Badia i Margarit: el eslab¨®n con Pompeu Fabra
El fil¨®logo fue clave para enlazar la labor del ¡®Mestre¡¯ con los nuevos estudiosos del catal¨¢n de los a?os 60 y 70 que ¨¦l mismo forj¨®. Cultura pide una calle en Barcelona por su centenario
Lo dif¨ªcil es la continuidad, que las cosas no se rompan o pierdan y deban empezarse de cero, especialmente en cultura y ciencia, valoran los expertos. Antoni Badia i Margarit asisti¨® a la catalana y avanzada escuela Blanquerna de Alexandre Gal¨ª; pero tras la Guerra Civil (a la que acudi¨® con la traum¨¢tica Quinta del Biber¨®n) estudi¨® en una Universidad de Barcelona (UB) con profesores en el exilio o expulsados. Por ello, iba a clases m¨¢s o menos clandestinas de maestros depurados como Jordi Rubi¨® y Ramon Aramon. E hizo la tesis con D¨¢maso Alonso. Busc¨® la tradici¨®n. Y luego, gener¨® como primeros disc¨ªpulos personajes capitales para el estudio del catal¨¢n como Germ¨¤ Colon, Joan Veny y hasta dirigi¨® la tesis del ic¨®nico Joan Sol¨¤. ¡°Destin¨® el grueso de sus energ¨ªas a garantizar la continuidad de la obra de Pompeu Fabra y Joan Coromines; fue un eslab¨®n decisivo para el mantenimiento del estudio de la lengua catalana¡±, asegura Carles Duarte, otro disc¨ªpulo y ahora comisario del Any Badia i Margarit que promueve la Generalitat en el centenario del nacimiento del ling¨¹ista, reconocimiento que el coronavirus y sus efectos est¨¢ retrasando.
Maria Teresa Cabr¨¦, hoy presidenta de la Secci¨® Filol¨°gica de l¡¯Institut d¡¯Estudis Catalans (IEC), o Joan Mart¨ª, antiguo rector de la Universitat Rovira i Virgili, formar¨ªan parte tambi¨¦n del elenco de expertos de la lengua que, primero alumnos y luego colaboradores, pasar¨ªan por la sapiencia de Badia i Margarit (Barcelona, 1920-2014), que ¡°supo mantener vivos, desde los a?os 40, los estudios filol¨®gicos sobre el catal¨¢n iniciados en el IEC y la universidad antes de la Guerra Civil, llev¨¢ndolos a los 60 y 70¡±, fija Duarte.
El comisario de la Any Badia i Margarit le conoc¨ªa bien: fue alumno suyo y colaboraron entre mediados de los 70 y principios de los 80. ¡°Era met¨®dico, riguroso, l¨²cido y generoso¡±, enumera. ¡°Como se levantaba muy temprano, aprovech¨¢bamos la primera hora de la ma?ana para despachar temas¡±, recuerda. Entonces ya era catedr¨¢tico de Gram¨¢tica Hist¨®rica Catalana (1977) en la UB, donde 29 a?os antes hab¨ªa ganado la c¨¢tedra de la misma materia¡ de lengua castellana. Hab¨ªa llegado a la plaza en 1948, cuando morir¨ªa en el exilio ese Fabra con el que nunca lleg¨® a trabajar, pero con el que hab¨ªa conectado indirectamente a trav¨¦s de esas misteriosas cadenas del saber: por un lado, a partir de Gal¨ª, que le introdujo en el amor por la lengua, y que hab¨ªa sido adolescente disc¨ªpulo del Mestre, y, por otro, a partir de Aramon, quien s¨ª trabaj¨® de manera directa con Fabra.
