Rebeli¨®n en la granja
Granxa Maruxa apuesta por la calidad de vida de las vacas para mejorar la leche
La ruta a Santiago tiene un mapa marcado en las estrellas. Desde los primeros tiempos, los peregrinos llegaban a Campus Stellae, "campo de estrellas", como se conoc¨ªa antiguamente a Compostela, siguiendo la V¨ªa L¨¢ctea. La viguesa Marta ?lvarez Quintero tambi¨¦n sigui¨® la v¨ªa l¨¢ctea para asentar su futuro profesional cercano de la Ruta Jacobea, en Monterroso. Colg¨® su t¨ªtulo de Administraci¨®n y Direcci¨®n de Empresas para ponerse al frente de una granja de vacas lecheras. Nacida y criada en la mayor ciudad de Galicia, esta urbanita ha revolucionado los m¨¦todos tradicionales en Granxa Maruxa. Convencida de que la buena marcha del negocio est¨¢ ligada a la felicidad de sus animales, se esmera en brindarles todas las comodidades, desde un establo pintado de colores alegres a m¨²sica de Mozart.
Marta ?lvarez iba para 'broker' pero tuvo un "flechazo" con el mundo rural
Las paredes de las cuadras son de colores; la m¨²sica, de Mozart
Cuando a¨²n respiraba poluci¨®n, Marta so?aba con ser broker de bolsa. Por eso decidi¨® estudiar Empresariales en Lugo. Y en eso estaba cuando descubri¨® su verdadera vocaci¨®n. Como le faltaban s¨®lo dos asignaturas, decidi¨® instalarse en la casa de su abuelo en Cumbraos, Monterroso, e ir y venir a Lugo. "Lo m¨ªo fue un flechazo con el mundo rural", asegura. "Vivir de forma permanente en A Ulloa era muy distinto de pasar all¨ª las vacaciones". Estaba tan a gusto que decidi¨® quedarse.
Con el cambio de milenio, que muchos hab¨ªan imaginado un tiempo futurista, Marta decidi¨® volver a los or¨ªgenes. En un lugar buc¨®lico, una casa restaurada protegida por robles centenarios, apost¨® por montar una granja de vacas. Con el apoyo de su familia, la chica urbanita que no sab¨ªa nada del campo se convirti¨® en ganadera.
Los comienzos fueron duros: "Ten¨ªa que aprender cada detalle, y cuando ya llevaba dos a?os rodando y las cosas comenzaban a marchar, me vi obligada sacrificar todas las reses por un brote de tuberculosis". Marta recuerda el episodio no s¨®lo como un golpe econ¨®mico, sino tambi¨¦n emocional: "Las vacas no quer¨ªan subir al cami¨®n que las iba a llevar al matadero, as¨ª que tuve que subirme yo e ir llam¨¢ndolas una por una por sus nombres". Dice que a¨²n tiene grabada su conmovedora mirada vacuna y cuenta que en ese momento el cielo se oscureci¨®.
Tard¨® tiempo en lograr igual grado de confianza con las sustitutas. Despu¨¦s del varapalo, decidi¨® cambiar al modelo de granja ecol¨®gica con vacas frisonas importadas de Holanda: "Al principio no me entend¨ªa con ellas, as¨ª que les cambi¨¦ los nombres por otros del pa¨ªs, como Brisa y Verba, para hablarles con m¨¢s familiaridad".
Para Marta es importante que sus vacas se sientan a gusto. En el establo, de las paredes pintadas de colores cuelgan fotograf¨ªas hechas por su madre, la conocida fot¨®grafa Mary Quintero, y ha estampado los muros de la sala de recr¨ªa a manchas blancas y negras, imitando la piel de una frisona. Tambi¨¦n ha reconvertido la vieja cuadra en una suerte de galer¨ªa de arte, con fotos de la Cow Parade de Vigo: "Pienso montar aqu¨ª m¨¢s exposiciones".
Adem¨¢s de la estimulaci¨®n crom¨¢tica, las vacas gozan de ambiente musical. "Si escuchan a Mozart, mueven las orejas; se nota que est¨¢n m¨¢s relajadas y eso es bueno para el bienestar animal". Marta est¨¢ convencida de que as¨ª dan mejor leche. Tambi¨¦n les pone temas de Fangoria, y baila para ellas mientras trabaja en el establo: "Creo que eso las divierte".
Cuando charla con ellas, percibe que "son muy inteligentes". Cuenta que cuando brindaron con cava en la inauguraci¨®n del nuevo establo, las vacas, al verlos beber, tambi¨¦n se dirigieron a sus abrevaderos. E igual que cualquier persona, sus frisonas est¨¢n apadrinadas. Ux¨ªa Blanco, Isabel Gemio, Bebe y Alaska son madrinas de varias de ellas.
Sus m¨¦todos revolucionarios, sin embargo, no son suficientes para vencer la crisis. Tiene 60 vacas, de las cuales 25 est¨¢n dedicadas a la producci¨®n de leche ecologica. A pesar de ser licenciada en Empresariales, en los ¨²ltimos tiempos ni ella es capaz de hacer cuadrar las cuentas. "Estoy en n¨²meros rojos: me pagan a 0,36 c¨¦ntimos el litro", se lamenta.
Para salir adelante, ha apostado por diversificar productos. Ahora refuerza sus ingresos con la producci¨®n de pastas de nata, bautizadas como Maruxas de Nata, que vende en tiendas delicatessen no s¨®lo de Galicia, sino tambi¨¦n de Madrid, Barcelona y Valencia. Adem¨¢s, ha comenzado a comercializar leche directamente a los compradores en su granja, y ha montado una terraza donde el cliente puede degustarla reci¨¦n orde?ada.
De vez en cuando, Marta confiesa que le tiran sus ra¨ªces urbanitas y se va a Londres, su ciudad favorita. Dice que son sus "ciones"; suprime el "vaca" del principio para poder desconectar, al menos por unos d¨ªas, de sus queridos animales.
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