El Gobierno mantiene en un limbo al sudan¨¦s que pidi¨® asilo en la Embajada espa?ola en Rabat: ¡°Me siento como un zombi¡±
El joven, que sobrevivi¨® a la tragedia de Melilla, lleva m¨¢s de mes y medio escondido y esperando una respuesta
Un agudo dolor en la sien recuerda a Basir todos los d¨ªas que no es libre. Las jaquecas llevan tiempo machac¨¢ndolo, pero no puede ir al m¨¦dico porque no quiere que su nombre figure en ning¨²n registro. Escondido en una ciudad marroqu¨ª desde hace mes y medio, ni siquiera se atreve a acercarse a la farmacia a por una caja de paracetamol. Tampoco tiene dinero para comprarlo. Hay momentos en los que este joven sudan¨¦s de 24 a?os, que pide no revelar su verdadero nombre, quiere acabar con todo. En otros, se resigna a contar los d¨ªas que le quedan para que ¡°algo bueno¡± le ocurra por fin en su vida. Pero la cuenta puede ser infinita y la cabeza, a la que da vueltas y vueltas, no deja de dolerle. ¡°No puedo m¨¢s. Estoy realmente cansado de mi vida y me siento como un zombi¡±, cuenta a EL PA?S por tel¨¦fono desde su escondite.
Basir sobrevivi¨® a la tragedia de Melilla del pasado 24 de junio y, seis meses despu¨¦s, decidi¨® acudir a la Embajada espa?ola en Rabat y pedir viajar a Espa?a de forma legal y pedir asilo. El paso que dio, aunque podr¨ªa cambiarle la vida, le obligaba a salir del anonimato de un refugiado sin documentos y le expon¨ªa a¨²n m¨¢s ante las autoridades marroqu¨ªes. Estaba desafiando al sistema porque su iniciativa pone a prueba el discurso oficial, la seguridad que ofrece Marruecos a los refugiados y el cumplimiento de la legislaci¨®n por parte de las autoridades espa?olas.
La ley de asilo de 2009 contempla la opci¨®n de pedir protecci¨®n internacional en una misi¨®n diplom¨¢tica espa?ola para que alguien que huye de su pa¨ªs no tenga que forzar una valla o subirse a una patera para encontrar refugio en Espa?a. Es la alternativa que ministros y abogados del Estado han defendido en distintos foros (incluido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos) para justificar las devoluciones en caliente de personas que no estar¨ªan agotando todas las opciones legales disponibles para emigrar. Al mismo tiempo, es la v¨ªa que las autoridades espa?olas se resisten a abrir. ¡°Si se acepta, puede suponer un tremendo efecto llamada¡±, mantienen informalmente fuentes gubernamentales. El Ministerio de Exteriores, responsable en primera instancia de dar una respuesta, no ha contestado a las preguntas de este peri¨®dico. Tampoco el de Interior, cuya Oficina de Asilo y Refugio es la encargada de dar su parecer ante el traslado y, despu¨¦s, estudiar el expediente. La oficina de Acnur en Espa?a tampoco se ha posicionado.
La espera de Basir se prolonga desde el 13 de diciembre, ha pasado ya m¨¢s de mes y medio. Nadie le ha respondido, ni sabe si lo har¨¢n, ni tampoco qu¨¦ dir¨¢n. Para el equipo jur¨ªdico de DEMOS, Estudio Legal de Derechos Humanos, que est¨¢ acompa?ando el proceso, no hay duda de que su caso requiere la protecci¨®n urgente que garantiza la ley: Basir, cristiano, alega persecuci¨®n religiosa en Sud¨¢n ¡ªdonde la minor¨ªa cristiana est¨¢ expuesta a la persecuci¨®n en sus comunidades y en sus propias familias¡ª y temor por su vida en Marruecos. El padre y uno de los hermanos de Basir fueron asesinados cuando ¨¦l era un adolescente, en un ataque en el que ¨¦l sali¨® gravemente herido. Tras la matanza, huy¨® de su aldea y se refugi¨® con parientes, pero estos acabaron amenaz¨¢ndole si no se convert¨ªa al islam. Tras casi una d¨¦cada huyendo, este mes y medio de par¨¢lisis le ahoga. Tiene miedo de que las autoridades espa?olas compartan sus datos con las marroqu¨ªes y que estas tomen represalias contra ¨¦l por alegar que sufre persecuci¨®n en el pa¨ªs magreb¨ª. No dejan de llegarle relatos de compatriotas sudaneses que han sido detenidos. Su abogado, Arsenio Cores, mantiene que el tratamiento que el Gobierno est¨¢ brindando a Basir ¡°vulnera sus derechos humanos y le mantiene en un entorno torturante¡±. Y a?ade: ¡°Todo el riesgo que el joven sudan¨¦s corre ahora mismo es responsabilidad del Estado¡±.
En mensajes enviados a este peri¨®dico, Basir relata su angustia: ¡°Mi situaci¨®n empeora cada d¨ªa en t¨¦rminos de seguridad. Vivir aqu¨ª por tanto tiempo es peligroso para m¨ª y tampoco puedo pensar en volver a mi pa¨ªs o irme a otro lugar porque tambi¨¦n pondr¨ªa mi vida en riesgo. Adem¨¢s, no hay trabajo con el que pueda ganar algo para comprar comida o, sobre todo, medicinas porque estoy enfermo y vivo en la calle¡±. Basir, que ha renunciado a cualquier intento de entrar a Espa?a de forma irregular, asegura que el salvoconducto espa?ol es su ¡°¨²nica opci¨®n y esperanza¡±. Mantiene que las mismas autoridades espa?olas que le expulsaron cuando consigui¨® entrar en Melilla deber¨ªan garantizarle ahora ¡°seguridad y protecci¨®n¡±.
Aunque se trate de un caso individual, la iniciativa de Basir y sus abogados tiene trascendencia pol¨ªtica. Una vez ha deca¨ªdo la pol¨¦mica por la gesti¨®n del episodio del 24 de junio en el que murieron al menos 23 personas, partidos de distintas ideolog¨ªas (del PP a EH-Bildu) est¨¢n interes¨¢ndose por el proceso y registrando preguntas parlamentarias para obligar al Gobierno a posicionarse. El asunto ha escalado tambi¨¦n al Parlamento Europeo, donde el eurodiputado de Anticapitalistas Miguel Urb¨¢n ha registrado una pregunta. El caso interesa tambi¨¦n al Defensor del Pueblo porque entre sus recomendaciones tras aquella jornada de junio apel¨® a Exteriores para que facilitase este tr¨¢mite en las embajadas espa?olas. La Fiscal¨ªa ha mostrado igualmente su preocupaci¨®n por este tema. A pesar de descartar la imputaci¨®n de cualquier delito a las autoridades espa?olas por su actuaci¨®n en la valla de Melilla, el ministerio p¨²blico inst¨® al Gobierno a que facilite que los refugiados puedan pedir asilo en embajadas y puestos fronterizos. El decreto de la fiscal se?al¨® ¡°posibles fallas de un sistema¡± que permite que personas merecedoras de protecci¨®n internacional pongan en riesgo su vida.
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