Las amistades perdidas
En Catalu?a se organiz¨® el odio incivil, en vez de la amistad civil, destruyendo la democracia representativa, en vez de enriqueci¨¦ndola con la deliberaci¨®n
Todos podemos repetir el ejercicio que ha hecho la prestigiosa periodista e historiadora conservadora Anne Applebaum. Recordemos las fiestas familiares y las reuniones de amigos de hace 20 a?os, en la ¨¦poca m¨¢s dorada de la globalizaci¨®n feliz. Repasemos los nombres de los asistentes, intentemos recuperar sus voces y reconstruir las conversaciones. Podemos seguir para ello la pauta que nos ofrece El ocaso de la democracia. El fracaso de la pol¨ªtica y la despedida de los amigos, libro de reciente aparici¨®n en el que la escritora, americana de nacimiento y polaca de adopci¨®n, nos cuenta sorprendida la evoluci¨®n de buena parte de sus viejas amistades desde el liberalismo, en su caso mayormente conservador, que triunf¨® sobre el comunismo en la guerra fr¨ªa, hasta el iliberalismo populista y nacionalista con el que nuestras democracias han empezado a entrar en una zona de peligro.
Applebaum nos habla sobre todo de Polonia, pa¨ªs donde la cabalgada autoritaria es especialmente intensa y, en todo caso, dolorosa para ella misma y su familia. Pero tambi¨¦n aparecen los amigos americanos que luego se han hecho trumpistas, los h¨²ngaros partidarios de Orban, los conservadores brit¨¢nicos ahora desmelenados como Johnson e incluso alg¨²n espa?ol suelto, m¨¢s conocido y saludado que amigo, que ha evolucionado desde un centrismo que ya era aparente, aunque Appelbaum no se diera cuenta, hasta la extrema derecha xen¨®foba y ultranacionalista de Vox.
Como todo ensayo pol¨ªtico, este libro permite tambi¨¦n traslaciones locales. El buenismo oficialista catal¨¢n sostiene que la convivencia no se ha deteriorado ni se ha roto en los ¨²ltimos a?os, ni siquiera cuando la polarizaci¨®n pol¨ªtica ha sido m¨¢s aguda, la conflictividad se ha trasladado a la calle, las instituciones y medios de comunicaci¨®n p¨²blicos han actuado de parte y un pu?ado de sus dirigentes han sido juzgados y encarcelados. Puigdemont no tiene rebozo en exhibir, en el recuento de su peripecia, la bronca con que recibi¨® a Pedro S¨¢nchez en su primer encuentro para obligarle a retractarse de su diagn¨®stico sobre el deterioro de la convivencia en Catalu?a.
Adem¨¢s de buenista, el nacionalpopulismo catal¨¢n es excepcionalista. Seg¨²n su visi¨®n, Catalu?a es siempre un caso aparte, oasis y excepci¨®n para el que no valen las reglas al uso que sirven para el conjunto de la humanidad, y especialmente para el resto los espa?oles. En contra de este excepcionalismo, la primera y m¨¢s elemental conclusi¨®n del libro de Applebaum es el deterioro generalizado de la convivencia en las sociedades occidentales, animado por igual en todas partes por los populismos y sus t¨¦cnicas divisivas. Tiene todo el sentido que la vida haya conducido a muchos viejos amigos y familiares por caminos distintos, pero tiene menos que esta separaci¨®n se haya convertido en detestaci¨®n e, incluso, como se?ala Applebaum, en odio violento.
Atribuir y centrarlo todo en las redes sociales no es suficiente, a pesar de la indudable influencia en el caso concreto del proceso independentista catal¨¢n y, sobre todo, de sus manifestaciones personalmente m¨¢s desagradables. Es un consuelo que los peores instintos se expresen a golpe de tuit en un pa¨ªs que anta?o los expres¨® fusil en mano. Si no sirve el excepcionalismo, tampoco vale la generalizaci¨®n, el mal de todos que encubre nuestras miserias. M¨¢s ¨²til, tambi¨¦n de la mano de Applebaum, es profundizar en las responsabilidades concretas de las ¨¦lites, no tan solo las pol¨ªticas, en esta p¨¦sima evoluci¨®n de nuestra sociedad.
El camino de la divisi¨®n ha sido una opci¨®n conscientemente decidida por los dirigentes pol¨ªticos y sumisamente aceptado por los intelectuales. Ante una ventana de oportunidad que se consider¨® ¨²nica ¡ªcrisis econ¨®mica, mayor¨ªa absoluta del PP, dificultades de la monarqu¨ªa, adem¨¢s del Brexit y del refer¨¦ndum escoc¨¦s¡ª, se opt¨® por la democracia directa del derecho a decidir en abierto detrimento de la democracia deliberativa necesaria para las reformas constitucionales, e incluso para un hipot¨¦tico proceso constituyente. Ahora son muchos los que critican las prisas, los plazos perentorios y las enloquecidas hojas de ruta, pero entonces eran absolutamente necesarias para aprovechar la ventana y echar toda la presi¨®n divisiva sobre la sociedad catalana para culminar la decantaci¨®n de la opini¨®n hacia la independencia.
Esto se hizo en Catalu?a como se ha hecho en todas partes, organizando el odio incivil, en vez de la amistad civil, destruyendo la democracia representativa, en vez de enriqueci¨¦ndola con la deliberaci¨®n. Lo ha hecho una derecha que Applebaum considera ¡°m¨¢s bolchevique que burkeana¡±, pero todav¨ªa lo ha hecho con mayor sofisticaci¨®n un conglomerado transversal en el que el bolchevismo original de unos se ha mezclado con el de reciente adhesi¨®n de los otros. Naturalmente, con el necesario auxilio de las ¨¦lites intelectuales que ya denunci¨® Julien Benda en su Trahison des clercs hace casi un siglo y que Applebaum ahora evoca con acierto. Aunque en el caso catal¨¢n la adhesi¨®n o el mutismo siguen la regla del unanimismo que tambi¨¦n denunci¨® Vicens Vives, especialmente nociva para el pluralismo. Nada hay m¨¢s penoso que esas cartas de adhesi¨®n en las que todos est¨¢n, como si el independentismo tuviera t¨ªtulos de propiedad exclusivos sobre la lengua, la cultura, la literatura y, en definitiva, Catalu?a entera.
La aproximaci¨®n de Applebaum al caso espa?ol no es la m¨¢s acertada del libro. Todo lo que nos puede contar sobre la evoluci¨®n de la derecha se concreta en la deriva de Rafael Bardaj¨ª, anta?o asesor intelectual de Aznar y ahora militante de Vox. El secesionismo catal¨¢n, al que atribuye notables efectos provocadores de esta evoluci¨®n, aparece como una especie de fen¨®meno meteorol¨®gico sobre el que poco tiene que decir. Es una l¨¢stima, pero tambi¨¦n explica la dif¨ªcil visibilidad internacional del independentismo, una especie de justo castigo a tanto sentimiento de excepcionalidad y a tanto narcisismo, inspiradores de aquella impagable consigna ¡ª¡±el mundo nos mira¡±¡ª con la que entonces se alent¨® la divisi¨®n que acarre¨® la p¨¦rdida de tantas amistades.
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