Una noche en la fiesta infinita de los n¨®madas concentrados en la ¡®rave¡¯ de Murcia
Los miles de asistentes a la macrofiesta Big Fucking Party 2024 encadenan su tercera jornada consecutiva de evento ilegal que en su edici¨®n de hace un a?o se prolong¨® hasta el d¨ªa de Reyes
India, una joven brit¨¢nica de 25 a?os, deambula por la oscuridad del campo gui¨¢ndose por una diminuta linterna. ¡°?Vais a la fiesta? No encuentro mi tienda de campa?a, necesito que me llev¨¦is¡±, comenta mientras clava sus dilatadas pupilas en el horizonte. Son las diez de la noche del martes y no sabe cu¨¢nto tiempo lleva dando vueltas a la misma hect¨¢rea de almendros secos, pero s¨ª sabe por qu¨¦ est¨¢ en Espa?a: es una de los miles de asistentes a la Big Fucking Party 2024, la macrofiesta ilegal que desde el s¨¢bado se ha instalado en el circuito municipal de velocidad de Fuente ?lamo, a 38 kil¨®metros de Murcia.
Al cruzar la entrada al recinto ¡ªque jam¨¢s lleg¨® a inaugurarse y est¨¢ pr¨¢cticamente abandonado¡ª se accede a una nueva dimensi¨®n. Una sociedad paralela con sus propias normas ¡ªla m¨¢s importante: no dejar residuos¡ª, su econom¨ªa, su jerga y su folklore. Cientos de autocaravanas, camiones, autocares y tiendas de campa?a dibujan en forma de c¨ªrculo una ciudad ef¨ªmera con casi 10.000 habitantes, inaugurada despu¨¦s de que los organizadores rompieran el candado del circuito. En el centro, siete escenarios con equipos de sonido profesional, food trucks y tiendas de ropa, conforman la calle principal de la fiesta. Una especie de Bourbon Street de Nueva Orleans en versi¨®n murciana, en la que miles de j¨®venes suben y bajan la cuesta para cambiar de ambiente seg¨²n les plazca.
Todos comparten una est¨¦tica cyberpunk, con ropas llamativas, peinados coloridos, gafas de sol y capucha; las ojeras, pronunciadas; las voces, roncas; y el caminar, zigzagueante. Tambi¨¦n coinciden en su discurso sobre las virtudes de este tipo de eventos: el respeto a los dem¨¢s, la posibilidad de ser uno mismo sin que nadie lo juzgue por sus acciones o su apariencia, o el sentimiento de pertenencia a una comunidad. Algo que, seg¨²n los asistentes, no pasa en las discotecas convencionales. Es la opini¨®n que comparten Luc¨ªa (Granada, 20 a?os), Mike (Bruselas, 25), Gema (Murcia, 18), Carlo (N¨¢poles, 29) o Angela (Berl¨ªn, 42).
Casi la mitad de los presentes vienen de otros pa¨ªses en sus autocaravanas. ¡°Esto es una forma de vida y una cultura. Tenemos grupos de WhatsApp y Telegram, cada vez que hay una fiesta cerca y el trabajo nos permite ir, nos juntamos y hacemos una rave durante d¨ªas¡±, explica Tobias (Finsterwalde, Alemania, 27 a?os). Es profesor de primaria y est¨¢ apurando las vacaciones, aunque a sus compa?eros de trabajo les ha dicho que ven¨ªa a un festival de m¨²sica de pago para evitar ser juzgado, asegura. Su caso es excepcional, ya que muchos de los extranjeros aqu¨ª son n¨®madas que van de fiesta en fiesta y sobreviven como pueden.
A pesar del ambiente pac¨ªfico, el a?o no ha comenzado bien para algunos, como es el caso de una madrile?a de 37 a?os que ha acudido a la fiesta gracias al buen sabor de boca que le dej¨® la del a?o pasado, que se celebr¨® en el municipio granadino de la Peza y dur¨® seis d¨ªas, hasta el d¨ªa de Reyes. Desde anoche, est¨¢ inc¨®moda por algo que vio y que le ha ¡°cortado completamente el rollo¡±, apunta. Mientras bailaba, recuerda at¨®nita c¨®mo un carro en llamas irrumpi¨® en el escenario. A¨²n con cara de susto, narra con detalle c¨®mo un gigante zancudo con una m¨¢scara diab¨®lica se baj¨® del veh¨ªculo junto a tres chicas vestidas de cuero negro que comenzaron a simular un sacrificio virginal. ¡°Era un ritual sat¨¢nico. A¨²n estoy de mal rollo, me quiero ir¡±. Afirma que nunca ha visto una cosa as¨ª en una rave. Bueno, o eso cree, porque antes de despedirse sonr¨ªe y pone en duda su propio testimonio: ¡°Me met¨ª demasiado LSD, ?c¨®mo quieres que me acuerde?¡±.
