Festival Agrocuir: el primer evento LGTBI de la Espa?a rural se niega a ser una m¨¢quina de hacer dinero
Los creadores de esta cita que congrega cada verano a miles de personas en el pueblo gallego de Monterroso han decidido decrecer para no morir de ¨¦xito
Esta es una historia a contracorriente. La viguesa Marta ?lvarez Quintero fue la primera lesbiana declarada que se instal¨® en Monterroso, un pueblo de 3.500 habitantes del interior de Lugo. Lleg¨® all¨ª hace 26 a?os para poner en marcha una de las primeras granjas ecol¨®gicas de Galicia, un oasis de bienestar animal en el que las vacas pastan en libertad y son cuidadas con mimo. En 2014 volvi¨® a hacer algo distinto, esta vez con humanos. Promovi¨® junto a otros vecinos un evento cultural y sin ¨¢nimo d...
Esta es una historia a contracorriente. La viguesa Marta ?lvarez Quintero fue la primera lesbiana declarada que se instal¨® en Monterroso, un pueblo de 3.500 habitantes del interior de Lugo. Lleg¨® all¨ª hace 26 a?os para poner en marcha una de las primeras granjas ecol¨®gicas de Galicia, un oasis de bienestar animal en el que las vacas pastan en libertad y son cuidadas con mimo. En 2014 volvi¨® a hacer algo distinto, esta vez con humanos. Promovi¨® junto a otros vecinos un evento cultural y sin ¨¢nimo de lucro pionero en Espa?a: el Agrogay, luego rebautizado como Agrocuir, el primer festival que desde el mundo rural se lanz¨® a reivindicar la diversidad sexual y de g¨¦nero. La idea fue un ¨¦xito, un enorme ¨¦xito, y en agosto pasado congreg¨® a unas 4.000 personas, una muchedumbre mayor que la poblaci¨®n del pueblo. Ante tan magn¨ªficas cifras, los promotores de la cita lo tienen claro: ha llegado el momento de decrecer.
El Agrocuir de Monterroso no quiere ser un macrofestival. Sus promotores se niegan a convertirlo en una m¨¢quina de hacer dinero prohibiendo la entrada de bebida y comida, repartiendo pulseritas recargables para pagar o montando palcos VIP para asistentes de bolsillos privilegiados. Rechazan tambi¨¦n las monta?as de residuos y el despilfarro energ¨¦tico que generan los eventos masivos. El crecimiento ¡°exponencial¡± de la fiesta ha puesto al l¨ªmite al pueblo, al patrimonio natural que lo rodea y a sus propios creadores. ¡°Estamos en contra del hipercapitalismo de los grandes festivales. Queremos que el Agrocuir sea una romer¨ªa libre, sostenible y sin mercantilizar¡±, explica ?lvarez Quintero.
La octava edici¨®n arranc¨® en la tarde de este viernes y termina este s¨¢bado. El Colectivo Agrocuir da Ulloa, la asociaci¨®n de esta comarca agroganadera que se encarga de su organizaci¨®n, ha recortado el presupuesto a la mitad (40.000 euros) por decisi¨®n propia y lo mismo ha hecho con la programaci¨®n. Si el a?o pasado hab¨ªa cinco escenarios, este hay solo uno. ?nicamente funcionan dos foodtrucks y son aut¨®ctonas, al igual que el resto de productos que se sirven en el campo de la fiesta, todos de proximidad, incluido el vermut. Todo el mundo es libre de traerse la comida y la bebida de casa, se fomenta el uso compartido de veh¨ªculos particulares y se reparten vasos retornables. La cita se financia fundamentalmente vendiendo rifas y con ayudas de la Diputaci¨®n de Lugo y del Ayuntamiento. Sus promotores no pueden optar a las ¡°grand¨ªsimas inyecciones de dinero¡± que la Xunta otorga a los macrofestivales por no ser profesionales y ¡°no trabajar con ciertas empresas¡±, lamenta ?lvarez: ¡°Las administraciones deber¨ªan trabajar para la cultura popular no para la de masas¡±.
