Muere ¡®Maurice¡¯, el gallo que simbolizaba la defensa de la vida rural en Francia
El animal se convirti¨® en un referente de la batalla campo-ciudad y lleg¨® a inspirar una ley para preservar el ¡°patrimonio sensorial¡± rural
En un tiempo no tan lejano aunque ahora lo parezca, antes de que la pandemia de coronavirus cambiara tantas cosas y prioridades, lo que conmov¨ªa a Francia eran cosas como la batalla campo-ciudad que se viv¨ªa entre los defensores de la vida rural tradicional y los urbanitas que invaden el campo en vacaciones con sus costumbres y exigencias. El s¨ªmbolo de ese pulso tan franc¨¦s tanto en la forma como el fondo era Maurice, un orgulloso y lustroso gallo que viv¨ªa en la tur¨ªstica isla de Ol¨¦ron y que fue el protagonista de una batalla legal por su h¨¢bito de cantar, como ave de corral que era, al alba, lo que molestaba a sus vecinos estivales. Maurice gan¨® el juicio el pasado septiembre y, con ¨¦l, el mundo rural cant¨® victoria. Ahora llora su muerte, anunciada esta semana por su due?a.
Maurice ¡°muri¨® el mes pasado durante el confinamiento¡±, ha afirmado Corinne Fesseau a la Agencia France Presse. El animal, que a sus seis a?os deber¨ªa haber disfrutado de la plenitud de la vida (estas aves pueden vivir hasta una d¨¦cada), padec¨ªa desde hac¨ªa meses coriza, una enfermedad que causa problemas respiratorios en gallinas dom¨¦sticas y gallos. Su due?a asegur¨® haber hecho ¡°todo lo posible¡± para salvarlo, pero no fue suficiente. ¡°Lo encontramos muerto al pie del gallinero¡±, explic¨®.
Con ¨¦l se va ¡°un emblema, un s¨ªmbolo de lo rural, un h¨¦roe¡±, lo celebr¨® Fesseau de forma p¨®stuma. No exageraba.
Maurice se convirti¨® en el gallo m¨¢s famoso de Francia el verano pasado, cuando fue llevado a juicio ¡ªjunto a su due?a¡ª por los vecinos, una pareja de jubilados que hab¨ªa instalado su segunda residencia junto a la de Fesseau, que vive en Saint-Pierre-d¡¯Ol¨¦ron, la principal localidad de la isla de Ol¨¦ron y cuya poblaci¨®n de 7.000 habitantes se quintuplica en verano. Los demandantes estimaban que Maurice ten¨ªa instalado su corral a pocos metros de la casa vecina, a quienes provocaba un ¡°perjuicio sonoro¡± con su costumbre de cantar al alba.
Aunque el caso ten¨ªa algunos claroscuros ¡ªlas viviendas afectadas no est¨¢n en mitad del campo sino en una poblaci¨®n, como argumentaron los demandantes¡ª el caso r¨¢pidamente se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la lucha de ¡°la ciudad contra el campo¡±. Al fin y al cabo, el de Maurice era el primero que llegaba a los tribunales, pero no el ¨²nico caso que demostraba que los urbanitas que dicen ir al campo a descansar y desconectar acaban quej¨¢ndose de ruidos naturales del mundo rural. Ese mismo verano, destac¨® la prensa francesa, unos turistas intentaron que el alcalde de una localidad de la Provenza fumigara los ¨¢rboles de la plaza porque les molestaba el ruido de las cigarras y, en otra localidad en el centro del pa¨ªs, en Bondons, hubo una petici¨®n de otra visitante para que se retrasara el ta?ido de las campanas de la iglesia, porque al sonar a las siete de la ma?ana la despertaban. Un par de meses despu¨¦s de la victoria de Maurice, lleg¨® la de los patos de Soustons, cuya due?a tambi¨¦n hab¨ªa sido demandada por los vecinos por el ruido que, dec¨ªan, hac¨ªan estos animales que llevaba m¨¢s de tres d¨¦cadas criando en sus terrenos pero cuyo ruido molestaba a los vecinos que recientemente hab¨ªan adquirido la propiedad vecina.
Maurice ya no volver¨¢ a molestar a sus vecinos, aunque seguir¨¢ cerca de ellos: su due?a lo ha enterrado en el jard¨ªn.
Pero su legado perdurar¨¢. En enero, la Asamblea Nacional vot¨® a favor de una propuesta de ley que consagra la noci¨®n de ¡°patrimonio sensorial¡± del campo. Desde entonces, el olor a esti¨¦rcol, el cacareo de los gallos o los cantos de las cigarras est¨¢n protegidos por ley. ¡°Los abogados podr¨¢n prevenir a sus clientes: atenci¨®n, hay un patrimonio sensorial protegido¡±, dijo el impulsor de la normativa, el diputado Pierre Morel-?-L¡¯Huissier. La iniciativa recibi¨® incluso el visto bueno del Consejo de Estado que, tras ser consultado y aunque realiz¨® algunas precisiones, estim¨® que, en el fondo, tanto el objetivo de la normativa de ¡°preservaci¨®n de la biodiversidad y los modos de vida en el mundo rural, como el de la prevenci¨®n de los conflictos, son leg¨ªtimos¡±. La m¨¢xima autoridad administrativa fue m¨¢s all¨¢ a¨²n y subray¨® que el tema, ¡°a primera vista anodino, trata en realidad cuestiones profundas que afectan tanto a la identidad francesa como a la convivencia¡±. Una cuesti¨®n que, con la idealizaci¨®n que muchos urbanitas han hecho del campo tras dos largos meses de confinamiento por el coronavirus, podr¨ªa ser m¨¢s urgente que nunca, aunque Maurice ya no vaya a vivirlo.
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