La ¡®saudade catalana¡¯ de Gaziel
Dos nuevos libros, uno con textos in¨¦ditos y otro de dispersos, refuerzan la vigencia del periodista y escritor Agust¨ª Calvet, en plena espectacular recuperaci¨®n de su obra
Se levantaba a las 10. Al poco, tocaba una campanilla. Tras o¨ªrla, esposa, criadas e hijos deb¨ªan recluirse raudos en el comedor en el m¨¢s monacal de los silencios y no salir hasta que no acabara su operaci¨®n de lavado de manos, enjabonadas entre 80 y 100 veces seguidas. Si alg¨²n ruido interrump¨ªa el ritual, sus gritos retronaban por toda la casa y vuelta a empezar. Si todo iba sin contratiempos, la operaci¨®n duraba una hora¡
Era una de las m¨²ltiples man¨ªas (amen de comer y cenar cada d¨ªa fuera de casa, donde s¨®lo tomaba leche envasada y agua de vichy; aterrorizar a su mujer y al peque?o mientras ellos cenaban con los discursos apocal¨ªpticos y acusadores de un esc¨¦ptico integral¡) del particular padre de Agust¨ª Calvet, Gaziel, el escritor y periodista conservador m¨¢s brillante que ha dado Catalu?a, objeto en esta ¨²ltima d¨¦cada de una espectacular recuperaci¨®n de su obra: 13 t¨ªtulos entre reediciones y traducciones al castellano (o al alem¨¢n), generando dos tesis doctorales y hasta una obra de teatro, en el Romea. La an¨¦cdota familiar la escribe, con su catal¨¢n pr¨ªstino, en una especie de guion de la que ser¨¢n sus famosas memorias Tots els camins duen a Roma, en las que, al final, el episodio se obvi¨®. Pero ahora puede leerse en Obra in¨¨dita de Gaziel (Publicacions de l¡¯Abadia de Montserrat), donde el bi¨®grafo y estudioso del periodista, Manuel Llanas, ha recopilado 13 textos, fechados entre 1929 y 1963, que nunca vieron la luz. El mismo autor, en el mismo sello, re¨²ne en Obra dispersa 28 escritos m¨¢s no reproducidos en edici¨®n alguna de sus obras.
Tampoco acab¨® Gaziel plasmando la costumbre de su madre de aprovechar la hora del rosario para, mientras lo iba recitando por la casa de la a¨²n medio deshabitada Eixample, robarle dinero al marido, de la misma manera que el futuro periodista tamizar¨¢ en la obra la sensaci¨®n, fundamentada, de abandono econ¨®mico y afectivo que sinti¨® por parte de sus progenitores. Si bien jugosos, no son los retazos biogr¨¢ficos poco conocidos que ha hallado Llanas --removiendo papeles en la Biblioteca de Catalunya o en el que fuera archivo de la editorial Selecta, en parte hoy en el del heredero, Sebasti¨¤ Borr¨¤s Tey-- donde est¨¢n las mejores perlas sino en los extensos comentarios aut¨®grafos que Gaziel hace del sinf¨ªn de lecturas que devora, b¨¢sicamente prensa, ensayos y literatura (mayormente, francesa). De ellas suele coligarse una mirada dura y desencantada sobre la Guerra Civil (¡°El guirigay pol¨ªtico obr¨® el prodigio de hacer perder, militar y diplom¨¢ticamente, una guerra que, s¨®lo con un poco de cordura, no se pod¨ªa perder de ninguna de las maneras¡±, dice a tenor de La guerra civil espa?ola, de Hugh Thomas), la ceguera entre las nacionalidades peninsulares, el silencio de intelectuales y la ¡°farsa indecente¡± de pol¨ªticos y organismos mundiales cuando el fratricidio espa?ol, as¨ª como una esc¨¦ptica mirada a la actualidad internacional de los a?os 50 y 60. Datos y estado de esp¨ªritu que acabar¨ªan dando el tono del dur¨ªsimo Meditacions en el desert, escrito entre 1946 y 1953, pero no publicado hasta 1974.
