Pedir asilo en Barajas: dos semanas durmiendo entre el suelo y un catre con dos ni?os peque?os
El testimonio de una madre colombiana revela las condiciones insalubres en las que se mantiene a los solicitantes de protecci¨®n que llegan al aeropuerto madrile?o
Su propio olor la persegu¨ªa. Se duchaba cada d¨ªa, pero volv¨ªa a ponerse la misma ropa sudada. Durante 16 d¨ªas no tuvo champ¨² para lavarse el pelo, ni cepillo de dientes. Durante su encierro, le vino la regla y super¨® cuatro d¨ªas sangrando con solo dos compresas, m¨¢s de dos semanas con la misma ropa interior. Esta mujer y sus dos hijos durmieron una semana en el suelo y otros 10 d¨ªas en una ¨²nica cama, los tres apretados. Sin tel¨¦fono m¨®vil. ¡°Estar all¨ª fue terrible. No vimos ni el sol ni la noche¡±, recuerda Andrea Mart¨ªnez, una colombiana de 27 a?os. Mart¨ªnez y sus dos hijos, de tres y ocho a?os, son tres de las cientos de personas que en las ¨²ltimas semanas han pedido asilo en el aeropuerto de Madrid-Barajas y que han acabado hacinadas hasta un mes esperando que se admitiese a tr¨¢mite o no solicitud, una muestra m¨¢s del colapso al que se asoma el sistema de asilo espa?ol. Su nombre es falso. ¡°No quiero que mi testimonio perjudique mi proceso¡±, pide.
El aeropuerto madrile?o se ha convertido en un problema para el Ministerio del Interior. Desde verano, cientos de personas han aprovechado su escala a¨¦rea en la capital para pedir asilo, una f¨®rmula reconocida por ley, pero que, tradicionalmente, supone un porcentaje m¨ªnimo del total de las decenas de miles de peticiones que se registran en Espa?a. El pico de llegadas empez¨® a sentirse en abril con la entrada de un n¨²mero inusitado de ciudadanos con pasaporte de Kenia. Estas personas, ya m¨¢s de 650 a principios de diciembre, eran en realidad refugiados somal¨ªes que hab¨ªan comprado un pasaporte keniano por unos cientos de euros para conseguir llegar a la zona de tr¨¢nsito del aeropuerto espa?ol y pedir asilo. Los n¨²meros recientes contrastan con la normalidad. En todo 2023, se atendieron 2.861 solicitudes de protecci¨®n internacional en el aeropuerto madrile?o, seg¨²n datos de Interior. Pero el recorte del 1 de diciembre del a?o pasado al pasado 15 de enero revela que en ese corto periodo de tiempo hubo 847 peticiones. Es un n¨²mero in¨¦dito.
Tras los somal¨ªes, se han sumado grupos numerosos de senegaleses y marroqu¨ªes, aunque tambi¨¦n hay viajeros de Mauritania, Nepal y Am¨¦rica Latina. Seg¨²n un listado policial del ¨²ltimo mes, al que ha tenido acceso EL PA?S, la nacionalidad m¨¢s numerosa que ha llegado solo a la terminal 4 en el ¨²ltimo mes es la senegalesa, con casi 200 personas. Le siguen los kenianos (en realidad, somal¨ªes) y los ciudadanos originarios de la India. Hay tambi¨¦n un n¨²mero significativo de viajeros de los que no consta su nacionalidad porque, seg¨²n ha denunciado la polic¨ªa, se han deshecho de su documentaci¨®n. La mayor¨ªa partieron del aeropuerto de Casablanca (Marruecos). Con escala en Madrid, ten¨ªan como destino, sobre todo, pa¨ªses latinoamericanos en los que no se exige visado de entrada a un gran abanico de nacionalidades.
