La barba de Mas
El nuevo look facial ha convertido al ¡®expresident¡¯ en un rebelde inconformista. Ahora dice que el personal sanitario deber¨ªa cobrar m¨¢s, cuando ¨¦l tras dos a?os de Gobierno ya les hab¨ªa recortado en un 12,2% los salarios
Hace unos d¨ªas en TV3 comparecieron tres expresidentes de la Generalitat para explicar sus experiencias sobre coronavirus y confinamiento. Jos¨¦ Montilla, Artur Mas y Carles Puigdemont aportaron telem¨¢ticamente sus visiones. Las declaraciones m¨¢s llamativas correspondieron a Mas, que ¡ªfiel a su tradici¨®n marinera¡ª con un tim¨®n de fondo y una barba menos recia pero m¨¢s cuidada que la del capit¨¢n Archibald Haddock, asegur¨® que el sistema sanitario ¡°aguanta por los salarios bajos del personal¡±. Llevado por el peso ideol¨®gico de su nuevo look agreg¨®: ¡°Si todo el mundo en salud cobrara el salario que le corresponde no habr¨ªa dinero para pagar¡±.
A este Artur Mas marinero, travestido de viejo profesor, la barba le ha mostrado el camino hacia la luz de la rebeli¨®n. El expresident, al que la CUP envi¨® a la papelera de la historia, ha resucitado en reflexivo inconformista. Ahora le acompa?a el aura de nacionalista rebelde, como si nada de lo que hizo entre 2010 y 2014 fuera con ¨¦l. El nuevo Mas act¨²a como si todo estuviera por escribir desde que Bakunin y Garibaldi se fundieran en fraternal abrazo en el congreso fundacional de la Liga por la Paz y la Libertad hace siglo y medio.
Pero la realidad es terca. En junio de 2013 su Gobierno ya hab¨ªa recortado en un 12,2% el sueldo medio de los sanitarios del Institut Catal¨¤ de la Salut. Eran tiempos en que el entonces president oficiaba ¡ªcomo hizo en las jornadas del C¨ªrculo de Econom¨ªa en Sitges (2011)¡ª de sumo sacerdote neoliberal: ¡°La f¨®rmula arriesgada es no subir impuestos y forzar la reducci¨®n del gasto¡±. Mas apostaba por ¡°valores fuertes¡± frente ¡°al exceso, la algarab¨ªa y la demagogia¡± de la izquierda que se manifestaba contra los recortes. ¡°Minor¨ªas muy ruidosas tratan de impresionar e introducir dudas a las mayor¨ªas silenciosas¡±, sentenciaba Mas en un discurso que tra¨ªa a la memoria aquellos ¡°eternos descontentos¡± a los que franquismo achacaba tantos males.
Para imponerse al ruido, desembarc¨® cual marine de un helic¨®ptero el 1 de junio de 2011. Hab¨ªa tanta indignaci¨®n, ira y fuego en las calles que el palad¨ªn de la mayor¨ªa silenciosa tuvo que llegar por aire a la C¨¢mara catalana. No era para menos, pues adem¨¢s de los recortes que consagraban sus presupuestos y que se aprobaban ese d¨ªa, hab¨ªa puesto fin por ¡°injusto y discriminatorio¡± al impuesto de sucesiones, hito hist¨®rico-fiscal con el que celebr¨® sus primeros 100 jornadas de Gobierno.
Firme en sus convicciones, no afloj¨®. En julio de 2012, la ley catalana de estabilidad presupuestaria anticip¨® en dos a?os para Catalu?a el objetivo de d¨¦ficit fijado por el PP para Espa?a. Como el hisp¨¢nico Cid en la jura de Santa Gadea, Mas enton¨® <CW0>el valiente: ¡°Tu me destierras por uno, yo me destierro por cuatro¡±. Y su arrojo qued¨® demostrado: un ajuste de 2.860 millones, 1.300 de ellos en sanidad. Si el 2010 la inversi¨®n en salud por habitante era de 1.297,45 euros, en 2014 ya rondaba los 1.090 euros per c¨¢pita. Para equilibrar los recortes ¡°expropi¨®¡± 50 millones de euros de la partida de la renta m¨ªnima de inserci¨®n, la ayuda que percib¨ªan los m¨¢s d¨¦biles. Su habilidad austericida era presentada como un trofeo ante los inversores internacionales: Catalu?a era m¨¢s europea que nadie y hacia los deberes, no como Espa?a que es una naci¨®n de ¡°fiesta y toros¡±, tal como la calific¨® en 2012 en Massachusetts.
Ahora ya no har¨ªa nada de lo que hizo. Todo eso son p¨¢ginas negras a olvidar. Pero a pesar de la barba el viejo mundo le persigue. La vetusta CDC que ya no existe deber¨ªa restituir 6,6 millones de euros por el expolio del caso Palau, pero no puede. Eran las comisiones que Ferrovial pagaba al partido a trav¨¦s del Palau gracias a la adjudicaci¨®n de obras fara¨®nicas como la Ciudad de la Justicia o la L¨ªnea 9 del metro. Pero Converg¨¨ncia desapareci¨® y se acab¨® el pecado original. Solo quedan tres trabajadores y el valor de las sedes embargadas asciende a 3,6 millones. Ahora el partido est¨¢ comprometido con empresas no de obra p¨²blica sino de calado hist¨®rico. Con el caso del 3% pasar¨¢ lo mismo. La corrupci¨®n convergente, como el Mas protohist¨®rico, forma parte de un pasado que nada tiene que ver con el nuevo sujeto pol¨ªtico.
Decididamente, la pertenencia de Mas al club de los barbudos le ha brindado el conocimiento del weltgeist hegeliano: todo se escenifica dos veces; la primera como una gran tragedia y la segunda como una farsa abyecta, le recordaba Engels a Marx a prop¨®sito de la comparaci¨®n entre Napole¨®n Bonaparte y su sobrino fake Luis Napole¨®n. El pasado (reciente) hay que hacer a?icos.
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