Hotel en guerra
La Casa Johnstone, en Tossa de Mar, que sobrevivi¨® a la Guerra Civil, a la posguerra y al boom tur¨ªstico, es testigo tambi¨¦n de la crisis del coronavirus
Los carteles que se ven por la calle provocan escalofr¨ªos. ¡°Se vende¡±, ¡°Se alquila¡±. Persianas bajadas en las hileras de braser¨ªas, bares de tapas, pizzer¨ªas, cafeter¨ªas, helader¨ªas... Un local al lado de otro, como fichas de domin¨®. La ¨²nica se?al de vida es un grupo de alba?iles perforando el suelo para pasar unos tubos. Y la silenciosa motocicleta de la polic¨ªa local de Tossa de Mar que recorre las callejuelas del centro: ¡°?Buenos d¨ªas? ?Qu¨¦ hace por aqu¨ª?¡±.
Preocupa pensar que pasar¨¢ con Tossa de Mar cuando acabe la crisis del coronavirus. Preocupa pensar que est¨¢ pasando ya, ahora, con todos esos negocios cerrados. Pero no es solo Tossa de Mar. Es Sant Feliu de Gu¨ªxols, es Platja d¡¯Aro, Palam¨®s, Llafranc, Begur, Calella¡ Se puede seguir hacia arriba o hacia abajo, da igual. ?Qu¨¦ pasar¨¢ con la costa catalana? ?Qu¨¦ pasar¨¢ con nosotros?
Tossa de Mar es una especie de maravilloso accidente geogr¨¢fico, entre rocas, pinos y mar, accesible, por la costa o por el interior, a trav¨¦s de serpenteantes carreteras, pero colonizado por esqueletos de hormig¨®n vac¨ªos, que cuando se llenan de gente disimulan sus kilos amorfos de cemento. Hotel tras hotel, abigarrados, en un enjambre repetitivo de balcones y mini terrazas, ahora todas con la persiana bajada.
Con la distop¨ªa del coronavirus, las ciudades y los pueblos vuelven a ser de quienes los habitan, encerrados en sus casas, como si el boom tur¨ªstico nunca hubiese existido. ?Cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que La Rambla de Barcelona estuvo sin un solo turista? Causa cierto placer: es mi ciudad, solo m¨ªa. Y da bastante miedo. Sobre todo cuando el Banco de Espa?a, el BCE o el FMI hablan de la peor crisis desde la posguerra.
Antes y durante la Guerra Civil escribi¨® Nancy Johnstone sus maravillosos Hotel in Spain (1937) y Hotel in Flight (1939). Cuenta c¨®mo fue para una guiri inglesa de los a?os treinta descubrir un peque?o rinc¨®n de Catalu?a, Tossa de Mar, construir un hotel para turistas extranjeros como ella, Casa Johnstone, y c¨®mo la guerra, que al principio parec¨ªa que se libraba en cuatro calles de Barcelona, llev¨® a Tossa de Mar miedo, hambre, bombardeos, detenciones y un regimiento de ni?os de los que cuidar.
Con el s¨ªmil fr¨ªvolo en la cabeza de la Guerra Civil y la guerra al coronavirus recorro Tossa de Mar en busca de Casa Johnstone. No quiero usar Google maps. Busco intuir la empinada cuesta de una monta?a que describe Nancy mientras subo una calle asfaltada y flanqueada por una l¨ªnea de pizzer¨ªa/bar de tapas/helader¨ªa/steakouse/pizzer¨ªa y el mar. Nada. Reculo. Regreso a la calle de los obreros municipales. La moto policial pasa por detr¨¢s otra vez. Hotel/hotel/hotel/inmobiliaria/localenalquier/ristra de pisos vac¨ªos.
