron a un pueblito en el que resid¨ªa una familia con un gallinero y al poco denunciaron el quiquiriqu¨ª matutino que tanto los molestaba. Miles de personas defendieron al gallo, cuyos due?os ganaron el juicio entre una gran movilizaci¨®n popular. Tal fue el revuelo que en Francia se traz¨® un proyecto de ley nacional para proteger el ¡°patrimonio sensorial¡± del medio rural. Carmina no est¨¢ sola.
La ¨¦poca m¨¢s conflictiva para las zonas rurales que sufren la llegada de forasteros desconocedores del contexto es la veraniega o los puentes y periodos vacacionales. Es entonces cuando sus pueblos se llenan y no siempre se toleran lo que all¨ª se ve normal y que no es tan habitual en las ciudades, como los cacareos o los olores de las cuadras y granjas. Esta actitud enfada a lugare?os como el palentino ?scar Mart¨ªn, que pide un ¡°turismo rural con responsabilidad¡±. Las localidades costeras critican que muchos turistas aparcan los coches en prados o en zonas donde sube la marea y se acaban inundando. M¨¢s de una vez en Galicia o Asturias han re¨ªdo por lo bajini al ver que los veh¨ªculos de matr¨ªculas for¨¢neas acaban siendo v¨ªctimas del mar.