La cultura menospreciada
Al ministro de Cultura, Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Uribes, frente a las medidas que otros ministros tomaban para paliar los efectos de la pandemia, solo se le ocurri¨® decir que primero ven¨ªa la vida y despu¨¦s el arte
Hace unos pocos d¨ªas se arm¨® un esc¨¢ndalo en el mundo de la cultura por las declaraciones del hasta entonces poco visible ministro de Cultura, Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Uribes, en el que frente a las medidas que otros ministros tomaban para paliar los efectos de la pandemia, solo se le ocurri¨® decir que primero ven¨ªa la vida y despu¨¦s el arte. Sin embargo, si la pandemia mata, la situaci¨®n dram¨¢tica de los agentes de la cultura durante y despu¨¦s de esta pandemia tambi¨¦n matar¨¢¡ de hambre. Si ya sus condiciones eran precarias antes de la infecci¨®n, ahora ser¨¢n dram¨¢ticas. Entonces, el Ministro aprob¨® el 5 de mayo unas medidas econ¨®micas urgentes para el sector cultural. Anunci¨® l¨ªneas de cr¨¦dito a las empresas culturales pero a?adi¨® que la liquidez a¨²n no hab¨ªa llegado. Como siempre suele pasar, son los sectores de las artes esc¨¦nicas y el audiovisual los que reciben m¨¢s ayudas. En el de las artes visuales habr¨¢ ayudas a las galer¨ªas, artistas, cr¨ªticos y comisarios, afirm¨®, pero a¨²n sin ninguna cantidad especificada. M¨¢s tarde se habl¨® de una ayuda de un mill¨®n de euros para compra de arte contempor¨¢neo, lo cual es poco para todo un pa¨ªs. Me pregunto qu¨¦ har¨¢n los artistas pl¨¢sticos que no tienen una galer¨ªa o los dise?adores gr¨¢ficos. En Francia, ya se han lanzado multitud de ideas como la anulaci¨®n de los alquileres de los talleres, compra directa de arte y un gran programa de encargos p¨²blicos.
Pero lo que a m¨ª me choc¨® m¨¢s de aquella comparecencia fue la frase de la ministra de Hacienda, Mar¨ªa Jes¨²s Montero, que parec¨ªa destinada a tapar la metedura de pata de su colega: ¡°La cultura es libertad y la libertad es democracia¡±, afirm¨® con mucha vehemencia, como si con esta proclama m¨¢s propia de una pancarta en una manifestaci¨®n que una verdadera definici¨®n de la cultura se hubiera resuelto el problema. No me desagrada este gobierno frente a otras alternativas actuales, pero me volvi¨® a dar la sensaci¨®n de que la cultura es lo ¨²ltimo que les preocupa, y que no parecen ni comprenderla, ni disfrutarla ni mucho menos apoyarla. ?No ha ido nuestra ministra a un concierto en donde se conmoviera o exaltara? ?No ha visto una pel¨ªcula cuyo desenlace moral la hiciera reflexionar sobre su propio comportamiento? ?No ha le¨ªdo alg¨²n libro en el que, como afirmaba el otro d¨ªa una entrevistada, ¡°una sola frase puede cambiarte la vida¡±?
Estos d¨ªas ha habido en las redes sociales muchos juegos y cadenas para que hacer llegar y compartir libros o poemas. Solo particip¨¦ en el de los libros porque no me gustan este tipo de entretenimientos, pero trat¨¢ndose de literatura, dije que s¨ª: ten¨ªas que poner diez libros que te hubieran impresionado o gustado mucho a lo largo de tu vida, excluyendo las obras maestras como la Iliada, El Quijote y dem¨¢s.
Puse Solitud, de V¨ªctor Catal¨¤ (Caterina Albert), porque lo que yo pensaba que era un drama rural era en realidad la b¨²squeda de identidad de Mila, su protagonista, inmersa en un matrimonio decepcionante. Su ascensi¨®n a la ermita por una monta?a que se convierte tambi¨¦n en protagonista del libro es en realidad un viaje interior al final del cual, en la bajada, decidir¨¢ ser ella misma, sola pero independiente.
Puse la magn¨ªfica autobiograf¨ªa de Arthur Koestler en la que describe el paso de su militancia comunista y su fe ciega en la Revoluci¨®n de 1917 hasta que en un viaje a Rusia comprueba las hambrunas, la burocracia y la represi¨®n del nuevo Estado. Su cuadro es vivo y pat¨¦tico y se a?ade a la decepci¨®n de todos aquellos intelectuales que viajaron en los a?os treinta y se desencantaron de un ideal que en la realidad cotidiana era ilusorio.
Puse los cuentos de Dorothy Parker, aquella periodista de lengua afilada que en estos breves relatos expresa, con una sutileza inaudita, la incomunicaci¨®n de las parejas o la b¨²squeda desesperada del amor.
Y puse la Educaci¨®n sentimental de Flaubert porque sintetizaba de forma magistral los cambios en el Par¨ªs de la segunda mitad del siglo XIX y la vida de un joven de provincias que va a labrarse una carrera en la capital. Es el final de las aspiraciones rom¨¢nticas y el inicio de una nueva burgues¨ªa, con su vida espiritualmente mediocre, sus ambiciones materiales, su hipocres¨ªa y su especulaci¨®n. La novela fue considerada como una de las mejores de su siglo y George Sand, que escribi¨® un art¨ªculo sobre el texto, escribi¨®: ¡°?Qu¨¦ prueba este libro? Prueba que este estado social ha llegado a su descomposici¨®n y que habr¨¢ que cambiarlo radicalmente¡±. Palabras que podr¨ªan haber sido escritas en estos momentos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.