La escalofriante capacidad de lectura y an¨¢lisis de Gaziel aflora con cualquier libro que disecciona para s¨ª. As¨ª, desmitifica con agudeza a Jaime I el Conquistador como el gran monarca de la conciencia nacionalista catalana tras leer la famosa biograf¨ªa de Ferran Soldevila de 1958. Y a tenor de ella se pregunta: ¡°?Esa Catalu?a, como naci¨®n plena, con clara voluntad de potencia nacional, ha existido nunca, o no ha sido m¨¢s que un sue?o rom¨¢ntico-nacionalista surgido en el siglo del romanticismo y de las nacionalidades exaltadas? Ecco il problema!¡±, escribe.
Fruto de una cultura vast¨ªsima, siempre es capaz de mirar desde el otro lado, como, a tenor de una biograf¨ªa ahora de Jaime II, constata d¨®nde fijan su residencia (Lleida, Huesca¡) los monarcas catalanes y formula que hubo un ¡°error de desplazamiento fatal de orientaci¨®n pol¨ªtica¡±, ya que, ofuscados en ¡°la obsesi¨®n de la necesidad ancestral de fortalecerse en el Languedoc, la de no abandonar la vertiente francesa del Pirineo¡±, de gentes a la que ven ¡°instintivamente afines, de sangre y mentalidad hermanas¡± pero que se alejar¨¢n, no saben mirar ¡°hacia poniente o el sur lejano (Navarra, Castilla, Le¨®n, Murcia y Andaluc¨ªa), donde estaba la llave de la dominaci¨®n peninsular¡±; as¨ª, se ¡°embelesan¡± y gastan su energ¨ªa en las Baleares, Sicilia, Grecia y Asia Menor.
Esa idea subyace en la trastienda ideol¨®gica de una novela que no lleg¨® a escribir, pero de cuya tramoya dej¨®, de nuevo, agudos papeles, que, adem¨¢s, se antojan vigentes. Un bastardo, hijo de una gran se?ora castellana casada con un portugu¨¦s, pero que ten¨ªa un amante catal¨¢n, iba a protagonizar la trama de una ¡°novela peninsular¡±, de 1953, anterior a su Trilog¨ªa Ib¨¦rica. Era la excusa para reflejar una Catalu?a que es ¡°un pueblo de v¨ªa estrecha, admirablemente hecho para el pan nuestro de cada d¨ªa. Pero todo lo que es grande, arriesgado y glorioso la atemoriza y la encoge de gran manera¡±. Portugal es fruto de la insensatez de una Castilla que s¨®lo entiende la pen¨ªnsula ¡°uniformizada, sojuzgada y castellanizada¡±; de ah¨ª que la saudade sea ¡°buscar su sentido mar adentro, proyectar en el infinito lo que deber¨ªa hallarse cerca¡±. Por extensi¨®n, la expedici¨®n catalanoaragonesa a Oriente fue ¡°parecido a la saudade¡±, consecuencia ambas de la incompatibilidad con Castilla y su car¨¢cter ¡°exclusivo, absorbente y uniformista¡±: Castilla, siempre, como ¡°una mal director de orquesta¡±, incapaz de armonizar la diversidad natural peninsular.
Un epistolario entre Miguel de Unamuno y Joan Maragall le lleva a pensar que esa Castilla preferir¨¢ m¨¢s, siempre, ¡°que Espa?a se hunda a que no que se salve por manos y obras que no sean Castilla (¡) no entender¨¢ nunca una Espa?a nueva¡±; o a recordar lo que el autor de Niebla llamaba ¡°la authadia¡± (¡°autosatisfacci¨®n, encantamiento de s¨ª misma¡±) que ten¨ªa Madrid y la Meseta: ¡°Estas gentes tienen cerebro cojonudo. Quiero decir que en la mollera en vez de sesos tienen test¨ªculos¡±, recoge del mismo Unamuno. Pero el ejercicio m¨¢s espectacular viene de sus largas anotaciones a siete vol¨²menes de la correspondencia de Prosper M¨¦rim¨¦e fruto del viaje de ¨¦ste por Espa?a, con dos grandes leitmotiv: las clases dirigentes y la burgues¨ªa son ¡°un pudridero¡±, incapaces de implantar hist¨®ricamente un r¨¦gimen democr¨¢tico, y una Barcelona (y, por extensi¨®n, Catalu?a) que o bien ¡°trabaja obsesionada como una son¨¢mbula sin querer saber nada de Espa?a¡± o bien es ¡°v¨ªctima de convulsiones epil¨¦pticas porque ni ella entiende a Espa?a ni Espa?a la entiende a ella¡±. Le¨ªdo hoy, m¨¢s visionario y actual, imposible. Sugerente tambi¨¦n la lectura de oportunidad perdida desde 1854 de vender Cuba y Filipinas a EE. UU. a cambio de que pagaran la deuda extranjera espa?ola o la red ferroviaria para la pen¨ªnsula.
