Puigdemont y los perros guardianes
El regreso del ¡®expresident¡¯ al rupturismo unilateral y su tono de plaga de ¨²lceras no ayuda, pero forma parte de su leyenda, de su sobredosis de relato: es la mayor de sus muchas verdades de milonga
Hace casi medio siglo, la amnist¨ªa naci¨® de la necesidad de construir una democracia estable: ese bien mayor fue el que prescribi¨® tanto el acto solemne de apostar por el olvido como sus posteriores efectos pol¨ªticos. El pre¨¢mbulo de la actual proposici¨®n de ley de amnist¨ªa al proc¨¦s deja claro que el objetivo del texto que est¨¢ llamado a aprobarse en las Cortes ¨Dy que despu¨¦s iniciar¨¢ un tortuoso periplo judicial¡ª es la reconciliaci¨®n tras unos a?os que han dejado profundas heridas en Catalu?a y en el conjunto de Espa?a, una formidable fatiga y, en un trasunto de las leyes de la f¨ªsica, el resurgimiento del ultranacionalismo espa?ol: cada acci¨®n tiene su reacci¨®n, dec¨ªa sir Isaac Newton aplic¨¢ndoselo ahora a Santiago Abascal. La irrupci¨®n de Carles Puigdemont como candidato de Junts dej¨® este jueves tres cosas claras. Una: que al menos de boquilla sigue instalado en ese delirio populista del ho tornarem a fer; dif¨ªcilmente puede esperarse que Puigdemont sea el h¨¦roe de la retirada que a menudo requieren las grandes sacudidas pol¨ªticas. Dos: que el expresident sigue operando como un agujero negro de polarizaci¨®n; no hay m¨¢s que ver la reacci¨®n de la derecha espa?ola a su anuncio, como si de golpe estuvi¨¦ramos otra vez en 2017. Y tres: que Puigdemont sigue abonado a las verdades de milonga. Junts ¡ªo al menos una parte de Junts¡ª ha iniciado un viraje hacia el pragmatismo que no va a cambiar por el discurso de fuegos artificiales, efectista-electoralista, de Puigdemont. No hay quien se crea que va a volver de Waterloo sin garant¨ªas; es muy posible que acabe present¨¢ndose tambi¨¦n al Parlamento Europeo si ve que la aplicaci¨®n de la amnist¨ªa se complica, por mucho que lo niegue. Si obtiene un resultado catastr¨®fico puede haber problemas ¡ªojo con los leones heridos¡ª, pero si sale de las urnas con unos n¨²meros decentes, que le permitan tener alg¨²n resorte de poder o al menos seguir siendo un actor relevante en futuras negociaciones, lo normal ¡ªsi es que hay algo parecido a eso en las procelosas aguas de la pol¨ªtica catalana¡ª es que Junts siga dando pasos hacia el principio de realidad. Lo normal, en fin, ser¨ªa sustituir la sobredosis de rauxa por unas gotas de seny y dejar de lado las variantes pol¨ªticas del cuento de la lechera de la independencia.
Los apocal¨ªpticos siguen con el raca-raca del ¡°se rompe Espa?a¡± y ven en el relato del candidato Puigdemont la confirmaci¨®n de que nunca se debi¨® negociar la amnist¨ªa con ese Moriarty de andar por casa. Las trompetas de Jeric¨® no han dejado de sonar, y ahora lo hacen incluso con m¨¢s fuerza. Pero la generosidad es gratuita y sus efectos solo se ven en el largo plazo: las consecuencias de la amnist¨ªa tardar¨¢n mucho en ser claramente visibles, y el aceler¨®n pol¨ªtico en el que estamos metidos exige resultados a corto plazo. El regreso de Puigdemont al rupturismo unilateral y su tono de plaga de ¨²lceras no ayuda, pero forma parte de su leyenda, de su sobredosis de relato: es la mayor de sus muchas verdades de milonga.
Hace casi 100 a?os, un joven licenciado de la prestigiosa ?cole Normale Sup¨¦rieure de Par¨ªs, Paul Nizan, se despidi¨® de los estudios filos¨®ficos con un iracundo ensayo titulado Los perros guardianes. En ¨¦l reprochaba a los fil¨®sofos de su tiempo que se extraviaran en una multitud de pensamientos evanescentes y se olvidaran de las verdaderas preguntas; la guerra estaba cerca. Un siglo despu¨¦s, las verdaderas preguntas siguen siendo como la liebre mec¨¢nica del can¨®dromo: habr¨ªa que preguntarse sobre el papel de Espa?a en Ucrania y en Gaza, sobre el paro, sobre las revoluciones verde y tecnol¨®gica. Y sobre Catalu?a, sobre la reconciliaci¨®n y Catalu?a: esa es una de las verdaderas preguntas en todo este l¨ªo. Ni las preguntas ni las respuestas, si las hay, logran sobresalir entre el ruido atronador de la bronca p¨²blica. Pero los catalanes deciden el 12-M entre dejar un poco m¨¢s atr¨¢s el proc¨¦s o seguir varados en ese ensue?o mientras el mundo sigue girando. La amnist¨ªa empieza a examinarse antes incluso de nacer. La cuesti¨®n es saber si de veras contribuye a coser heridas y a reconciliar o seguimos en esa dial¨¦ctica en la que a los que m¨¢s se escucha es a quienes ladran desde las esquinas: a los perros guardianes de las esencias de uno y otro lado. Tarde o temprano, llegar¨¢n otras elecciones generales y si ha pasado un tiempo razonable quiz¨¢ podremos preguntarnos por la reconciliaci¨®n asociada a la amnist¨ªa; para entonces aventuro que seguir¨¢n ladrando los perros guardianes con la habitual seriedad esdr¨²jula, sus nubes de apocalipsis, sus hongos nucleares y ese tonillo inconfundible de Antiguo Testamento.
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