Del pueblo al Vaticano: el coro de ancianos de Soria que sue?a con conocer al Papa
Un orfe¨®n de mayores de esta zona rural de Fuentearmegil, un pueblo de 150 habitantes, cantar¨¢ en la Santa Sede tras el empe?o del director del grupo
Rufino Garc¨ªa solo conoce Roma por el NO-DO y las pel¨ªculas. Rufino tiene 80 a?os y se ubica atr¨¢s del coro de Fuentearmegil (Soria, 150 habitantes) no por travieso, que tambi¨¦n, sino por motivos musicales. Los siete hombres se ubican tras las 14 mujeres de este orfe¨®n aficionado, acostumbrado a actuar en pueblos sorianos y que este domingo tiene el gran concierto de sus vidas: cantar en el Vaticano. El director del coro, H¨¦ctor D¨ªez, ha conseguido una invitaci¨®n para actuar en la Santa Sede y cambiar las iglesias sorianas por las instancias papales. Sus veteranos cantores, algunos de los cuales jam¨¢s han cogido un avi¨®n o salido de Espa?a, ans¨ªan este reto con ilusi¨®n infantil. Los cantos han unido a personas v¨ªctimas de la soledad rural, entretenidas en ensayos e interpretaciones, ante la oportunidad de demostrar sus capacidades en un lugar inimaginable cuando empezaron a cantar.
¡°?Vamos con un aleluya!¡±, exclama D¨ªez, de 54 a?os, educador para adultos con la soltura de muchos a?os de experiencia por la provincia soriana. El director menea los brazos como si espantara un belicoso enjambre y la banda modula sus voces y timbres al son de una batuta imaginaria. El hombre luce media melena larga y canosa y viste con una camiseta de Mot?rhead, aunque para heavy la haza?a de llevar a sus pupilos a los dominios del papa Francisco.
¡°?Rufino, no seas gamberro!¡±, vigila el jefe, mientras relata una aventura iniciada hace casi un a?o, cuando se dijo: ¡°Yo tengo que llevar aqu¨ª a mis chavales [se desatan cuchicheos complacidos por quitarles d¨¦cadas de encima]¡±. Los tr¨¢mites tomaron forma y en octubre supieron la fecha: el domingo 11 de febrero. Por ello han multiplicado los ensayos, hasta tres semanales contra los uno o dos habituales, y algunos nervios se disparan entre la comitiva, habituada a m¨²sica religiosa, villancicos y canciones tradicionales.
El grupo sabe cantar en lat¨ªn, hebreo, alem¨¢n, italiano, ingl¨¦s, catal¨¢n, gallego y euskera y cuenta con nueve miembros de Fuentearmegil y otros seis de la zona, as¨ª que han reclutado a alg¨²n cantor m¨¢s de localidades cercanas para contar con efectivos suficientes. D¨ªez cre¨® este coro y el de Alcubilla de Avellaneda hace 10 a?os, pero el coronavirus caus¨® algunas bajas y graves secuelas en personas de este ¨²ltimo y solo queda activo el de este pueblo.
La banda, que ensaya en unas escuelas en desuso desde hace d¨¦cadas, la conforman personas de entre 45 y 84 a?os, con Jos¨¦ ?ngel Esteban como el m¨¢s joven. ¡°Esto es la hostia¡±, proclama. La m¨¢s talludita, Consuelo Encabo, canta con firmeza porque ¡°en mi casa han sido m¨²sicos¡±. Ella, de jovencita, cantaba y manejaba el acorde¨®n. ¡°Mi hijo toca de todo un poco¡ pues no sabr¨¢ de nada¡±, afirma con la eterna resignaci¨®n soriana ante las risas de la sala, donde s¨ª alaban la capacidad art¨ªstica del v¨¢stago. Ella no viajar¨¢ porque tiene que cuidar de su marido, dependiente. Rufino toma la palabra para valorar los esfuerzos de H¨¦ctor D¨ªez. ¡°Es duro con nosotros, pero tendremos que mantearle como agradecimiento, so?amos con conocer al Papa¡±, agradece y amenaza el soriano, olvidando por un momento los estragos de la osteoporosis.
El entrenamiento avanza entre osanas en el cielo, Se?or ten piedad y folclores populares como La torre de mi pueblo, una jota, qui¨¦n sabe si del gusto de Francisco. El sol del atardecer asoma por los ventanales y ti?e de dorado a Santos Izquierdo, de 67 a?os, como un iluminado sobre quien la m¨²sica celestial obra milagros: ni el sonotone de su oreja izquierda ni su tartamudez le impiden triunfar como bar¨ªtono. El corifeo explica que la disfemia se halla en otra parte del cerebro y que no afecta al cantar. El susodicho viste de traje porque se engalana para los ensayos y ser¨¢ uno de los tres sorianos que aprovechar¨¢ la ocasi¨®n para conocer el extranjero. Nunca es tarde.
El coro relata con nostalgia sus curr¨ªculums musicales. Ferm¨ªn Cabrerizo canta desde los seis a?os y tiene como m¨¢xima haza?a hacerlo en la misa del Gallo en la catedral de Valladolid; Maribel Pascual viv¨ªa en Barcelona y all¨ª entonaba a los 15 hasta que, de vuelta a Soria, se lanz¨®: ¡°Me daba algo de verg¨¹enza, pero ten¨ªa el gusanillo¡±. La complicidad del grupo y la direcci¨®n de D¨ªez engrasa los ¨¢nimos en localidades en grave peligro de despoblaci¨®n, muy envejecidas y con pocas opciones de ocio activo para los mayores m¨¢s all¨¢ de estos ensayos y las merendolas posteriores.
Mar¨ªa Garc¨ªa, de 74 a?os, se desplaza desde Langa de Duero por una carretera de paisajes tan espectaculares de d¨ªa como aterradores de noche, con nieblas densas y nula cobertura: ¡°?Cualquier d¨ªa si me pasa algo me comen los zorros!¡±. Todo esfuerzo compensa cuando se juntan, charlan de sus cosas, chinchan a los compa?eros y alzan sus voces con la Santa Sede como pr¨®ximo destino.
La cita termina entre consejos de H¨¦ctor D¨ªez especialmente dirigidos a los novatos en los aviones. Primero describe c¨®mo preparar la maleta ¡ª?Va a caer el diluvio universal, os aviso!¡ª y luego alecciona sobre los atracos de los aeropuertos: ¡°Ten¨¦is que traer un bocadillo de jam¨®n de casa, que all¨ª cuesta 12 euros¡±. Sus pupilos asienten cuando les informa sobre c¨®mo llevar una botella de agua para superar el control de la terminal. Hasta este domingo, la ¨²nica coincidencia en las ¨²ltimas d¨¦cadas entre el Vaticano y Fuentearmegil ha sido el n¨²mero de nacimientos. En Roma, por la fe; en Soria, por la falta de fe en la vida rural.
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