Cargados de raz¨®n
Esquerra Republicana sigue en sus trece, sin asomo autocr¨ªtico, y solo quiere adaptar el ritmo temporal y la t¨¢ctica para adue?arse del ¡°mientras tanto¡±
Max Weber criticaba el ¡°mezquino vicio de querer tener siempre raz¨®n¡±. Lo hac¨ªa en una conferencia famosa, que una vez publicada se titul¨® La pol¨ªtica como vocaci¨®n. Quien as¨ª se ha enviciado tendr¨¢ enormes dificultades para entender la realidad, especialmente cuando los hechos se van imponiendo despiadadamente sobre sus deseos. Tambi¨¦n las tendr¨¢ para ponerse en el lugar del otro y reconocer que tiene tambi¨¦n sus razones leg¨ªtimas, ejercicio imprescindible para los que quieren conocer los errores cometidos, dicen apostar por el di¨¢logo pol¨ªtico o se muestran preocupados por el ensanchamiento de la base de sus propuestas pol¨ªticas.
Weber aplicaba este ¡°mezquino vicio¡± a los vencedores de una guerra, que ¡°pretenden que han vencido porque ten¨ªan la raz¨®n de su parte¡±, como si una especie de verdad trascendente se expresara en la sentencia dictada por la destreza militar de cada uno. No es mezquindad sino pura y simple estupidez y, por ello quiz¨¢s peor, el caso inverso del vencido que profetiza con tozudez y aplomo su pr¨®xima y segura victoria porque tiene la raz¨®n de su parte, en vez de examinar a fondo las causas que condujeron a su derrota.
Este es el caso de Oriol Junqueras y Marta Rovira, expresado con pasmosa claridad en un corto panfleto titulado Tornarem a v¨¨ncer. I com ho tornarem a fer. Nada que puede acercarse a un an¨¢lisis racional de las circunstancias que han conducido al actual bloqueo de la pol¨ªtica catalana se apunta en sus p¨¢ginas, m¨¢s propias de un devocionario de la religi¨®n de la independencia que de un ensayo ideol¨®gico y pol¨ªtico.
Ninguna rectificaci¨®n se deduce de sus argumentos. La superficialidad de sus consideraciones es la propia de los conjuros y los sortilegios, escritos sin relaci¨®n con el conocimiento de la realidad, sino ¨²nicamente para confirmar sus creencias y sentimientos. La radicalidad republicana y rupturista que refulge en el t¨ªtulo y en todos sus cap¨ªtulos tiene una funci¨®n muy terrenal, como es asegurar a sus seguidores y tambi¨¦n a sus socios y, sin embargo, enemigos de Junts per Catalunya, de la fidelidad a los legados de aquellos d¨ªas abusivamente calificados de hist¨®ricos del oto?o estelado.
No hay en todo el librito profundizaci¨®n alguna sobre la idea de democracia que supere la infantil simbolizaci¨®n imbatible que representan las urnas. Junqueras y Rovira reconocen que no consideraron la mitad de los catalanes que no se identifican con la independencia, a los que, por cierto, siguen considerando poco menos como criptofranquistas, derechistas y poco dem¨®cratas. Pero no tienen remordimiento alguno por la aprobaci¨®n precipitada y con nocturnidad, los d¨ªas 6 y 7 de setiembre, de las leyes de desconexi¨®n que permitieron el desaguisado. Tampoco les motiva el persistente incumplimiento, por parte de Junqueras, de las garant¨ªas para la celebraci¨®n de refer¨¦ndums establecidas por la Comisi¨®n de Venecia del Consejo de Europa.
Cuando se est¨¢ tan cargado de raz¨®n, no hay lugar para reconocer raz¨®n alguna a quienes disienten, y este es el caso de la pareja de ERC. La realidad es que el republicanismo del que hacen gala tiene poco de republicano. Muchas imputaciones que dirigen a sus adversarios describen sus actitudes decisionistas y populistas con m¨¢s precisi¨®n de lo que piensan. Ninguna autocr¨ªtica merece la divisi¨®n excluyente impuesta por el independentismo con su invenci¨®n de un unionismo cuyos derechos de autor les pertenece de pleno derecho. Ning¨²n lugar reservan en su idea de democracia a la participaci¨®n y a la deliberaci¨®n p¨²blica y abierta a todos los ciudadanos. Cuando empez¨® esta historia, en 2012, ya estaba todo el camino trazado ¡ªpacto fiscal, primero; derecho a decidir, despu¨¦s; refer¨¦ndum e independencia¡ª, nombrado un directorio reconocido del proc¨¦s y solo era cuesti¨®n de obtener y forzar la adhesi¨®n de los disconformes hasta obtener las mayor¨ªas necesarias en vez de plantear el gran debate catal¨¢n y catalanista que hubiera exigido un horizonte que se pretend¨ªa constituyente.
La democracia junqueriana no es republicana ni es liberal. Leyes de desconexi¨®n en mano, m¨¢s bien tiene relentes autoritarios. Y la propuesta que ahora se formula es una mera repetici¨®n del ideario derrotado, con el a?adido de que ahora hay que tom¨¢rselo con calma hasta conseguir ampliar el porcentaje de quienes est¨¢n a favor de la independencia y, lo que es m¨¢s importante, sacar mientras tanto provecho de la actual institucionalidad auton¨®mica. En castizo, ERC le dice a la antigua CDC: qu¨ªtate t¨² que mientras tanto me pongo yo. La pelea es por la gesti¨®n de este ¡°mientras tanto¡± que puede durar m¨¢s que el legado de octubre.
Finalmente, la Esquerra junquerista cubre con los aparatosos oropeles de una falsa estrategia independentista las peque?as y materialistas ambiciones de poder, a obtener gracias a la buena sinton¨ªa con Podemos y a los acuerdos con el PSOE. Lo hace con la misma desverg¨¹enza que Puigdemont hace todo lo contrario y extrema su tacticismo radical, intratable, de permanente ¡°confrontaci¨®n con el Estado¡±, para no perder su hegemon¨ªa todav¨ªa pendiente de un hilo dentro del independentismo e intentar salvar los muebles trasladados a Waterloo con el exilio.
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