Indultos, cumplea?os y concurso de acreedores
Pujol llega a los 90 a?os con su legado pol¨ªtico minado por la corrupci¨®n, mientras su partido, Converg¨¨ncia, anuncia su liquidaci¨®n y disoluci¨®n, y F¨¨lix Millet, otrora guardi¨¢n de las esencias patrias del Palau, pide clemencia
Casi coincidiendo con el 90 cumplea?os del ex presidente Pujol, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica anunciaba su liquidaci¨®n al no poder hacer frente a los 6,6 millones que cobr¨® en comisiones por obra p¨²blica en el caso Palau, al tiempo que el patricio del coliseo modernista e intermediario en aquellos pagos, F¨¨lix Millet, ped¨ªa por motivos de edad -tiene 85 a?os- ser indultado y no ingresar en prisi¨®n. De la concatenaci¨®n de secuencias resultar¨ªa una vitri¨®lica farsa atelana, esas en que los actores se jugaban la vida al desafiar a los poderes corruptos de Roma. Elementos hay. Un ex presidente, patriarca de una prole de depredadores, espera que sus virtudes pol¨ªticas le rediman de sus pecados de defraudador y pueda pasar a la historia como un estadista; un partido, CDC, inicia una nueva vida como PDECat y pretende borrar sus huellas corruptas con un concurso de acreedores y su desaparici¨®n, sin renunciar ni a Pujol ni a su obra; y Millet, hijo de la burgues¨ªa catalana con acendrada tradici¨®n de humanismo cristiano, se escuda en la piedad ajena para no ingresar en prisi¨®n y cumplir la condena de nueve a?os y ocho meses por el expolio del Palau.
El personaje m¨¢s atrayente de la trama es sin duda Pujol. Su trabajada imagen de profeta -abonada por ¨¦l mismo y todav¨ªa cultivada por muchos de sus seguidores- se consolid¨® durante su etapa presidencial. En sus 23 a?os al frente de la Generalitat, recordaba nombres, an¨¦cdotas y linajes de sus interlocutores, ejercitaba su excelente memoria exhibiendo cifras y datos, y sub¨ªa a las cimas de las monta?as, con la ambig¨¹edad de quien va a convocar elecciones, aunque d¨¦ la impresi¨®n de que va a recibir las tablas de la ley. De joven trabaj¨® su imagen de hombre cercano al cielo con la ascensi¨®n al Tagamanent, desde donde ote¨® c¨®mo cauterizar las heridas de Catalu?a tras la Guerra Civil. Son numerosas las similitudes con los profetas empleadas por ¨¦l mismo y quienes en su d¨ªa apuntalaron el mito. Y quien juega la liga de los profetas, blande la moral y la ¨¦tica contra sus enemigos y es cazado protegiendo a los adoradores del becerro de oro, corre el riesgo de morir lapidado en virtud de esa misma justicia emanada en la cima del Sina¨ª.
Pujol intent¨® embridar a sus hijos a trav¨¦s de personas de su confianza. Sab¨ªa c¨®mo obraban pero decidi¨® no pararlos. Y perseveraron hasta el punto en su conducta que ¨¦l mismo fue arrastrado por el remolino de la corrupci¨®n.
Pujol sab¨ªa que estaba en falta. Era tan consciente de ello como Agust¨ªn de Hipona cuando ped¨ªa a Dios la virtud de la castidad con la boca peque?a, pues asegura en sus Confesiones: ¡°Tem¨ªa que Dios me escuchara demasiado pronto y me curara inmediatamente de mi enfermedad de concupiscencia, que yo prefer¨ªa satisfacer antes que apagar¡±. Pujol intent¨® embridar a sus hijos a trav¨¦s de personas de su confianza. Sab¨ªa c¨®mo obraban pero decidi¨® no pararlos. Y perseveraron hasta el punto en su conducta que ¨¦l mismo fue arrastrado por el remolino de la corrupci¨®n. Y nunca fue un profeta campechano. Siempre nad¨® a gusto en las aguas de la superioridad moral aunque recetara meritocracia. Ni Pujol ha sido nunca un menestral ni Pla fue jam¨¢s un pay¨¦s con boina, ha se?alado el periodista y escritor Agust¨ª Pons.
Converg¨¨ncia, ahora en concurso de acreedores y en disoluci¨®n, es la met¨¢fora de ese viejo mundo pujolista que se hunde. Nunca fue un partido. Fue un movimiento, una prolongaci¨®n pol¨ªtica, liderada y gobernada por el gran ap¨®stol de esa meritocracia que nunca hac¨ªa regir para los de casa. La formaci¨®n fundada por Pujol ha carecido de ideolog¨ªa concreta m¨¢s all¨¢ del nacionalismo difuso y magistralmente dosificado. El l¨ªder sab¨ªa imprimirle acento y car¨¢cter adecuados a cada momento, lo que demuestra su capacidad pol¨ªtica. ?l era el dep¨®sito de la fe. Con Pujol ya en segunda l¨ªnea, la formaci¨®n empezaba a sentirse inc¨®moda por la presi¨®n de los m¨²ltiples casos de corrupci¨®n. CDC se sum¨® entonces al tsunami independentista, quiz¨¢s aplicando la m¨¢xima de Bismarck de que ¡°si tiene que haber una revoluci¨®n, mejor que seamos los art¨ªfices a las v¨ªctimas¡±.
Converg¨¨ncia, ahora en concurso de acreedores y en disoluci¨®n, es la met¨¢fora del viejo mundo pujolista que se hunde
Millet, por su parte, es la ¨²ltima de las excrecencias del pujolismo. Descendiente de un patriciado que primero fue franquista y luego encontr¨® acomodo en el catalanismo pujolista, el ex presidente del Palau de la M¨²sica fue el gran intermediario en las comisiones que Ferrovial pagaba al partido de Pujol, y de las que obten¨ªa tajada. Ahora con su disfraz de provecto y desvalido anciano pide misericordia para no entrar en prisi¨®n y cumplir la condena refrendada por el Tribunal Supremo.
Uno a uno los pisos del edificio levantado con intuici¨®n, habilidad y pragmatismo por ese gran pol¨ªtico que ha sido Jordi Pujol se desmoronan. Empezaron a dar se?ales de aluminosis con el caso Banca Catalana. Ahora amenazan ruina.
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