El inspector jefe d¨ªscolo de la frontera de Gibraltar
El responsable policial en el lado espa?ol denuncia a sus superiores por la supuesta laxitud de control a los gibraltare?os tras el Brexit y ha generado ya dos jornadas de interminables colas y caos
Atravesar la frontera de Gibraltar para trabajar es lo m¨¢s parecido a elegir cada d¨ªa tu propia aventura. Hay ma?anas fluid¨ªsimas y otras exasperantemente espesas por motivos que, normalmente, son ignotos al com¨²n de los transfronterizos. Pero, a primera hora del pasado 11 de octubre de 2024, el paso que cada d¨ªa atraviesan unas 20.000 personas entr¨® en una dimensi¨®n desconocida. De repente, el inspector jefe del lado espa?ol decidi¨® por su cuenta suspender la laxitud de controles a los gibraltare?os ¡ªactiva mientras se negocia el tratado entre Espa?a y el Reino Unido que debe regir ese tr¨¢nsito tras el Brexit¡ª y sellar cada pasaporte. El Pe?¨®n aplic¨® reciprocidad a espa?oles que, a la desesperada, volv¨ªan a sus casas a por sus documentos. La cola se alarg¨® cuatro kil¨®metros. Muchos ciudadanos ese d¨ªa ni siquiera pudieron llegar a sus puestos de trabajo y el hospital del Pe?¨®n se vio incluso obligado a suspender intervenciones quir¨²rgicas por la falta de sus sanitarios transfronterizos.
El m¨¢ximo responsable de aquella orden y del equipo de 112 polic¨ªas que controlan la frontera de Gibraltar, D.B., volvi¨® a repetir la maniobra sin aval de sus supervisores el pasado 22 de noviembre y durante algo m¨¢s de dos horas. De nuevo, se repitieron las escenas de colas y caos del pasado 11 de octubre, hasta que una contraorden desde arriba volvi¨® a hacer decaer los controles exhaustivos. Pero, aquel d¨ªa, el agente con m¨¢s de 30 a?os de servicio escal¨® un paso m¨¢s. Apenas unas horas antes de convertir de nuevo Gibraltar en una frontera dura, se plant¨® en el Juzgado de Instrucci¨®n N¨²mero 3 de La L¨ªnea de la Concepci¨®n y denunci¨® a sus superiores por prevaricaci¨®n y coacciones. El movimiento, publicado por el peri¨®dico comarcal Europa Sur, convirti¨® en manifiesto lo que hasta entonces era un conflicto larvado desde hace un a?o entre Barrero, la Comisar¨ªa Provincial de C¨¢diz y la General de Extranjer¨ªa y Fronteras, instituciones de las que depende.
El inspector, a preguntas de EL PA?S, alega que el proceso judicial en curso ¡ªel juzgado admiti¨® a tr¨¢mite la denuncia el pasado mes de diciembre¡ª le obliga a guardar silencio. Pero fuentes de su entorno aseguran que lo que hace ¡°es cumplir la ley, porque el problema es que no hay ley que respalde lo que quieren que se haga aqu¨ª¡±. Es justo el planteamiento del escrito presentado al juzgado, en el que asevera que en el paso gibraltare?o se producen ¡°pr¨¢cticas contrarias¡± al art¨ªculo 6, que marca las normas para la entrada de ciudadanos de terceros pa¨ªses, y al 11, sobre el sellado de pasaportes, del C¨®digo de Fronteras Schengen. Desde el entorno del polic¨ªa precisan adem¨¢s que el problema radica en que ese supuesto incumplimiento de la normativa le viene de sus superiores por ¨®rdenes verbales, ¡°no por escrito¡±, y que supone una brecha de seguridad para el pa¨ªs. Sin embargo, fuentes policiales lo niegan, alegan que una orden verbal es suficiente en un cuerpo que funciona con una operatividad jerarquizada y aseguran que los controles de seguridad se realizan y no tienen que ver con el sellado o no de pasaportes.
En el delicado statu quo de la frontera de Gibraltar, la literalidad de la denuncia podr¨ªa parecer que tiene asideros, si se atiende a la operatividad que funciona ahora. Pese a que el Brexit del Reino Unido ya se materializ¨®, el Pe?¨®n se ha librado por ahora de consecuencias duras en su frontera, gracias al Acuerdo de Nochevieja de 2020, que marc¨® las pautas generales de la negociaci¨®n de un futuro tratado, por ahora atascado. Salvo cuando el inspector jefe cambia el paso, los gibraltare?os solo necesitan su identity card roja para entrar a Espa?a. En reciprocidad, los espa?oles solo necesitan su DNI, algo que beneficia a los 15.000 trabajadores transfronterizos.