Hace ya un mes que tres jueces instaron al Ministerio del Interior y a la Polic¨ªa Nacional a que tomasen medidas urgentes para acabar con el hacinamiento en Barajas, pero la situaci¨®n, lejos de solucionarse, ha empeorado. Se produjeron, adem¨¢s, hace dos fines de semana dos fugas de 26 personas.
Interior afirma que ha mandado refuerzos para agilizar las entrevistas que deben hacerse a los solicitantes. Se ha pasado de ocho agentes de Polic¨ªa Nacional a 24 los d¨ªas entre semana y se ha enviado a dos instructores de la Oficina de Asilo, pero la medida no ha sido suficiente.
Exteriores tambi¨¦n ha impuesto un visado de tr¨¢nsito para los ciudadanos de Kenia con el objetivo de frenar el flujo de somal¨ªes con pasaportes comprados. El Sindicato Unificado de Polic¨ªa (SUP) anunci¨® este martes que el pr¨®ximo 17 de febrero se impondr¨¢ tambi¨¦n a Senegal, informaci¨®n confirmada por el Ministerio de Exteriores. Lo que no parece probable es que se haga lo mismo con los viajeros de Marruecos. ¡°Esto no quiere decir que estemos limitando el derecho de asilo. Estamos evitando instrumentalizaciones en las escalas¡±, mantuvo el ministro Fernando Grande-Marlaska en el Congreso. Para las organizaciones que trabajan con refugiados, el visado de tr¨¢nsito, que obliga a los viajeros a pasar por la embajada, hacer tr¨¢mites y pagar tasas, es un parche que perjudica a quienes merecen protecci¨®n. ¡°Esta medida solo dificulta temporalmente la llegada. Quien tiene que huir, a falta de v¨ªas legales y seguras, seguir¨¢ buscando c¨®mo hacerlo¡±, critica la directora general de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) Estrella Gal¨¢n.
El ministro del Interior asegur¨® que esta situaci¨®n ¡°excepcional¡± y que ya est¨¢ en v¨ªas de soluci¨®n. Lo dijo poco despu¨¦s de que la Cruz Roja, que empleaba a 12 personas para asistir a los reci¨¦n llegados y ten¨ªa subcontratada la limpieza, anunciase una decisi¨®n muy poco habitual: marcharse. ¡°No se puede trabajar en esas condiciones¡±, afirm¨® a EL PA?S el director de Migraciones de la organizaci¨®n, Jos¨¦ Javier S¨¢nchez Espinosa. La limpieza ahora la ha asumido interior.
Fue precisamente a la Cruz Roja a quien Mart¨ªnez acudi¨® en varias ocasiones en su larga estancia en el aeropuerto. Pidi¨®, sin ¨¦xito, un cepillo de dientes, algo m¨¢s de ropa, compresas, unas chanclas para su hija. ¡°Siempre estaban ocupados o no hab¨ªa¡±, se queja. La ni?a, que se hab¨ªa quedado sin zapatos en la estampida por los chinches, acab¨® caminando con unas sandalias de adulto que un polic¨ªa cort¨® con unas tijeras para adaptarlas su peque?o pie. ¡°Unos d¨ªas despu¨¦s hered¨¦ unos calcetines que me dej¨® una familia hondure?a¡±, recuerda la madre colombiana.
Cuando un viajero llega a la zona de tr¨¢nsito internacional del aeropuerto y quiere pedir asilo, se abre un procedimiento expr¨¦s para admitir o no su solicitud y permitir su entrada en territorio espa?ol mientras se estudia su petici¨®n. Pero el volumen de llegadas ha reventado los plazos legales y los solicitantes de asilo han estado encerrados e incomunicados en salas hasta un mes en condiciones insalubres. ¡°Se inform¨® que el tiempo medio de formalizaci¨®n era de entre 10 y 12 d¨ªas, si bien varias personas que se encontraban en las salas de las terminales 1 y 4, manifestaron llevar entre 20 y 25 d¨ªas en las dependencias del aeropuerto¡±, registr¨® el Defensor del Pueblo tras su visita el pasado 20 de diciembre. ¡°Las personas se encuentran hacinadas y carecen de las m¨ªnimas condiciones de higiene y salubridad¡±, a?adi¨®.
