El ¡®proc¨¦s¡¯ despu¨¦s del coronavirus
Sea cual sea el futuro de la negociaci¨®n entre los gobiernos espa?ol y catal¨¢n (o lo que quede de ellos despu¨¦s de la crisis), ni aqu¨ª ni all¨ª se debe recortar nunca m¨¢s el sistema sanitario p¨²blico.
En un lejano 13 de noviembre de 2013, Oriol Junqueras advirti¨® al Gobierno espa?ol que si no permit¨ªa la celebraci¨®n de una consulta de autodeterminaci¨®n, Catalu?a podr¨ªa utilizar todas las herramientas de movilizaci¨®n social a su alcance para que el Estado reconsiderase su postura, entre las cuales se hallaba la de ¡°parar la econom¨ªa¡±. En un no tan lejano 9 de octubre de 2019, Toni Com¨ªn (exconsejero de Salud, que por cierto guarda un elocuente silencio), defend¨ªa una respuesta a la sentencia del 1-O que buscase el desgaste ¡°material y econ¨®mico del Estado¡±, incluso si para centenares de miles de catalanes el precio a pagar fuera quedarse sin trabajo o ver bajar abruptamente su nivel de vida.
Lo que el independentismo m¨¢s fogoso so?¨® en 2013 y volvi¨® a verbalizar en 2019 lo ha hecho realidad un virus que responde al extra?o nombre de SARS-CoV-2. La econom¨ªa est¨¢ parada, mucho m¨¢s que en los minutos m¨¢s ¨¢lgidos de cualquier aturada de pa¨ªs, y lo habr¨¢ estado mucho m¨¢s tiempo de la semana que modestamente suger¨ªa Junqueras en 2013. Y el paro en Catalu?a va a alcanzar unas cotas que Com¨ªn nunca se habr¨ªa imaginado ni en sus episodios m¨¢s profundos de euforia rebentaire.
Frente a los devaneos de cierto independentismo, la situaci¨®n cr¨ªtica que vivimos tiene el m¨¦rito de poner en evidencia lo poco recomendable que resulta parar la econom¨ªa de un pa¨ªs. Pero ahora no es el momento de reprochar a este independentismo anti pragm¨¢tico su discutible estrategia para doblegar al Estado (ni de echar en cara a cierto espa?olismo exacerbado que confundiera al inocuo independentismo con algo que hab¨ªa que ¡°desinfectar¡±), sino de extraer algunas lecciones de la crisis del coronavirus que nos puedan orientar para el d¨ªa despu¨¦s. Porque tardar¨¢ m¨¢s o tardar¨¢ menos, pero la pesadilla de la Covid-19 terminar¨¢, y cuando despertemos el contencioso que enfrenta al independentismo catal¨¢n con la inercia centralista espa?ola seguir¨¢ all¨ª como el dinosaurio de Monterroso.
En primer lugar, la crisis del coronavirus habr¨¢ servido para relativizar la importancia de tener un estado. En 2014 la Assemblea Nacional Catalana tuvo su momento de gloria con la campa?a Ara ¨¦s l'hora, gracias al cartel que vinculaba la Rep¨²blica Catalana con el hecho de tener helado de postre cada d¨ªa. Ning¨²n cartel prometi¨® una Rep¨²blica libre de virus, pero ahora se ha hecho evidente que la ¡°plena soberan¨ªa¡± no sirve para esquivar una pandemia global. Ni Italia, ni Francia, ni el Reino Unido, con sus robustas soberan¨ªas a toda mecha, han conseguido ahorrarse el virus. (Aunque cada d¨ªa se da menos, todav¨ªa sorprende escuchar voces que atribuyen el azote de la pandemia en Catalu?a al mero hecho de no disponer de m¨¢s competencias.)
En segundo lugar, la crisis del coronavirus tambi¨¦n habr¨¢ servido para poner en evidencia (una vez m¨¢s) la escasa cultura federal que impregna a la pol¨ªtica espa?ola. Una cosa es centralizar la toma de decisiones, que es lo que ha hecho medio mundo (incluida la Generalitat de Catalu?a respecto a los municipios catalanes, que tambi¨¦n gozan del derecho constitucional a la autonom¨ªa), y otra cosa es ignorar la realidad auton¨®mica con el peregrino argumento de que el virus no entiende de fronteras, cuando la realidad es que las infraestructuras y una parte importante de las competencias para hacer frente al virus son auton¨®micas. Que el activista Quim Torra aprovechara los primeros d¨ªas de la crisis para una extempor¨¢nea campa?a contra el Estado (con sus habituales cartas a las instituciones europeas incluidas) forma parta de la normalidad. Pero es sintom¨¢tico que el paciente, constructivo y comprensivo lehendakari vasco ??igo Urkullu se haya tenido que quejar de enterarse por la prensa de seg¨²n qu¨¦ decisiones que afectan a su ¨¢mbito competencial.
Estas lecciones no son nuevas. Antes de la crisis ya era evidente que cierto independentismo atribu¨ªa a la independencia poderes casi m¨¢gicos, y que a ciertos poderes del Estado les costaba superar la l¨®gica del Estado unitario. Hay una tercera lecci¨®n que tampoco es nueva, pero s¨ª es la m¨¢s importante. Y se resume en una frase: los recortes se pagan muy caros. Sea cual sea el futuro de la negociaci¨®n entre los gobiernos espa?ol y catal¨¢n (o lo que quede de ellos despu¨¦s de la crisis), el Nunca M¨¢is deber¨ªa resucitar tanto en Catalu?a como en Madrid. Ni aqu¨ª ni all¨ª se debe recortar nunca m¨¢s el sistema sanitario p¨²blico. El debate pol¨ªtico permite muchos matices, pero ning¨²n pa¨ªs ¡ªpresente o futuro¡ª puede jugar con la estricta supervivencia de sus ciudadanos.
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