La pandemia del yo
Un abuso cultivado por los medios y los libros: olvido y rechazo de las formas educadas de expresar sentimientos, opiniones, preguntas, declaraciones privadas y p¨²blicas
Es una pandemia muy anterior a la covid-19, que no sabr¨ªa fechar. ?Cu¨¢ndo empez¨® esto? Podemos describirla as¨ª: el uso abusivo del pronombre personal en lenguas que no necesitan usarlo constantemente porque la propia desinencia verbal de la frase lo incluye. Hablo de las lenguas ib¨¦ricas, euskera incluido. No sirve decir lenguas rom¨¢nicas, pues el franc¨¦s, por mencionar una que conozco, s¨ª que exige el pronombre personal en todo momento del habla y de la escritura. Pero, ?aqu¨ª? ?En catal¨¢n? ?En castellano? ?En gallego?
Es una cuesti¨®n a mi entender en absoluto menor. Todos esos ¡°yo creo¡±, ¡°yo pienso¡±, ¡°yo dije¡±, y sus variantes est¨¢n ensuciando de mala manera la expresi¨®n y, por lo que respecta a quien escribe estas l¨ªneas, alejando a marchas forzadas de la lectura de la prensa escrita y de la escucha de radios y teles. Me centrar¨¦ aqu¨ª en la expresi¨®n escrita, que me importa de manera especial como lectora irredenta de prensa y como lectora mucho m¨¢s selectiva de libros. No s¨¦ c¨®mo deber¨ªamos calificar esta lengua que corroe la escritura y la lectura, pero desde luego a menudo acude a mi mente Victor Klemperer y su imprescindible auscultaci¨®n y diagn¨®stico del idioma alem¨¢n que titul¨® LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un fil¨®logo (edici¨®n espa?ola de Min¨²scula, traducci¨®n de Adan Kovacsics, 2001).
?Una exageraci¨®n? Pues s¨ª, pero, ver¨¢n, pocos ejemplos conozco ¡ªdispensen sus autores la ignorancia si los hay¡ª de inventarios de la corrosi¨®n de una lengua en sus estructuras fundamentales de moral gram¨¢tica. Hay, eso s¨ª, un mont¨®n de escritos en los ¨²ltimos a?os sobre los efectos en el idioma de las decisiones de sus hablantes de violentar la gram¨¢tica de manera consciente e incluso militante. Lo alternativo, ya sea feminista u okupa (esa k que se impuso) o simplemente diferenciador de radicalidades, ha conjurado a un mont¨®n de fil¨®logos y ling¨¹istas a favor y en contra muy en particular de la flexibilizaci¨®n gramatical de g¨¦nero, el dichoso desdoblamiento y sus fatalidades. Resulta curioso, por no decir m¨¢s, que tantas energ¨ªas filol¨®gicas expert¨ªsimas no se preocupen en cambio del abuso del yo. Este escrito es una modesta proposici¨®n a ocuparse en serio del asunto.
Es un exceso recogido y cultivado por los mismos medios de comunicaci¨®n y por editoriales. Sobre todo en las entrevistas y sus titulares, como si se hubiera decretado el yo por principio. Un abuso que no s¨¦ si cabe adjudicar a los hablantes o si hablamos as¨ª porque los medios lo hacen y atentan contra nuestros ojos y o¨ªdos con esta pandemia. Respecto a las redes sociales, qu¨¦ decir: es el reino del narcisismo megal¨®mano. Por si es necesario, aclaro que no me refiero a escribir en primera persona ni mucho menos lo ataco, lo practico ahora mismo. Hablo del yo gramatical invasivo.
En mi caso, que tal vez no sea tan particular, este abuso causa un rechazo instant¨¢neo ¡ªesto dura demasiado¡ª a cualquier escrito que lo ejercite. Si me permito exponerlo es porque dispongo de espacio p¨²blico en este peri¨®dico y puedo as¨ª ofrecer en paralelo a mi reclamaci¨®n una disyuntiva gozosa. Esta pandemia tiene su cara interesante. Produce un efecto que, aunque lleva m¨¢s tiempo de lectura, es hermoso: prueben a leer cualquier escrito o entrevista dominados por el pronombre yo elimin¨¢ndolo, como si no estuviera, y comprobar¨¢n hasta qu¨¦ punto la lengua ennoblece. A veces una no est¨¢ para la mandanga, cierto, pero vale la pena.
Luego est¨¢n los libros. Un yo a mi modo de ver innecesario me impide incluso leer una novela reciente bien acogida, traducida, multipremiada, de una autora interesante. Sin el yo, el t¨ªtulo ser¨ªa fant¨¢stico. Pero si desde all¨ª mismo me clava su yo narciso en la retina, pues...
Con la covid-19, la cosa se ha intensificado hasta el paroxismo. El ¡°yo me quedo en casa¡± nos lo hemos tenido que tragar a paladas y me temo que as¨ª seguir¨¢ siendo en las variantes de las fases del desconfinamiento y lo que nos quede por recorrer en esta crisis-espejo de lo que somos.
Cabe pensar que este yo redundante y continuadamente usado es efecto del dominio angl¨®fono de la esfera p¨²blica y de la privada. Puede, claro. Pero la explicaci¨®n no convence ni aclara. Demasiado f¨¢cil. Deja de lado su sombra, el efecto en el habla y en la escritura del olvido y el rechazo de las formas educadas de hablar de uno mismo y de expresar sentimientos, opiniones, preguntas, declaraciones privadas y p¨²blicas. ?Una pandemia interminable?
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