400 euros por un pasaporte para buscar refugio en Espa?a
M¨¢s de 600 somal¨ªes con pasaporte de Kenia han recalado en aeropuertos espa?oles para pedir asilo. La polic¨ªa ha abierto una investigaci¨®n y las autoridades estudian imponer un visado de tr¨¢nsito que bloquee las llegadas
Mousa Abdi fue uno de los primeros somal¨ªes que el a?o pasado sorprendi¨® a los polic¨ªas del aeropuerto de Madrid-Barajas. Hab¨ªa salido de Kenia, hizo escala en Turqu¨ªa y, despu¨¦s, en Madrid. Su destino final era Brasil, pero en su ¨²ltima conexi¨®n, en La Habana, fue enviado de vuelta a Barajas. Mousa solo quer¨ªa llegar a un pa¨ªs seguro y una vez se vio de nuevo en Madrid se fue directo hacia los agentes y pidi¨® asilo. Su caso no ser¨ªa tan extraordinario si no fuese porque despu¨¦s de ¨¦l, al menos otros 650 somal¨ªes, seg¨²n fuentes policiales, hicieron viajes parecidos con el mismo prop¨®sito. Todos ellos pidieron asilo y todos llevaban consigo un pasaporte de Kenia, aparentemente genuino, pero que no era el suyo. Lo hab¨ªan comprado para poder huir. En 2022, apenas tres somal¨ªes pidieron asilo en aeropuertos espa?oles.
El pasaporte determina el poder que tiene un ciudadano para cruzar fronteras sin visados. Los hay poderos¨ªsimos, como el de Espa?a, que, seg¨²n el ?ndice Henley de 2023, es el tercer documento de viaje que m¨¢s puertas abre del mundo porque permite viajar a 191 de 225 pa¨ªses sin mayor dificultad. Los somal¨ªes, en cambio, aunque tienen un claro perfil de refugiado, sufren una enorme dificultad para entrar en pa¨ªses desarrollados. Su pasaporte solo abre puertas sin visado en 35 pa¨ªses y es el sexto pasaporte menos valioso entre los 199 analizados.
As¨ª las cosas, no hay muchas opciones para ellos: refugiarse en pa¨ªses vecinos, donde sufren verdaderas penurias; esperar durante a?os un reasentamiento en un pa¨ªs rico, que puede no llegar nunca; o subirse a una patera tras una tortuosa ruta migratoria. Pero Barajas lleva meses siendo testigo de una nueva f¨®rmula, m¨¢s r¨¢pida y segura: comprar otra nacionalidad. Estos refugiados, seg¨²n cuentan fuentes policiales, usaban pasaportes de Kenia, pa¨ªs vecino de Somalia. El documento de Kenia est¨¢ en la 68? posici¨®n y, a diferencia del somal¨ª, permite transitar por la zona internacional de los aeropuertos espa?oles, donde los viajeros pueden pedir asilo, y entrar en varios pa¨ªses latinoamericanos.
Algunos de los somal¨ªes que han llegado a Espa?a por esta v¨ªa lo compraron cuando viv¨ªan en Kenia para poder vivir fuera de los campos de refugiados y tener los mismos derechos que los kenianos, aunque luego lo usaron para viajar. ¡°La vida en los campos es como en una prisi¨®n, no puedes salir, falta de todo. Pr¨¢cticamente, te obligan a comprarte un pasaporte si quieres una vida normal. Y est¨¢ completamente normalizado, todo el mundo lo sabe¡±, explica Mousa, que pag¨® 400 euros por el suyo. Otros lo compraron ya con la intenci¨®n de cruzarse el mundo. ¡°Yo quer¨ªa buscar un lugar seguro y es imposible conseguir una visa para ir a Europa¡±, cuenta Ali Ahmed, que pag¨® 700 euros por el suyo. Ambos piden no revelar su verdadero nombre y algunos detalles personales. ¡°Tengo miedo de que le pueda pasar algo a mi familia¡±, dicen.
Este flujo de refugiados somal¨ªes, revelado por EL PA?S en agosto, ha ido sumando cap¨ªtulos en los ¨²ltimos meses. El n¨²mero, que en verano rondaba los 400, ha seguido creciendo hasta el punto en que las instalaciones del aeropuerto de Barajas para solicitantes de asilo se vieron colapsadas. El pasado 22 de diciembre, tres jueces requirieron al Ministerio del Interior y a la Polic¨ªa Nacional que adoptasen ¡°con car¨¢cter urgente¡± medidas que pusiesen fin al ¡°hacinamiento¡± que, en ese momento, sufr¨ªan los 244 solicitantes que dorm¨ªan en el suelo mientras esperaban a que se les permitiese entrar en territorio espa?ol. Interior, seg¨²n ha dicho el ministro Fernando Grande-Marlaska, mand¨® refuerzos policiales para acelerar las entrevistas a las que deben someterlos antes de dejarlos entrar y se han ampliado los espacios para recibirlos.
Pero no acaba ah¨ª. Seg¨²n fuentes policiales, se ha abierto una investigaci¨®n para descubrir si hay alguien haciendo negocio con estos viajes, aunque tanto Mousa como Ali aseguran que organizaron el viaje por su cuenta. Espa?a, adem¨¢s, seg¨²n fuentes conocedoras del caso, estudia imponer un visado de tr¨¢nsito a los ciudadanos con pasaporte de Kenia para bloquear esta v¨ªa. No ser¨ªa la primera vez.