Al fin encuentro la entrada del hotel Don Juan. ¡°La ver¨¢s por aqu¨ª detr¨¢s¡±, me indica un empleado de mantenimiento del recinto de cuatro estrellas, cerrado por coronavirus. A lo lejos, diviso una construcci¨®n cuadrada, de paredes blancas, rodeada de m¨¢s edificios y una pista de tenis. La Casa Johnstone, que acogi¨® en los a?os treinta a intelectuales, turistas y una treintena de ni?os durante la Guerra Civil, es un anexo en el seno de un macrohotel para rosados turistas que se curten al sol de la Costa Brava.
Ya la construcci¨®n de la Casa Johnstone, en 1934, alter¨® la fisonom¨ªa de la costa, pero entonces no hab¨ªa masificaci¨®n y nadie pod¨ªa prever la de cemento que estaba por llegar. La peripecia de sus anfitriones, Nancy Johnstone y su primer marido, la recuper¨® la historiadora del arte Gl¨°ria Bosch con la ayuda del galerista local Joan Planella. ¡°La madre de Joan Planella trabajaba de jovencita con la Nancy. ?l me abri¨® caminos, ense?¨¢ndome fotos que guardaba de su madre¡±, explica por mail Bosch. Tambi¨¦n habl¨® con la hija del pintor alem¨¢n Oscar Z¨¹gel, amigo, vecino y personaje de los libros de Nancy, con la tossenca Maria Eug¨¨nia Serra, y organizaron una exposici¨®n en 2007.
Cuatro a?os m¨¢s tarde, Tusquets reedit¨® los dos libros publicados por Nancy en ingl¨¦s en los a?os treinta, Un hotel en la costa. La cr¨®nica cotidiana de una brit¨¢nica ¡°con car¨¢cter fuerte y sin nada de miedo¡±, la define Bosch. El relato empieza con el florecimiento tur¨ªstico de Tossa en los a?os treinta y acaba con los refugiados y exiliados hacinados en pueblos y playas de la costa francesa por la Guerra Civil.
Luego Nancy se fue a M¨¦xico y no regres¨® a Tossa hasta los a?os 50. El hotel estaba ocupado por quienes se quedaron a su cargo. No fue f¨¢cil, la denunciaron ¡°por roja¡±, explica Bosch. ¡°El jefe de la Guardia Civil, que la conoc¨ªa y le ca¨ªa bien como persona, no se quiso creer las barbaridades ¡®interesadas¡¯ de quienes la quer¨ªan echar. Avis¨® a un amigo muy amigo y vecino para que la sacasen de Espa?a antes de la madrugada, cuando la Guardia Civil ir¨ªa a detenerla. Y as¨ª lo hicieron¡±, explica.
Al poco, Nancy se instal¨® de nuevo en el municipio catal¨¢n. Planeaba escribir un tercer libro de Tossa de Mar, pero su segundo marido ¡°no soporta el ambiente del pueblo¡±, y se marcharon. El ¨²ltimo rastro de ella es una carta que env¨ªa a la editorial inglesa Faber & Faber, que le hab¨ªa editado los dos libros anteriores, donde habla de algunos cap¨ªtulos que tiene listos. Gracias a los editores, Bosch ha podido reconstruir el periplo de Nancy: ¡°Me buscaron las cartas y me las enviaron, atentos siempre a cualquier duda¡±.
Familiares de Nancy se han puesto en contacto con Bosch. ¡°Nunca m¨¢s supieron nada y estaban interesados en tener el material de la investigaci¨®n. Eso quiere decir que la pista desaparece en Tossa. Nunca llegaron a Londres¡±, asegura la historiadora del arte, que no pierde la esperanza de encontrar alg¨²n hilo del que tirar para saber qu¨¦ fue de ella y de su marido.
La reedici¨®n de los libros de Nancy por parte de Tusquets (primero en catal¨¢n y luego en castellano) fue un ¨¦xito. Incluso se habl¨® de la adaptaci¨®n al cine de la historia del hotel, que podr¨ªa dirigir Isona Passola. De llegar a rodarse, la impasible Casa Johnstone sigue en pie casi un siglo despu¨¦s, en una extra?amente vac¨ªa Tossa de Mar. Sus cuatro paredes y el pueblo que las alberga son testigos de una nueva batalla: la de coronavirus.
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