Ya puede usted leer a ?ngela Graupera
En ¡®El gran crimen. Lo que yo he visto en la guerra¡¯, sobre la I Guerra Mundial, narra el horror moderno. Su oscura poes¨ªa es un destello femenino aturdido por lo que los hombres hacen a otros hombres
Si escribe ?ngela Graupera en el buscador de internet, encontrar¨¢ de inmediato la edici¨®n actual de su libro sobre la I Guerra Mundial, El gran crimen. Lo que yo he visto en la guerra. Es uno de los documentos altamente humanos y m¨¢s feroces sobre aquella contienda b¨¢rbara de trincheras, en la que millones de j¨®venes europeos murieron sin haber salido de su pueblo hasta entonces. Su autora, periodista, escritora y viajera pol¨ªglota, primera corresponsal de guerra catalana, escribe como enfermera de la Cruz Roja. Crudo y fulgurante como un documental sin filtros, solo sus ojos atentos al dolor de los soldados se alza de nuevo como un r¨¦quiem implacable. Hay que leerlo, no es carne de hemeroteca.
Cuando Joan Marcet, reportero y corresponsal televisivo en tantos lugares, me pidi¨® un pr¨®logo para este libro con el que empezaba la aventura de editar (Chapiteau 2.3.), no lo dud¨¦, aunque tard¨¦ en ponerme a escribir: lo que le¨ªa dol¨ªa, mucho. ?ngela Graupera, cultivada escritora y activista a favor de cambios sociales feministas e igualitarios, pacifista, yac¨ªa en la fosa de la Historia. Hab¨ªa nacido en Barcelona en 1876 y en ella muri¨® en 1940. Casada y madre de una hija, en junio de 1914 hab¨ªa obtenido el t¨ªtulo de enfermera en el Hospital Cl¨ªnico de la capital y como tal se fue a la guerra. Poco m¨¢s se sabe de su juventud, de momento.
Escrito en primera persona, tras las penosas jornadas en su hospital, se lee como un documental
Cuando decide irse a Serbia como enfermera voluntaria de la Cruz Roja francesa tiene 38 a?os. En esa guerra se estrena como corresponsal, luego contar¨ªa la persecuci¨®n turca de los griegos tras la Gran Guerra y el desastre de Annual desde Melilla. Serbia fue su resplandor, su rel¨¢mpago pacifista.
All¨ª, ante el horror, se pone a escribir en paralelo a su trabajo hospitalario, muy duro, y decide mandar cr¨®nicas ¡ªpor su cuenta¡ª al diario barcelon¨¦s Las Noticias, que las acepta. Enviar¨¢ m¨¢s de un centenar. Escritura vibrante, en primera persona, rapidez de telegrama, el impacto visual domina. Lo que ve, lo que comprende de aquella matanza, que lo fue, mucho m¨¢s de lo que conocemos, se le queda grabado. Es una enfermera dotada para el trato con aquellos j¨®venes destrozados, por su don de lenguas, por su inteligencia de la situaci¨®n: ¡°Pueblos que se dicen civilizados emplean su admirable ciencia y largos a?os de perseverantes estudios buscando los procedimientos b¨¢rbaros y eficaces para destruir a otros pueblos, porque estos poseen (¡) m¨¢s extensos mercados industriales (¡) En los frentes se destrozan por cuestiones econ¨®micas; aqu¨ª en el hospital se asesina por fanatismo¡±. Los matan, matan en el hospital a los enemigos capturados, as¨ª de claro.
Al volver a casa, con el tiempo, arma este libro, que publica en 1935. Una edici¨®n en La Revista Blanca, de los padres de la l¨ªder anarquista Federica Montseny. La Graupera tambi¨¦n escrib¨ªa para la colecci¨®n de novelitas rosa de la casa, La Novela ideal, no estudiada a¨²n a fondo, un arco pulp, de literatura popular, seguramente delicioso, de propuestas de escritoras anarquistas y socialistas para sus lectoras proletarias, otras formas de relaci¨®n de pareja.
El gran crimen no tiene nada de rosa ni de novelita. Escrito en primera persona, a retazos r¨¢pidos, en notas de la autora tras las penosas jornadas en su hospital alucinante, se lee como un documental. Sus im¨¢genes, en bruto, se suceden en un texto premonitorio de lo que el escritor Samuel Beckett dir¨ªa despu¨¦s: el estilo no es m¨¢s que un corbat¨ªn en un cuello canceroso. Hace pensar tambi¨¦n en el documental de John Huston al volver de la II Guerra Mundial, Let there be light (Que se haga la luz, 1946), rodado en un hospital para soldados enfermos mentales. Y su primera persona, su yo alejado de pretensiones y narcisismos, se avanza al documental y al arte feministas de los 60-70. Tanto es su fulgor y pureza, su verdad y su br¨ªo.
?ngela Graupera narra el horror moderno. Su oscura poes¨ªa es un destello femenino aturdido por lo que los hombres hacen a otros hombres. Los soldados lo saben y aun as¨ª esperan algo de la muerte: ¡°Cada hombre lleva encerrado en su mundo interior una pasi¨®n, un drama, un poema, una grata emoci¨®n que cultivar en el jard¨ªn espiritual y que a veces florece al pie de la tumba¡±. En esa r¨¢faga, soldado y enfermera vislumbran una cierta paz. Pero no llegar¨¢ el descanso para ella: ¡°A la noche no puedo dormir, perseguida por el recuerdo de aquella m¨¢rtir y humilde vida que esper¨® extinguirse en el refugio de mis brazos¡±. Un libro imprescindible que ya puede usted leer.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural
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