¡°No tengo ni para comprarme la medicaci¨®n¡±
Un hombre sin techo inicia una huelga de hambre delante de la Generalitat despu¨¦s de que le denieguen la renta m¨ªnima
Lo primero que hace cuando se le saluda es presentar a su perro, Atila, que lleva con ¨¦l un a?o. Los dos duermen desde el mi¨¦rcoles a las puertas del Palau de la Generalitat, donde se ha instalado Daniel Cedr¨²n para hacer visible su protesta: a sus 62 a?os se ve en la calle y sin ninguna prestaci¨®n social que le permita salir adelante. ¡°No tengo ni para comprarme la medicaci¨®n¡±, explica. Un informe del Ayuntamiento de Barcelona recoge que padece epilepsia, ansiedad cr¨®nica e hipertensi¨®n.
Adem¨¢s de instalar su manta y su bici delante de la Generalitat, Daniel inici¨® tambi¨¦n una huelga de hambre que mantendr¨¢ ¡°mientras el cuerpo aguante¡±. Pide ¡°una ayuda o un trabajo que no sea solo por tres meses¡±. Sabe hacer de soldador, de jardinero, pintor... ¡°Soy polivalente¡±, sonr¨ªe.
Cuenta que la calle lleg¨® a su vida en abril, con el confinamiento, cuando se qued¨® sin trabajo como soldador. ¡°Me han pegado, insultado, apaleado...¡±, explica sobre lo que ha sufrido durmiendo al raso. En la ciudad viven as¨ª m¨¢s de 1.200 personas, seg¨²n el ¨²ltimo recuento de la fundaci¨®n Arrels. A ¨¦l, como a la mayor¨ªa, jam¨¢s se le pas¨® por la cabeza que podr¨ªa acabar siendo un sin techo.
Los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona le ofrecieron entrar en los pabellones que montaron en la Fira de Barcelona para persona sin hogar, pero lo declin¨®. ¡°Me dijeron que aquello era una jungla¡±, alega. Despu¨¦s de eso, asegura que no le han vuelto a ofrecer ning¨²n alojamiento m¨¢s. ¡°?Y los albergues?¡±, se le pregunta. ¡°?Est¨¢n petados!¡±, responde.
La esperanza de Daniel estaba en salir del atolladero en septiembre, haci¨¦ndose con una furgoneta y cuatro herramientas y hacer ¡°algunas chapuzas¡±. Pero para eso necesitaba el dinero de las ayudas que le gestion¨® su asistente social municipal. Pidi¨® dos: la que concede la Generalitat (Renta Garantizada de Ciudadan¨ªa) y la del Gobierno central (Ingreso M¨ªnimo Vital).
El mi¨¦rcoles por la tarde, a base de llamar al Servei d¡¯Ocupaci¨® de Catalunya (SOC), logr¨® que finalmente le cogiera el tel¨¦fono una trabajadora. ¡°Mir¨® mi expediente y me dijo que me hab¨ªan denegado la ayuda¡±. Del Ministerio, a¨²n no recibido respuesta.
Daniel no se lo explica. Tiene un informe del Ayuntamiento de Barcelona que indica que es una persona en situaci¨®n de ¡°vulnerabilidad, sin domicilio fijo y en situaci¨®n de calle¡±. A?ade que no tiene ninguna red de apoyo, ni recibe ninguna prestaci¨®n o recursos alternativos.
Una posible raz¨®n es que Daniel no cumple con el requisito de sumar dos a?os viviendo en Catalu?a. Originario de Mallorca, admite que estuvo un tiempo en Barcelona, se fue, y ha vuelto desde hace unos meses. Y el Ministerio est¨¢ tardando en dar respuesta por el gran volumen de peticiones, explica Bea Fern¨¢ndez, de los servicios jur¨ªdicos de la fundaci¨®n Arrels, que tambi¨¦n dan apoyo a Daniel y le guarda sus cosas.
Daniel y Atila piensan seguir en la plaza de Sant Jaume mientras las cosas no cambien. ¡°Ya me ha venido a intimidar la Guardia Urbana¡±, dice. Pero ¨¦l tiene claro que no se va ir sin una soluci¨®n: ¡°Me van a tener que echar a las malas¡±.
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