Defensor del Pueblo
Andrea Mart¨ªnez estaba all¨ª cuando apareci¨® el Defensor del Pueblo. A pesar de su perfil vulnerable (mujer sola con dos menores), permaneci¨® en ese limbo del 8 al 24 de diciembre. ¡°Cuando me llevaron a la primera sala, la de la Terminal 4, hab¨ªa unas 60 personas¡±, recuerda. ¡°Era horrible. Pasaban tres o cuatro d¨ªas sin que nadie viniese a limpiar los ba?os. Tampoco la sala. Com¨ªamos, cen¨¢bamos y dorm¨ªamos todos en el mismo sitio y se generaba mucha basura y suciedad, pero nadie lo recog¨ªa¡±, explica. En esa sala, la familia no ten¨ªa cama, as¨ª que Mart¨ªnez agarr¨® una colchoneta, de unos tres dedos de grosor, la puso en el suelo y acomod¨® a sus hijos. Ella durmi¨® sobre unas cuantas s¨¢banas que us¨® para cubrir el suelo. As¨ª pasaron seis d¨ªas. La ma?ana del s¨¦ptimo d¨ªas los agentes les levantaron a gritos.
¡ª?Sacad todo!
La sala estaba infestada de chinches. ¡°Fueron bastante groseros, insultaron a las mujeres somal¨ªes que no entend¨ªan nada¡±, asegura Mart¨ªnez. Esa noche durmieron todos en el suelo de otra sala. Sin s¨¢banas, cuenta.
El grupo acab¨® al d¨ªa siguiente en la sala de la Terminal 1. Aqu¨ª, al menos, s¨ª hab¨ªa luz natural y hueco en las literas. Los tres se encajonaron en una de las camas 10 d¨ªas m¨¢s.
Mart¨ªnez consigui¨® hacer la entrevista de asilo, con la que deb¨ªa decidirse si se admit¨ªa a tr¨¢mite su solicitud, el pasado 19 de diciembre, 11 d¨ªas despu¨¦s de aterrizar en Madrid. En un primer an¨¢lisis se la denegaron y se orden¨® su devoluci¨®n a Bogot¨¢. ¡°Yo ven¨ªa huyendo, no pod¨ªa volver¡±, explica.
La Oficina de Asilo y Refugio consider¨® que su relato de persecuci¨®n vinculado a la delincuencia organizada que act¨²a en su pa¨ªs conten¨ªa alegaciones ¡°inveros¨ªmiles, insuficientes y contradictorias¡±. Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, emiti¨® un informe sobre el caso en el que aleg¨® que el retraso al que se someti¨® a Mart¨ªnez la perjudic¨® en su declaraci¨®n y que la mujer daba el perfil para ser beneficiaria de protecci¨®n. ¡°No es posible descartar el impacto negativo que dichas condiciones [las que concurr¨ªan en las salas] hayan podido tener en la solicitante en el momento de la formalizaci¨®n y durante la tramitaci¨®n de todo el procedimiento¡±, se lee en el expediente del caso. Acnur ha reconocido a los medios su ¡°preocupaci¨®n¡± por la situaci¨®n de hacinamiento y las condiciones higi¨¦nicas y ha pedido coordinaci¨®n.
CEAR pidi¨® un reexamen y la petici¨®n de Mart¨ªnez, finalmente, fue admitida y ella liberada el d¨ªa de Nochebuena. ¡°Me sent¨ª muy feliz, llor¨¦ mucho porque pens¨¦ que iba a pasar m¨¢s d¨ªas all¨ª con mis hijos. Mi estancia all¨ª no era muy diferente a la de una prisi¨®n en Colombia¡±, mantiene la mujer.
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