El citado acuerdo no habla en concreci¨®n de qu¨¦ hacer con los ciudadanos que atraviesan la frontera, pero seg¨²n Jes¨²s Verd¨², doctor en Derecho Internacional, es habitual que se dejase fuera y tampoco es necesario que apareciese: ¡°La buena fe en el comportamiento de las partes est¨¢ recogida en la Convenci¨®n de Viena sobre el derecho de los tratados, que determina que las partes tienen que comportarse para no poner en riesgo el fin del tratado. Aqu¨ª parece l¨®gico que se interprete de una manera laxa el acervo Schengen. Antes del Brexit, esa frontera tampoco era del acervo Schengen y tambi¨¦n era flexible¡±. Verd¨² cree que, dado el tiempo transcurrido de negociaciones infructuosas del tratado, ¡°deber¨ªa ser razonable¡± comenzar a aplicar gradualmente los controles en su totalidad, pero ¡°eso siempre debe ser una decisi¨®n pol¨ªtica de alto nivel¡±, no una cuesti¨®n sujeta al albur del jefe de la frontera.
¡°Es una decisi¨®n pol¨ªtica, nos guste o no. No es algo que decida un inspector jefe¡±, a?ade una fuente policial conocedora de la situaci¨®n. Un mando del cuerpo aporta otro dato en el caso: ¡°Si est¨¢ de jefe de la frontera desde 2022, ?por qu¨¦ ha sido en el ¨²ltimo a?o cuando ha comenzado con esto? ?Se ha dado cuenta ahora?¡±. La clave, seg¨²n apunta la primera fuente, podr¨ªa estar en el encontronazo laboral surgido despu¨¦s de que la comisaria de La L¨ªnea, Mar¨ªa Jos¨¦ Mart¨ªnez, decidiese que el paso dependiese de la Brigada Local de Extranjer¨ªa y Fronteras, poco despu¨¦s de su llegada al cargo en abril del a?o pasado. ¡°Fue ah¨ª cuando ¨¦l se ech¨® a la guerra¡±, apunta. Pero desde el entorno del jefe de la frontera aportan otro motivo: ¡°Fue porque empez¨® a ver que no ten¨ªa el respaldo de sus jefes. Si ¨¦l incumple la ley, pueden acusarle de prevaricaci¨®n¡±.
En los ¨²ltimos cuatro meses, el inspector jefe ha elevado hasta cuatro escritos de queja a sus superiores en los que relata supuestas irregularidades, como la falta en el protocolo de paso del ministro principal y el gobernador de Gibraltar, algo que tambi¨¦n niegan desde el entorno de la polic¨ªa de C¨¢diz. Pero el primer choque con sus superiores data de enero de 2024, cuando el inspector jefe Barrero es amonestado por una de las faltas que integra sus varios expedientes disciplinarios por supuestos errores en el ejercicio de su cargo. Las mismas fuentes policiales conocedoras del caso relatan problemas como una vez en la que el inspector jefe supuestamente coloc¨® sin permiso una antena en el puesto fronterizo para controlar los buques y barcos que estaban cerca de Gibraltar o las pegas que puso al paso de militares ingleses de alto rango que han acabado en requisitorias internacionales a estos mandos.
Uno de esos expedientes disciplinarios ya en marcha puede dejar al polic¨ªa suspendido de empleo y sueldo durante cinco meses. ¡°Son represalias, cuestiones de tr¨¢mite. No le han expedientado por esos d¨ªas en los que estableci¨® los controles porque estaba cumpliendo la ley, no pod¨ªan¡±, argumentan desde su entorno. Desde el otro lado niegan esa presunta cacer¨ªa y hablan de mala fe: ¡°Est¨¢ siendo desleal, creando mal rollo entre los polic¨ªas a su cargo y la comisar¨ªa. Esto no es una frontera al uso normal. Sellar diariamente un pasaporte no implica m¨¢s seguridad, solo que tuvi¨¦semos que renovar 15.000 pasaportes cada tres meses y no hay medios para eso. ?Qu¨¦ quiere? ?Colapsar la comisar¨ªa?¡±.
Verd¨² cree que la denuncia interpuesta por el inspector tendr¨¢ poco recorrido, por el hecho de ser penal y porque asegura que la instancia no es la adecuada: ¡°Son cuestiones que deben dirimirse, en todo caso, en el Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea¡±. El tiempo dir¨¢ qui¨¦n, c¨®mo y en qu¨¦ t¨¦rminos gana el pulso que el inspector jefe de la frontera de Gibraltar abri¨® ese 11 de octubre en el que el paso de Gibraltar experiment¨®, por unas horas y de sopet¨®n lo que puede ser convertirse en una frontera exterior dura de la Uni¨®n Europea. No ser¨¢ f¨¢cil quitarlo del puesto. Solo una falta muy grave podr¨ªa hacerlo y, por ahora, todas son graves. ¡°Quieren alguien d¨®cil, maleable, pero ¨¦l no lo es¡±, aseguran desde su entorno. Al otro lado de la batalla, uno de sus compa?eros le deja un recado: ¡°No es su funci¨®n ponerse a conquistar el Pe?¨®n con malas artes, porque no le corresponde¡±.
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