El espejo roto
La idea de la realidad que mir¨¢bamos por la ventana est¨¢ hecha a?icos, sus trizas han entrado en casa, pero la realidad sigue afuera, impert¨¦rrita
El virus y la pandemia de este a?o que durar¨¢ a?os proyectan im¨¢genes de artistas del pasado. Es un indicio renovado de que el arte, la cultura, la creaci¨®n no es un documento sin m¨¢s que solo probar¨ªa qu¨¦ este o aquella artista marcaba o segu¨ªa las modas de su tiempo, incluso las antimodas, sino de que habla siempre en presente, a cada cual y al colectivo que lo comparte: como si estuviera reci¨¦n hecho, en el primer d¨ªa de la creaci¨®n, a veces incluso el primer d¨ªa de la creaci¨®n tras la destrucci¨®n del mundo.
Han corrido por la red y las mensajer¨ªas de los m¨®viles, el correo electr¨®nico y la tele, im¨¢genes de pintores que muchos de ustedes seguro que tienen en mente, como el americano que pint¨® la soledad urbana y la rural, de cuyo nombre no quiero ahora mismo acordarme para no gastarlo m¨¢s, ay. Si un maestro moderno antiguo merece, en mi criterio, que hoy le atendamos es Magritte.
Este pintor belga encuadrado en el surrealismo es la pera, con franqueza. Algunas de sus im¨¢genes son populares como una canci¨®n que lo de menos es quien la hizo. Algunas han sido inspiraci¨®n de los creativos publicitarios de altos vuelos e incluso de bajos vuelos. La pipa que no es una pipa es una de esas paradojas visuales que conocen viejos y j¨®venes de distintas generaciones. Alguien la version¨® hace unas semanas, a m¨ª me lleg¨® por WhatsApp: una mujer de pelo blanco vestida de rojo y en jarras mira un cuadro muy bien enmarcado en el que la pipa ha sido sustituida por un ordenador port¨¢til y debajo, en vez de lo de (en franc¨¦s en el cuadro de Magritte) ¡°Esto no es una pipa¡±, pone, tambi¨¦n en franc¨¦s, ¡°Esto no es una escuela¡±.
Pobre Magritte, pens¨¦. Me explico: su cuadro de la pipa ya pon¨ªa de manifiesto en 1928 las trampas del lenguaje y de las im¨¢genes (se titula La traici¨®n de las im¨¢genes) porque aquella pipa tan ¡°real¡± no es en efecto una pipa sino una pipa pintada y nada m¨¢s, al igual que lo que vemos en la tele no es lo real sino lo captado por una c¨¢mara. Mientras que la imagen an¨®nima por WhatsApp es de una crudeza aplastante, sin ambages. Y sin embargo toca de lleno en lo que sucede ahora mismo en la escuela, los institutos, la universidad. Un ordenador no es una escuela. Quien se haya inventado la imagen es un buen disc¨ªpulo de Magritte, que para el cuadro de la pipa reprodujo exactamente la suerte de pipa que entonces era el reclamo en la calle de un estanco urbano. Su disc¨ªpulo ha tomado su pipa, que mucha gente conoce, para hablar de la traici¨®n de las im¨¢genes de hoy, en pandemia, respecto de la ense?anza: un ordenador no es una escuela, ni un aula, ni una profesora ni un maestro. En el caso de que no seas un excluido digital, sin ordenador ni wifi.
Mi Magritte preferido, ahora mismo, es el cuadro de otro a?o singular, 1936, La llave de los campos. Es del Thyssen madrile?o. Podemos verlo digitalmente aqu¨ª. Ni reproducirlo en esta p¨¢gina es lo mismo que tenerlo ante los ojos, pero tal y como van las cosas, que no puedes viajar m¨¢s all¨¢ de l¨ªmites estrictos y escasos, verlo en l¨ªnea no est¨¢ mal. Lo merece. Esto es lo que veo en ¨¦l ahora mismo, en este tiempo pand¨¦mico que ha roto el espejo. Veo que la idea de la realidad vista por la ventana de una casa acomodada est¨¢ hecha a?icos: el cristal que reflejaba la realidad ¡ªel ¨¢rbol del jard¨ªn¡ª se ha quebrado. Sus trizas han entrado en casa. Los a?icos reflejan ahora trozos del ¨¢rbol diezmado. Pero la realidad sigue estando ah¨ª, donde siempre. Si nuestra casa no es acomodada, m¨¢s desgarro.
La realidad no ha desaparecido, qu¨¦ va, est¨¢ ah¨ª, firme como el ¨¢rbol del jard¨ªn en el cuadro. Lo que est¨¢ hecho a?icos es el cristal de la ventada desde el que las ve¨ªamos venir, as¨ª lo cre¨ªamos. Lo que se ha roto es nuestra idea de la realidad. Vista desde el confort, conviene remarcarlo. Pens¨¢bamos que ten¨ªamos un cristal protector para ver lo de fuera y resulta que era el espejo de lo que quer¨ªamos creer, nuestro espejo.
Magritte no se agota. Ahora es prof¨¦tico. Al igual que los surrealistas ib¨¦ricos todos, ya fueran Mir¨®, Dal¨ª, Bu?uel, Maruja Mallo, Remedios Varo, ?scar Dom¨ªnguez o Eugenio Granell, no ten¨ªa nada de autom¨¢tico ni daba suelta al inconsciente sin m¨¢s ni m¨¢s, lo rumiaba todo antes de ejecutar el cuadro. Una lecci¨®n, puede. Tal vez sirva para algo a¨²n considerar, en pandemia y despu¨¦s ¡ªcuando sea que sea ese despu¨¦s¡ª, que en lengua francesa decir ¡°la llave de los campos¡± era en sus tiempos una manera de hablar de la liberaci¨®n, un camino de libertad.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.