Entre algunas pullas --refleja, en 1962, la existencia de una ¡°Lligueta franquista (Porcioles, Narc¨ªs de Carreras, Santiago de Cruylles, Octavi Saltor, Llu¨ªs Valeri, la genteta de Destino)¡±; ¡°nunca, ni por azar, he encontrado un art¨ªculo que fuera ni tan siquiera pasable¡±, dice del escritor y periodista falangista Ignasi Agust¨ª¡-- de nuevo a ra¨ªz de M¨¦rim¨¦e apunta en 1956 que ¡°el siglo XXI ser¨¢ de un esplendor material incomparable¡±. Eso s¨ª, con inquietante visi¨®n de nuevo, no ten¨ªa ni un ¨¢pice de esperanza sobre el progreso espiritual: ¡°El hombre, moralmente, es una bestia peligrosa siempre¡±. Gaziel, pues, muy vigente.
En el infierno del periodismo remunerador
¡°Soy hijo de las apremiantes nupcias de un fil¨®sofo de 25 a?os con la Necesidad¡±, escribe en julio de 1927 Agust¨ª Calvet en un original y brillante texto para 'La Gaceta Literaria' donde su pseud¨®nimo, Gaziel, tiene voz propia, explicando sus or¨ªgenes y su victoriosa relaci¨®n con su 'alter ego', del que surgi¨® en 1914 para escribir 'Diario de un estudiante en Par¨ªs'. Fue el inicio de uno de los fen¨®menos de popularidad period¨ªstica m¨¢s espectaculares de la historia de la prensa en Catalu?a, como constat¨® Miquel dels Sants Oliver, mentor del Gaziel periodista, que se impuso al Calvet que iba para sabio. ¡°Una ca¨ªda desde el cielo de la filosof¨ªa pura al infierno del periodismo remunerador¡±, resume el pseud¨®nimo. El texto es uno de los 38 que componen 'Obra dispersa', donde abundan los dedicados al oficio, como la dur¨ªsima carta p¨²blica de su dimisi¨®n como director de 'La Vanguardia', que al final no present¨®, de finales de 1931, hastiado de la agresiva pinza entre los ataques de la prensa m¨¢s catalanista y de la reaccionaria y desgastado por el pulso interno para catalanizar el diario ante la oposici¨®n de la familia God¨®, que ¡°arrancar¨ªan la lengua a todos los catalanes y los condenar¨ªan a la dictadura eterna¡±.
Entre otras joyas de quien a una isla desierta se llevar¨ªa ¡°la prosa de Verdaguer y el 'Diccionari' de Fabra¡± est¨¢ un pormenorizado an¨¢lisis de 69 cuartillas sobre la evoluci¨®n de la prensa en Espa?a como estudio previo para lanzar un diario en 1942 (que nunca vio la luz), con profusi¨®n de cuadros comparativos (¡°En 1940-1941 se publicaron 131 peri¨®dicos menos que en 1936, una disminuci¨®n del 56,95%¡±), o sus finos comentarios tras la relectura de 35 obras de Shakespeare: ¡°'Romeo y Julieta': Los personajes dicen cosas ¨²nicas, nunca o¨ªdas antes, y que nunca m¨¢s se volver¨¢n a o¨ªr iguales, sobre todo de ¨¦l y ella¡±. Algo parecido ocurre con su obra.
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