Catalu?a en paz, Espa?a protegida, y el PP, desarmado
La reforma del delito de sedici¨®n culmina el proceso de normalizaci¨®n de Catalu?a y sus efectos preservan al Estado de los previsibles reveses de su Justicia ante los tribunales europeos
La reforma del delito de sedici¨®n entra?a tres efectos inmediatos. Completa la pacificaci¨®n de Catalu?a. Protege a la Justicia espa?ola ante los tribunales europeos. Y desarma al PP, que queda sin argumentos, lanceando enemigos inexistentes.
En efecto, la me...
La reforma del delito de sedici¨®n entra?a tres efectos inmediatos. Completa la pacificaci¨®n de Catalu?a. Protege a la Justicia espa?ola ante los tribunales europeos. Y desarma al PP, que queda sin argumentos, lanceando enemigos inexistentes.
En efecto, la medida culmina sustancialmente el proceso de normalizaci¨®n de Catalu?a iniciado con la vuelta al di¨¢logo democr¨¢tico e institucional que negaron el Gobierno y el Govern anteriores (armados en torno al PP y a Junts) y que han recuperado los actuales (encabezados por socialistas y esquerristas). En lo sustancial: pues claro que quedar¨¢n relevantes flecos pendientes, sobre todo por la parte catalana (pacto de reconciliaci¨®n interna, retorno de empresas, completa igualdad de trato a la mayor¨ªa catalanoespa?ola).
As¨ª que lleva a su etapa final la estrategia del ibuprofeno para bajar la inflamaci¨®n y la temperatura de la cuesti¨®n catalana: prefiramos este concepto tradicional que la simplona y reduccionista alusi¨®n al ¡°conflicto entre Catalu?a y Espa?a¡±. El antipir¨¦tico m¨¢s convincente y, por tanto, duradero es el debate, la negociaci¨®n y la transacci¨®n democr¨¢tica, dentro de las instituciones y dentro de la ley.
La abrumadora evidencia indica que ha sido una estrategia exitosa: solo quienes odien a los catalanes, ignoren su realidad y no se acerquen a sus calles y plazas mayores (que de todo eso hay) pueden negarlo. El clima pol¨ªtico y social se ha despresurizado. Ya solo alg¨²n grup¨²sculo residual insulta al discrepante, deslegitima al disidente y niega la pluralidad. Las avenidas de la Catalunya-ciutat no lucen ya un hu¨¦rfano lazo amarillo. El unilateralismo ¨Desa equivalencia a tomarse la justicia por su mano¨D ha deca¨ªdo. Las encuestas oficiales de la Generalitat indican que la ultraderecha encarnada en Junts (a la par que en Vox) decae. M¨¢s a¨²n, se desploma: obtendr¨ªa hoy apenas la mitad de sus diputados auton¨®micos. Y se impedir¨ªa una mayor¨ªa soberanista en el Parlament.
Adicionalmente, los t¨¦rminos exactos de la reforma no exoneran de sus responsabilidades judiciales ni al expresidente fugado a Waterloo, Carles Puigdemont, ni a consejeros m¨¢s adictos, y m¨¢s declinantes. Lo contrario habr¨ªa sido un desprop¨®sito jur¨ªdico (no puede haber delito sin pena). Y habr¨ªa supuesto un intolerable trato discriminatorio: indebidamente favorable a la execrable conducta de huir de la justicia, frente a quienes libremente asumieron sus responsabilidades. Los pr¨®fugos pod¨ªan y pueden volver. Que vuelvan, a rendir cuentas. Solo as¨ª podr¨¢n aspirar a beneficiarse de la generosidad democr¨¢tica que con su golpe pretendieron destruir.
Los efectos de la reforma no se agotan en territorio catal¨¢n: y, pues, tambi¨¦n espa?ol, recu¨¦rdenlo los nacionalistas centralistas. Protegen asimismo al Estado de los previsibles reveses de su justicia ante los tribunales europeos (que asimismo forman parte del sistema judicial interno). No solo de los tribunales nacionales alem¨¢n, belga o italiano, que han ido marcando distancias ¨Dno siempre justificadas, pero tampoco siempre injustificables¡ª sino tambi¨¦n de los supranacionales. Como el Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea y sobre todo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pues es f¨¢cil detectar un doble consenso a¨²n impl¨ªcito: la coincidencia en la necesidad de haber sancionado las conductas delictivas, y al mismo tiempo la ausencia de sinton¨ªa por el peso abrumador de las largas penas impuestas.
La reforma de la sedici¨®n no va contra el Tribunal Supremo, sino que lo protege. Algunos de quienes cubrimos milim¨¦tricamente el juicio del proc¨¦s en el viejo caser¨®n de las Salesas podemos confirmar de nuevo que el designio de la Sala Segunda, y en particular de su presidente, el magistrado Manuel Marchena, era complementar la sentencia obteniendo una rebaja/reforma legal a tenor de la que ahora se arbitra. Circularon ideas y circularon papeles.
Pero no lo complet¨®. Su tarea a la hora de rebajar el tipo, de rebeli¨®n a sedici¨®n, fue meritoria, en el contexto de un clima de crispaci¨®n. Pero su percepci¨®n de que ello le obligaba a extremar el grado del castigo qued¨® entonces insatisfecha. Razones pol¨ªticas colindantes a la respuesta de que cada cual aguante su vela contribuyeron al resultado incompleto. Pero lo impidieron, sobre todo, los s¨ªndromes corporativistas, como la insidiosa rebeld¨ªa medi¨¢tica de la Fiscal¨ªa del alto tribunal. Agravada por la zaragozana coartada de su l¨ªder, que hab¨ªa atesorado en el pasado una apreciable trayectoria progresista.
El ¨²ltimo efecto de esta reforma focaliza a los reaccionarios, y, por tanto, a una parte del PP. Es sencillo de describir. Si el Gobierno aguanta el envite ¡ªy le siguen tambi¨¦n los barones m¨¢s tr¨¦mulos y oportunistas, que siempre reprochan a los dem¨¢s los acuerdos con quienes ellos pactaron antes¡ª los previsibles y rid¨ªculos insultos de ¡°antiespa?ol¡± y ¡°traidor¡±, a cargo del ultra¨ªsmo, quedar¨¢n en una tormenta de invierno. Lancear a los muertos, sea al terrorismo etarra o al unilateralismo catal¨¢n, es propio de tah¨²res a la b¨²squeda de propina f¨¢cil. Pero sirve de poco a la naci¨®n. Porque hay una receta mejor.