Cada vez que una nacionalidad espec¨ªfica ha llamado la atenci¨®n por pedir asilo en un aeropuerto espa?ol, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha impuesto visados de tr¨¢nsito para evitarlo. Ocurri¨® en 2011 con ciudadanos sirios; en 2018, con palestinos refugiados en L¨ªbano; en 2020, con yemen¨ªes; en 2021, con haitianos; en 2022, con turcos; y en 2023, con burkineses. ¡°Espa?a tiene la mala pr¨¢ctica de imponer visado de tr¨¢nsito a colectivos cuando detecta que llega un cierto n¨²mero de personas, sin tener en cuenta que pueden ser susceptibles de recibir protecci¨®n internacional¡±, denuncia Estrella Gal¨¢n, directora de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR). ¡°Es una decisi¨®n terrible para quienes necesitan asilo y, en el caso de los somal¨ªes, un obst¨¢culo definitivo para que puedan llegar a un pa¨ªs seguro tras huir del terror¡±.
Una prisi¨®n a cielo abierto
El relato de vida de estos somal¨ªes antes de recalar en Barajas es terror¨ªfico. Ali ni siquiera puede hablar sin llorar. Somalia est¨¢ hundida en un conflicto armado, en una crisis humanitaria, y afronta la peor sequ¨ªa de los ¨²ltimos 40 a?os, con riesgo de hambruna generalizada. A finales de 2021, seg¨²n Acnur, hab¨ªa 836.000 refugiados y solicitantes de asilo somal¨ªes en todo el mundo. La UE reconoce el estatus de refugiado al 55% de los somal¨ªes que lo solicitan, el quinto porcentaje m¨¢s alto entre los 20 pa¨ªses que m¨¢s solicitudes presentan, seg¨²n Eurostat. Pero para conseguirlo, primero han de llegar.
Mousa, de 35 a?os, se labr¨® una carrera en Somalia como funcionario de organizaciones internacionales y locales dedicadas a la lucha contra la desnutrici¨®n y su trabajo le hizo convertirse en objetivo de Al-Shabaab, el principal grupo terrorista que act¨²a en el pa¨ªs. ¡°Me ve¨ªan como un enemigo, como un esp¨ªa, era peligroso para mi familia que estuviese con ellos¡±, recuerda. Desde que en 1991 comenz¨® la guerra civil, sali¨® tres veces de Somalia para vivir en la vecina Kenia. Algunas veces lo hizo solo, otras, acompa?ado de su mujer y sus ocho hijos. En Kenia se encuentra Dadaab, uno de los campos de refugiados m¨¢s grande del mundo. La vida all¨ª se le hac¨ªa imposible. ¡°El Gobierno de Kenia no permite salir del campo a los refugiados. No tienes libertad de movimiento, ni siquiera puedes ir al pueblo m¨¢s cercano, solo puedes trabajar all¨ª y si sales pueden detenerte. Un keniano puede ganar 1.000 euros al mes, mientras que un refugiado somal¨ª no va a conseguir m¨¢s de 100. No es nada raro que la gente se compre un pasaporte para vivir mejor, los venden los intermediarios desde 100 euros. Todo el mundo sabe qui¨¦nes son y el Gobierno de Kenia tambi¨¦n lo sabe¡°, explica.
Ante este caso, fuentes diplom¨¢ticas de Kenia han mantenido sus reservas ante la veracidad de los pasaportes. Solo ellos, advirtieron ya en agosto, son competentes para establecer la validez del documento.
Ali perdi¨® a su hermano, que era funcionario del Gobierno, durante un ataque terrorista en un restaurante de Mogadiscio, en 2019. Y en agosto del a?o siguiente recibi¨® una llamada. ¡°Me exig¨ªan que me uniese a los terroristas o acabar¨ªan conmigo para siempre¡±, recuerda. Aqu¨ª tiene que parar porque se le saltan las l¨¢grimas y se le corta la respiraci¨®n. ¡°Me separaron de mi familia, de mis hijos, de mi mujer, de mi madre, para quien yo era lo ¨²nico que le quedaba¡±, solloza. Ali vendi¨® su tienda de ultramarinos y escap¨® a Kenia en octubre de 2020. Su descripci¨®n de la vida en el campo de refugiados, en el que trabaj¨® como taxista, no dista mucho de la de Mousa. ¡°No se puede salir, si te ven en la calle te detienen, pasas el d¨ªa pagando sobornos para no ir a la c¨¢rcel¡±, lamenta. Harto, entreg¨® 700 euros por un pasaporte, la llave de una nueva vida. ¡°Ahora me siento seguro, voy a aprender el idioma, voy a trabajar, voy a vivir, por fin, como un ser humano¡±, explica.
El destino final de Ali era Cuba, pero ¨¦l no esper¨® a que lo mandasen de vuelta. En cuanto aterriz¨® en Madrid, en septiembre de este a?o, se fue en busca de los polic¨ªas. Por entonces, ya no hab¨ªa sorpresa, sino decenas de ojos estudiando como pararlos.
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