Un hombre de orden para Badalona
Albiol es percibido como garant¨ªa de protecci¨®n en la alcald¨ªa ante el clima de inseguridad que lastra a los barrios
Benjam¨ªn V¨¢zquez, de 82 a?os, se sienta solo en un banco de la plaza del Ayuntamiento, que luce banderas a media asta por las v¨ªctimas del coronavirus. En su despacho, Xavier Garc¨ªa Albiol afronta su tercer d¨ªa como alcalde: una charla con el Govern sobre la desescalada, una entrevista con periodistas, una reuni¨®n con la Guardia Urbana para rebajar un poco la densidad humana en el tentador paseo mar¨ªtimo. V¨¢zquez no sabe que, si espera un poco, ver¨¢ salir al balc¨®n a su ¨ªdolo. ¡°Es lo mejor que ha pasado por aqu¨ª. Da la cara. Y cuida por la seguridad de todos¡±, afirma junto a un cartel¨®n donde los vecinos de Sant Crist recuerdan que las rampas mec¨¢nicas del barrio ¡ªque permiten sortear sus infernales pendientes¡ª llevan 570 d¨ªas sin funcionar.
Albiol inaugur¨® esas rampas en 2014, en su primer mandato. Fue uno de sus gestos para mejorar las condiciones de vida en la periferia, donde duermen la mayor¨ªa de sus votantes. El a?o pasado, gan¨® en 24 de los 34 barrios; en el resto se impuso Guanyem. Aunque no le vali¨® para alcanzar la alcald¨ªa por el cord¨®n sanitario impuesto por el resto de grupos, el reparto sobre el mapa muestra la existencia de dos Badalonas, divididas por una autopista que es una cicatriz: por encima de la C-31, en las calles que se inclinan hacia la monta?a, est¨¢n los feudos de Albiol, que antes lo fueron del PSC y a¨²n antes del PSUC. La periferia vir¨® hacia Albiol cuando la inmigraci¨®n trajo un nuevo paisaje a sus calles, cuando el entorno urbano sufri¨® un deterioro progresivo y cuando la inseguridad (la real, pero tambi¨¦n la percibida) se desboc¨®.
El mapa electoral muestra a dos Badalonas divididas por una autopistaEl mapa electoral muestra a dos Badalonas divididas por una autopista
Entre los vecinos del Centre, V¨¢zquez es una excepci¨®n. Es m¨¢s f¨¢cil encontrar un perfil como el de Mar¨ªa L¨®pez, que echa ostentosamente la cabeza hacia atr¨¢s cuando se le pregunta por el alcalde, que ha recuperado el cetro tras una carambola insospechada: ?lex Pastor (PSC) fue cazado salt¨¢ndose el confinamiento y con s¨ªntomas de embriaguez, y tras su renuncia expr¨¦s los socialistas no supieron cerrar un acuerdo con Guanyem. Y Albiol vuelve a gobernar. ¡°Esto es fatal para todos, aqu¨ª no pinta nada. Dice que va a desinfectar Badalona. Eso servir¨¢ en las barriadas, donde siempre hay cuatro viejos que le hacen caso¡±, dice L¨®pez en la coqueta calle de la Merc¨¨, una estrecha v¨ªa con plantas alineadas a las puertas de las casas que desemboca en el mar. Es due?a de una tienda, pero su dependienta es de La Salut. ¡°Ella dice que siempre est¨¢ por ah¨ª haci¨¦ndose notar. Como es tan alto¡¡±
De la generosa presencia de Albiol en ese barrio da fe Rosario Caba?as. Una diada de Sant Jordi, antes de dar el primer salto a la alcald¨ªa, lo vio en el paseo de La Salut repartiendo rosas. Albiol estaba apostado junto a la escultura en homenaje a Manolo Escobar, hijo ilustre de Badalona. ¡°Fui para all¨ª y me regal¨® una a m¨ª tambi¨¦n¡±. Caba?as, nacida en Cabra (C¨®rdoba), no le vota por eso, aunque admite que qued¨® prendada de un tipo ¡°simp¨¢tico¡± al que ha visto tantas veces que parece uno m¨¢s en el decorado urbano: en las procesiones de Semana Santa, en ¡°el mercadillo de los mi¨¦rcoles¡¡±.
¡°Cuando estaba Albiol no hab¨ªa tantos robos¡±, dice una vecina¡°Cuando estaba Albiol no hab¨ªa tantos robos¡±, dice una vecina
Si el veterano pol¨ªtico, de 52 a?os, se ha ganado su confianza ¡ªy la de 37.000 vecinos m¨¢s¡ª es, en parte, porque le ha hecho sentir m¨¢s c¨®moda en su h¨¢bitat natural. ¡°Con Albiol me siento m¨¢s segura. Cuando estaba ¨¦l no hab¨ªa tantos robos como ahora¡±, dice antes de denunciar que su marido, Manolo, ha sufrido dos atracos en meses. Caba?as percibe que los de Albiol fueron tiempos mejores. Por eso esperaba su regreso. ¡°Ojal¨¢ limpie un poco la calle de tanto chorizo¡±.
Las estad¨ªsticas del Ministerio del Interior sobre criminalidad corroboran, en parte, esa percepci¨®n individual: el cuatrienio de Albiol (2011-2015) coincidi¨® con una ca¨ªda en el n¨²mero de delitos en Badalona. La delincuencia repunt¨® con cierto ¨ªmpetu hace tres a?os y sigue al alza pero de manera pausada. Que esa buena racha tuviera que ver con el trabajo de su equipo al frente de la Guardia Urbana o que sea consecuencia de otros muchos factores ya es otro cantar. Pero, en seguridad, las percepciones cuentan. Y Albiol ha logrado instalarse en las mentes de muchos vecinos como una suerte de protector frente a delincuentes e inc¨ªvicos. Su propaganda machacona tiene parte de culpa. El viernes, difundi¨® que la polic¨ªa local hab¨ªa evitado la ocupaci¨®n de un antiguo cuartel de los bomberos en Sant Roc. ¡°Lograremos hacer imposible la vida a las mafias que hacen de la ocupaci¨®n su manera de vivir¡±, dijo.
En la aclamada The Wire, Thomas Carcetty llega a alcalde de Baltimore con la promesa de restaurar el orden en una ciudad devastada por la violencia y el crimen. Badalona no es Baltimore. Pero hay barrios con una alerta roja en seguridad. Como Sant Roc. Los problemas de convivencia que hace a?os estallaron en este lugar fueron h¨¢bilmente explotados por Albiol. Su agresividad frente a la inmigraci¨®n le llev¨® al banquillo por un delito de odio (result¨® absuelto), pero mejor¨® resultados elecci¨®n tras elecci¨®n. Al legar al poder, Albiol mand¨® instalar una comisar¨ªa en la plaza. Y ah¨ª sigue: un barrac¨®n prefabricado y solitario en un entorno hostil que, seg¨²n han denunciado los propios agentes, no ofrece suficiente protecci¨®n ni es eficaz porque recibe muy pocas denuncias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.