Un Stradivarius contra la pandemia
En la noche de Halloween, la OBC ofreci¨® con el viola Antoine Tamestit y la directora Giedr¨¦ ?lekyt, el concierto m¨¢s extra?o de su historia
Daba miedo entrar al Auditori de Barcelona y no ver a nadie. Ni un alma en los pasillos, escaleras y ascensores. Siendo, encima, la noche de Halloween, la experiencia cobr¨® tintes m¨¢s inquietantes. No mejor¨® la visi¨®n al contemplar la inmensa Sala Pau Casals con sus m¨¢s de 2.000 butacas vac¨ªas. No hab¨ªa p¨²blico tras la suspensi¨®n de espect¨¢culos ordenada por la Generalitat y los m¨²sicos de la OBC, rodeados por micr¨®fonos y c¨¢maras, estaban a punto de empezar el m¨¢s extra?o concierto de su historia. No lo olvidar¨¢n la joven directora lituana Giedr¨¦ ?lekyt, el violista franc¨¦s Antoine Tamestit y la OBC, que ofrecieron, a trav¨¦s de la nueva plataforma L?Auditori Digital, un rayo de luz mel¨®mano en una Barcelona acosada por el coronavirus.
Lo primero que sorprende en un auditorio vac¨ªo es el ruido de los tacones de los zapatos de los m¨²sicos pisando el escenario. Tacones cercanos, y otros ruidos habituales en un concierto ¡ªlas sillas cuando los m¨²sicos se sientan, los cuchicheos, la afinaci¨®n¡ª que cobran un relieve inusitado. Tambi¨¦n la ac¨²stica sufre la ausencia de p¨²blico.
Con paso r¨¢pido y decidido, Giedr¨¦ ?lekyt sale al escenario, dispuesta a disfrutar a fondo, a pesar de las circunstancias adversas, su deb¨² con el conjunto sinf¨®nico barcelon¨¦s. Abre el concierto con m¨²sica de Manuel Pla i Agust¨ª, una vigorosa muestra del repertorio orquestal espa?ol del siglo XVIII. La directora transmite energ¨ªa y alegr¨ªa vital, y la breve Obertura en Fa del compositor y clavecinista espa?ol, brilla con adecuado esp¨ªritu concertante.
Los m¨²sicos no est¨¢n a solas con la m¨²sica. Hay c¨¢maras de televisi¨®n, una gr¨²a de ocho metros en el escenario en busca de perspectivas in¨¦ditas y los micr¨®fonos de Catalunya M¨²sica y Radio Cl¨¢sica (RNE), que grababan el concierto, transmitido en directo por la nueva plataforma L?Auditori Digital. Se trata de un proyecto dise?ado antes de la pandemia para divulgar sus conciertos y que, por los funestos designios de la pandemia, nace en plena segunda ola de contagios, con los teatros, cines y salas de m¨²sicas cerrados durante al menos 15 d¨ªas. La plataforma online nace con una oferta inicial de lanzamiento de un euro y luego pasar¨¢ a 7,90 euros mensuales.
Todo sonaba con claridad y transparencia, con efectivos reducidos y bien equilibrados. Tocaron bien, pero, otra rareza en la rara velada, y la m¨¢s dif¨ªcil de asimilar, es no escuchar aplausos al acabar. Cuesta hacerse la idea y, para compensar la falta del calor del p¨²blico, se aplauden entre ellos con cortes¨ªa. Pero no es lo mismo.
Con la actuaci¨®n de Tamestit como solista del Concierto en sol para viola, TWV 51-G9 del compositor barroco alem¨¢n Georg Philipp Telemann lleg¨® la gloria sonora. El c¨¢lido y hermoso sonido de la m¨¢s antigua de las diez violas que se conservan del legendario luthier de Cremona Antonio Stradivari ¡ª el llamado Stradivarius Gustav Mahler, de 1672¡ª inund¨® la sala en una versi¨®n de prodigiosos matices y bell¨ªsima sonoridad. La directora segu¨ªa al dedillo las indicaciones de un inspirado Tamestit, un violista que combina virtuosismo e intensidad expresiva con una elegancia y una delicadeza extraordinarias.
?C¨®mo se echaban en falta los bravos del p¨²blico! Pero as¨ª son las cosas en estos duros tiempos. Tras el soberbio concierto de Telemann, que dura poco y pas¨® como un suspiro, Tamestit hizo maravillas tocando dos movimientos ¡ªLoop y el vertiginoso Prestissimo con sordino¡ª de una obra clave del repertorio para viola del siglo XX, la Sonata para viola sola, del compositor h¨²ngaro nacionalizado austriaco Gy?rgy Ligeti.
Impresionaron sus apabullantes recursos t¨¦cnicos y expresivos en esta genial m¨²sica, que toc¨® de forma admirable: en estas circunstancias, tocando solo en una sala inmensa, Tamestit parec¨ªa un tit¨¢n defendiendo el valor de la m¨²sica con mucho arte y el glorioso sonido del Stradivarius Mahler que toca desde 2008. Inolvidable.
La fiesta fue a m¨¢s con una inspirada, musical y vital Giedr¨¦ ?lekyt, entregada a cada matiz, a cada detalle de las exquisitas Variaciones sobre un tema de Haydn, una de las primeras joyas sinf¨®nicas de Brahms, y de las rutilantes Danzas de Galanta, del h¨²ngaro Zolt¨¢n Kod¨¢ly, que cerraron el concierto. La orquesta respondi¨® con pasi¨®n ¡ªy alg¨²n que otro peque?o desliz¡ª, en buena sinton¨ªa con una directora a la que conviene seguir la pista. Hubo fantas¨ªa y refinamiento en un Brahms majestuoso y, con preciso sentido del ritmo en Kod¨¢ly, resalt¨® el car¨¢cter popular roman¨ª de los verbunkos (antecedentes de las czardas) con fuerza deslumbrante.
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