¡°Se sienten de Torredembarra y les gustar¨ªa regresar¡±
El consulado de Marruecos presta asistencia a los j¨®venes que huyeron del pueblo tras el destrozo de un centro de menores
La docena de j¨®venes migrantes que tuvieron que huir de Torredembarra (Tarragona) alertados por la inminencia de una manifestaci¨®n vecinal, que termin¨® con un ataque a un centro de menores la pasada semana, est¨¢n residiendo ahora en Tarragona. El conflicto, sin embargo, sigue encendido. ¡°Ellos se sienten de Torredembarra, han vivido all¨ª y les gustar¨ªa regresar¡±, dice Aicha El Gourgi, portavoz de AIDL, una asociaci¨®n que presta asistencia a personas en situaci¨®n de riesgo social y que se ha encargado de ayudar a los chicos sin techo. La entidad participa en las conversaciones que agentes sociales y ayuntamiento mantienen con los colectivos vecinales que levantaron la voz para denunciar una creciente inseguridad ciudadana por culpa de los robos y asaltos en domicilios que, presuntamente, comet¨ªa la banda de j¨®venes que viv¨ªan de ocupas en un chal¨¦ en el centro del municipio. El desencuentro incluso se ha trasladado a las redes sociales, donde vecinos y muchachos se desaf¨ªan y se intercambian improperios.
¡°Era un problema latente¡±, admite el alcalde, Eduard Rovira. ¡°Es una situaci¨®n que se arrastra desde hace tiempo, no es cuesti¨®n de d¨ªas¡±, abunda Aicha El Gourgi. ¡°La gente estaba muy quemada¡±, destaca Antonio Prieto, un vecino de la casa que habitaban los j¨®venes. Manuel Casas, propietario junto con su hermana de dos pisos pegados al chal¨¦ ocupado, denuncia haber sufrido ¡°tres robos en una semana¡±. La vivienda que les serv¨ªa de base de operaciones est¨¢ ahora tapiada. ¡°Se han ido gracias a la presi¨®n de los vecinos, si nos hubi¨¦ramos tenido que fiar del juzgado, a¨²n estar¨ªan all¨ª¡±, observa Santi Gasull, propietario de la casa. La finca llevaba a?os siendo usada como segunda residencia, pero el due?o lamenta que el verano pasado ¨¦l y su familia tuvieron que alojarse en un hotel. Fue sobre el mes de julio cuando los vecinos llamaron a la polic¨ªa para advertir de la presencia de intrusos en la casa. Desde entonces, las denuncias se han sucedido. Seg¨²n el Ayuntamiento, en el ¨²ltimo a?o se han producido un total de 11 detenciones relacionadas con los habitantes del chal¨¦, principalmente por robos con fuerza, pero tambi¨¦n por resistencia y desobediencia a la autoridad y hurto. Adem¨¢s, se han abierto 19 expedientes por peleas, ruidos y otras incidencias.
¡±Hemos reforzado la vigilancia policial y no nos consta que hayan regresado al pueblo¡±, dice el alcalde, Eduard Rovira (ERC), con cierto alivio. ¡°Actuaban con una prepotencia y una desfachatez que asustaba a la gente¡±, indica, a la vez que considera ¡°leg¨ªtima¡± la manifestaci¨®n convocada por los vecinos. ¡°No voy a intentar disimular la realidad, ha habido unos hechos que han provocado una alarma social y, de ah¨ª, una manifestaci¨®n y unos disturbios¡±. Rovira indica sentirse poco preocupado por la imagen que haya podido dar el conflicto y la reacci¨®n vecinal: ¡°Ser se?alados como un pueblo racista me preocupa relativamente¡±, razona, y dice comprender la irritaci¨®n vecinal: ¡°No hab¨ªa manera de parar los delitos y la gente hab¨ªa perdido la sensaci¨®n de protecci¨®n¡±.
Los j¨®venes ocupas eran el objetivo de los manifestantes que, la semana pasada, hicieron una batida por las calles para dar caza a los responsables de la oleada de delitos. No los encontraron porque, como medida de prevenci¨®n, los j¨®venes hab¨ªan abandonado el pueblo. El consulado de Marruecos en Tarragona les prest¨® asistencia. ¡°Me enter¨¦ de una manifestaci¨®n de vecinos, llam¨¦ al alcalde y a la polic¨ªa para confirmar los rumores, y actuamos¡±, detalla Saloua Bichri, la c¨®nsul. ¡°Marruecos no abandona a sus ciudadanos, pero el problema surgi¨® en Torredembarra y hay que darle soluci¨®n¡±, abunda.
Los exaltados terminaron atacando un centro de acogida de menores. Agredieron a dos chicos, uno necesit¨® ingreso hospitalario porque le rompieron la nariz a golpes, y destrozaron cristales, puertas y ventanas. Varios menores tuvieron que esconderse en las habitaciones hasta la llegada de la polic¨ªa. El Consistorio conden¨® este ataque alegando que los inquilinos del centro de menores y los j¨®venes ocupas ¡°son personas diferentes, sin ninguna conexi¨®n¡±, m¨¢s all¨¢ que algunos pueden coincidir en la nacionalidad. El alcalde recoge que, tras el ataque, en el pueblo tambi¨¦n se ha hecho una manifestaci¨®n antifascista para condenar la violencia y la xenofobia.
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