La estrategia de la confrontaci¨®n
?Qu¨¦ espera el PP de esta pelea? ?Sobrevivir? ?Y para eso pone en riesgo la convivencia democr¨¢tica, despu¨¦s de meter al poder judicial en el papel de actor pol¨ªtico? A la desesperada, vale todo
En democracia, la estrategia de la confrontaci¨®n es casi siempre una expresi¨®n de la impotencia. El recurso con el que los perdedores buscan su oportunidad. El PP carece de proyecto desde que lo dej¨® Aznar. Rajoy, fiel a su estilo ¡ªen los tiempos actuales elaborar un proyecto pol¨ªtico es muy complicado, lo mejor es estar por ah¨ª¡ª, subi¨® la tensi¨®n paulatinamente hasta que la crisis de 2008 le entreg¨® a Zapatero en bandeja. Y se fue eludiendo responsabilidades, subrogando la cuesti¨®n catalana a los jueces, y abandonando el parlamento por la puerta de atr¨¢s con la moci¨®n de censura. Su m¨¢xima osad¨ªa ha llegado ahora. Raudo y veloz, por una vez, ha publicado una inefable nota a rebufo de la confirmaci¨®n de la sentencia de la G¨¹rtel por parte del Supremo, que convierte en una reparaci¨®n moral por la moci¨®n que le tumb¨®. Y ello a pesar de que se condena al PP a devolver el dinero conseguido irregularmente y que los jueces lo que dicen es que ¡°no puede afirmarse la autor¨ªa del PP al no solicitarse la condena en este sentido¡±. Diez dirigentes del partido han sido condenados y la G¨¹rtel se llev¨® por delante a la plana mayor de los l¨ªderes populares. ?Y Rajoy no se enteraba de nada?
Casado ha optado por el camino f¨¢cil: la pelea sin cuartel. Pero donde Casado simplemente pone bronca, D¨ªaz Ayuso se sale. Despu¨¦s de acusar al Gobierno de cerrar Madrid a punta de pistola, afirma que S¨¢nchez y los suyos quieren ¡°acabar con la monarqu¨ªa, con la independencia judicial, con el abrazo del 1978 y llevarnos a una rep¨²blica bananera¡±. Poco importa que Casado se niegue reiteradamente a cumplir con la obligaci¨®n constitucional de renovar el Poder Judicial, por miedo a perder sinton¨ªa con la mayor¨ªa del m¨¢ximo orden judicial. Todo vale para quienes, al modo Trump, tienen decidido que el respeto a la verdad es una impertinencia en cualquier discurso pol¨ªtico. Y que lo ¨²nico que cuenta es avivar los miedos de la ciudadan¨ªa dividiendo a la sociedad entre buenos y malos, leales y traidores. Y para ello hay que identificar el mal supremo: Pablo Iglesias enemigo p¨²blico n¨²mero uno de la derecha, del que se esperaba, sin ¨¦xito hasta el momento, que fuera el disolvente del Gobierno.
La confrontaci¨®n es la ley del m¨ªnimo esfuerzo. Simplemente se trata de convertir en esc¨¢ndalo cualquier decisi¨®n del adversario. Pero, ?contribuye realmente al bienestar de la sociedad? En plena crisis sanitaria, econ¨®mica y social, ?est¨¢ justificado rehuir cualquier responsabilidad en la soluci¨®n de los problemas para desgastar al adversario? ?Cu¨¢l es la prioridad de Ayuso: resolver la crisis sanitaria o proyectarse como ariete de la lucha contra el gobierno de coalici¨®n?
Casado empez¨® con calma. Dando por hecho que el Gobierno quedar¨ªa atrapado en sus propias contradicciones y lo dem¨¢s se dar¨ªa por a?adidura. Pero pasaron los d¨ªas y el desgaste del Gobierno no adquir¨ªa el ritmo so?ado por el nuevo presidente del PP, y su propio liderazgo no lograba el impulso esperado. Es m¨¢s, se ha ido diluyendo en el magma de la derecha. Al mismo tiempo, D¨ªaz Ayuso se disparaba en su exhibicionismo con el coro de la prensa conservadora ri¨¦ndole las gracias. Y la inquietud del presidente del PP se ha ido haciendo perceptible. Y as¨ª ha ido saliendo de la cueva para subirse al carro de la confrontaci¨®n. El activismo de D¨ªaz Ayuso le est¨¢ robando espacio y quiz¨¢s la presidenta empieza a albergar sue?os de grandeza.
La confrontaci¨®n se ha ido adue?ando de la escena. No es nada nuevo, es el mismo camino seguido por la extrema derecha europea y por Trump, el gran referente, que ha aumentado la agresividad y el desvar¨ªo a medida que ve¨ªa que las elecciones se le escapaban. Pero bajo el impacto de la pandemia, y m¨¢s ahora que arrecia de nuevo, ?es esta una buena estrategia? Los hechos dicen que desde que el virus se posesion¨® del escenario social, a la extrema derecha no le han ido bien las cosas. Trump es la prueba. M¨¢s astuta, Marine Le Pen ha optado por el perfil bajo. Y Boris Johnson ha ido alej¨¢ndose del jaleo. ?Qu¨¦ espera el PP de esta pelea? ?Simplemente sobrevivir? ?Y para eso pone en riesgo la convivencia democr¨¢tica, despu¨¦s de haber roto los equilibrios del sistema metiendo al poder judicial en el papel de actor pol¨ªtico? A la desesperada, vale todo. Incluso un rid¨ªculo como la nota de Rajoy.
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