En cualquier caso, Badia i Margarit ya contaba en los a?os 70 con una bibliograf¨ªa impactante, entre otros t¨ªtulos con el inicio del gigantesco Atles ling¨¹¨ªstic del domini catal¨¤ que arranc¨® con Col¨®n (1952) y una Gram¨¢tica catalana¡ en castellano (1962), primer manual universitario sobre el tema y precedente de una segunda m¨¢s ambiciosa (1994). Miembro del IEC desde 1968 (donde acabar¨ªa presidiendo la Filol¨°gica entre 1989 y 1995), tambi¨¦n era ya por entonces el rector de la UB, el primero en democracia, cargo que mantuvo hasta 1986. Que combinara las dos fren¨¦ticas actividades es fruto de su divisa ¡°ciencia y pasi¨®n¡±, dice Duarte, quien rememora los trabajos para la normalizaci¨®n del catal¨¢n cuando ¨¦ste no era oficial y el estudio de un lenguaje administrativo en esa lengua. ¡°Ten¨ªa una consciencia muy n¨ªtida de su condici¨®n de cient¨ªfico, pero se sent¨ªa comprometido con la transformaci¨®n de la realidad¡±. Y de ah¨ª su producci¨®n de t¨ªtulos de la sociolog¨ªa del lenguaje, como La llengua dels barcelonins (1969), o su larga presidencia del Grup Catal¨¤ de Socioling¨¹¨ªstica (1974-1990).
A diferencia del propio Fabra, de Coromines o, m¨¢s recientemente, de Sol¨¤, todos ellos con gran proyecci¨®n popular, no parecer¨ªa que el perfil de Badia i Margarit, menos medi¨¢tico, facilite ahora su proyecci¨®n p¨²blica. ¡°Es cierto que fue, sobre todo, un eminente profesor universitario, pero tuvo tambi¨¦n un impacto social¡±, contrapone el comisario, que rememora su detenci¨®n en 1967 por sus protestas contra el r¨¦gimen, su apoyo a manifiestos en defensa de estudiantes represaliados o, en 1976, un discurso suyo que ser¨ªa el inaugural de un a?o acad¨¦mico universitario en catal¨¢n tras la Guerra Civil. Quiz¨¢ esa vertiente c¨ªvica ayudara tambi¨¦n a que recibiera el Premi d¡¯Honor de les Lletres Catalanes en 2003.
Libros, calle y escuela
¡°Si fue el primer rector de la Universitat de Barcelona elegido democr¨¢ticamente tras el franquismo es porque era un referente c¨ªvico¡±, enfatiza Duarte. Por eso el Any Badia i Margarit, con el calendario en suspenso, ten¨ªa su acto de apertura en el Paraninfo de la UB el pasado 19 de marzo. Aplazado, se har¨¢ coincidir con una exposici¨®n en la misma sede, una de tres programadas, junto a las de la Biblioteca de Catalunya y del IEC, ¨¦sta a partir de sus libros y objetos personales. El mismo Instituto acoger¨¢ unas jornadas que confrontar¨¢n a ling¨¹istas de las ¨²ltimas generaciones con la labor de quien fue doctor honoris causa en Salzburgo o La Sorbona, entre otras universidades.
De ese encuentro cient¨ªfico ha de salir un libro, mientras se plantea la reedici¨®n del que realizara el periodista Miquel Pairol¨ª, Badia i Margarit. La passi¨® i el rigor d¡¯un investigador de la llengua catalana, aparecido a rebufo del premio de la Fundaci¨®n Catalana para la Recerca (1996). Y, mientras, desde el departamento de Cultura de la Generalitat se ha solicitado al Ayuntamiento de Barcelona que Badia i Margarit pueda dar nombre a una calle o espacio p¨²blico: am¨¦n de en los aleda?os de edificios de la UB, tambi¨¦n podr¨ªa ubicarse en la calle Portaferrissa. Asimismo, se ha planteado al departamento de Educaci¨®n que alg¨²n futuro instituto pudiera llevar su nombre. ¡°En Igualada, donde vivi¨® unos a?os tras su jubilaci¨®n, hay ya uno, pero podr¨ªa haber otro, ?no?¡±, plantea Duarte. La labor de continuidad, de cadena, de Badia i Margarit, bien lo vale.
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