El Festival Agrocuir ha conseguido abrir las puertas de muchos armarios en la comarca de A Ulloa. Cada mes de agosto, las banderas arco¨ªris engalanan las calles de Monterroso, las casas y las mu?ecas de sus habitantes. ¡°Mi madrina, que tiene 92 a?os, lleva puesta la pulsera multicolor desde ayer¡±, afirmaba este jueves Tatiana de Azevedo, presidenta de la Asociaci¨®n Cultural Falcatrueiros. ¡°Es un festival muy enriquecedor para el pueblo a nivel social y cultural. Y econ¨®micamente tambi¨¦n. Cuando empez¨® no hubo ning¨²n tipo de pol¨¦mica. La gente mayor estaba expectante, pero no reticente. Esta gente [por sus promotores] fue muy valiente y han abierto muchas mentes¡±.
Marta ?lvarez a¨²n recuerda a aquel chico procedente de una peque?a aldea de la zona que en la primera edici¨®n se acerc¨® a ella para contarle que hac¨ªa poco que su hermano hab¨ªa comunicado en casa que era gay. Sus padres, le dijo, estaban preocupados por si su hijo sufr¨ªa rechazo por parte de sus vecinos, pero el festival hab¨ªa sido un b¨¢lsamo: comprobaron que ¨¦l no era ni mucho menos el ¨²nico disidente sexual de la comarca. ¡°En este tiempo ha salido mucha gente del armario. La libertad que veo ahora aqu¨ª durante todo el a?o, esas personas que se expresan libremente por las calles, es un regalo¡±, proclama la granjera.
El Agrocuir no va de guetos. Su filosof¨ªa es visibilizar la diversidad sexual y de g¨¦nero en comuni¨®n con todos los habitantes de Monterroso. ¡°El objetivo es que todo el mundo disfrute de una fiesta con gente diversa¡±, destaca el m¨¦dico catal¨¢n Marc San, que conoci¨® Monterroso en 2018 gracias al festival y en 2021 se vino a vivir a este municipio con su familia. Hoy forma parte del n¨²cleo duro de la organizaci¨®n, con el que colaboran unos 50 voluntarios. Y ya cuenta su historia en lengua gallega. ¡°En el rural puede haber espacios m¨¢s diversos que en la ciudad y con redes de cuidado m¨¢s potentes. Los prejuicios que hay son por desconocimiento¡±, esgrime.
Cuando el Colectivo Agrocuir da Ulloa se plante¨® el decrecimiento del festival, estaba sobre la mesa convertir el evento en bienal y no celebrar edici¨®n este a?o. Pero hubo algo que les hizo cambiar de idea: el ascenso de la ultraderecha. ¡°Dijimos ¡®no, ahora mismo, ni un paso atr¨¢s¡±, explican. Monterroso es ya un foco de resistencia a la retirada de derechos para las personas LGTBI que propugna Vox, tercera fuerza pol¨ªtica en Espa?a, pero absolutamente ausente de las instituciones en Galicia. Hace un par de a?os, el pueblo amaneci¨® con unas pintadas hom¨®fobas. El cierre de filas de los vecinos en defensa de la diversidad sexual y de g¨¦nero fue total. ¡°La respuesta del pueblo fue maravillosa y nunca m¨¢s volvi¨® a pasar nada. Somos la capital del queer¡±, resalta ?lvarez.
En esta edici¨®n de decrecimiento, una parte fundamental del Festival Agrocuir s¨ª ha ganado peso. Son los cantos de taberna, una alegre riada de gente que recorre los bares de Monterroso entonando canciones populares. Adem¨¢s de actuaciones musicales, la programaci¨®n incluye talleres y el Cuirathl¨®n, un campeonato de juegos tradicionales donde un equipo de vecinos del pueblo se enfrenta a otro integrado por visitantes. Se disputan un trofeo especial: el Sacho Dorado. El palco VIP frente al escenario est¨¢ reservado para personas con diversidad funcional, gente mayor, mujeres embarazadas o asistentes que necesiten un espacio m¨¢s c¨®modo por la raz¨®n que sea. Este pionero evento sigue muy vivo. ¡°La gente ten¨ªa miedo de que, al parar m¨¢quinas, el festival se arriesgara a morir. Pero yo estoy convencida de que no ser¨¢ as¨ª¡±, defiende De Azevedo. ¡°En este pueblo hay un gran orgullo por el festival y hay gente que no entiende nuestra decisi¨®n, pero lo que estamos haciendo es decrecer para hacerlo mejor¡±, apunta San. ?lvarez, por su parte, aboga por que m¨¢s pueblos repliquen festivales similares y su legado en Monterroso se expanda por Galicia adelante. Y propone: ¡°Pon un Agrocuir en tu aldea¡±.