La organizaci¨®n no tiene nada que envidiar a la de un festival gestionado por una gran promotora. A pesar de que todo est¨¢ montado y organizado por algunos de los asistentes, nadie quiere dar ni un detalle sobre los ide¨®logos de la fiesta, como si existiera una ley del silencio al respecto. Los escenarios est¨¢n elaborados, la potencia y calidad del sonido son excelentes, y hay una gran variedad de comida r¨¢pida de calidad. Por ejemplo, hay un puesto de pizzas caseras (a siete euros la unidad) hechas al instante en un horno r¨²stico fabricado a mano, creper¨ªas o puestos de hamburguesas. ¡°Aqu¨ª sobrevivimos comiendo una pizza o hamburguesa al d¨ªa. Con eso tiramos y el cuerpo aguanta bien¡±, comenta una chica que espera para comer su porci¨®n.
La disposici¨®n de las pistas de baile no tiene nada de intencionado, pero hay una tendencia: a medida que se baja la cuesta, la luz es cada vez menor, la m¨²sica es m¨¢s hardcore y los asistentes parecen m¨¢s fuera de s¨ª. La pista central aglutina a la mayor¨ªa de la gente entre luces de ne¨®n y m¨¢quinas que escupen fuego. El DJ pincha techno las 24 horas a un volumen que hace temblar el pecho y cientos de personas bailan a su aire. Si alguien se pisa o se choca, el siguiente gesto es un abrazo. ¡°En una discoteca de reguet¨®n o en un concierto de rock, hay movidas. Aqu¨ª todo es buen rollo¡±, comenta Kevin, un barbero suizo de 23 a?os que ha venido con su m¨¢quina y sus tijeras para hacer cortes de pelo a los dem¨¢s. ¡°Con lo que me saco cortando el pelo, luego me pago las bebidas y la marihuana¡±, comenta entre risas.
Frente al escenario principal, hay unos testigos privilegiados que han aparcado su furgoneta en primera l¨ªnea. ¡°Esto es como ver la fiesta en el sof¨¢ de tu casa¡±, comenta uno de los due?os. Dentro del veh¨ªculo, sus tres inquilinos comparten lo justo para vivir durante d¨ªas: algo de comida, un colch¨®n y seis rayas de coca¨ªna ¡ªya dispuestas¡ª que no tienen problema en mostrar. ¡°Aqu¨ª la gente se droga sin control, pero nos cuidamos unos a otros. Lo normal es consumir una media de entre 100 y 150 euros en drogas al d¨ªa¡±, afirma.
A medida que avanza la noche, la fiesta no se detiene, pero algunos asistentes se retiran para descansar un poco, aunque el sonido de la m¨²sica retumba a varios kil¨®metros. Algunos como Lea, Zion y Celine, franceses de 25, 23 y 22 a?os, se han aburrido del ruido y pasan la noche jugando al domin¨® a la puerta de su Renault Kangoo iluminados por unas velas. Han conducido 12 horas hasta llegar a la fiesta porque en Francia es m¨¢s complicado organizar algo as¨ª. ¡°All¨ª te pueden meter en la c¨¢rcel por una rave. Aun as¨ª, antes lo hac¨ªa todos los fines de semana, pero ahora tengo trabajo y no puede ser¡±, comenta Zion.
Son las siete de la ma?ana, pero el ruido la fiesta apenas ha afectado a la normalidad en los pueblos cercanos como Corvera, Los Almagros o Los Paganes. En el interior del bar El Perillas, en Corvera, la clientela que acude a desayunar no habla de otra cosa. ¡°Lo he visto por la tele, menudos desfasados¡±, se escucha al fondo. Al ser cuestionados por el tema, hay disparidad de opiniones entre los vecinos.
Algunos, como Pedro, lamentan que Murcia sea noticia por estas cosas. ¡°A uno no le gusta ver que su pueblo sale en la televisi¨®n para hablar de drogas y fiestas, pero si la propia Guardia Civil o el Ayuntamiento lo est¨¢n permitiendo poco podemos hacer los ciudadanos¡±. Otros, como David, afirman que en los pueblos no se ha notado nada y que, como el circuito nunca lleg¨® a ser utilizado por los lugare?os, ve bien que al menos alguien ¡°lo disfrute¡± aunque sea para hacer una rave.
De vuelta a la macrofiesta, ya en pleno d¨ªa, el sol calienta a una temperatura impropia de un 3 de enero. El paisaje que rodea el circuito de Fuente ?lamo se puede ver por fin en su esplendor, dibujando un escenario des¨¦rtico e inabarcable digno de Mad Max. India sigue deambulando por el campo, esta vez caminando hacia un sol rojizo que se alza en el horizonte, como un cowboy en busca de redenci¨®n. El techno sigue sonando de fondo y la fiesta no tiene visos de ir a finalizar pronto.
El germen de la Big Fucking Party 2024 es celebrar el comienzo del a?o por todo lo alto, en busca de nuevas metas y prop¨®sitos que cumplir. El primero de todos es encontrar la tienda, descansar y regresar con fuerza para seguir bailando en la fiesta infinita.
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