La ceremonia de la confusi¨®n
La presidenta de Madrid se ha sentido amenazada y ha montado el ¨®rdago: dimisi¨®n y convocatoria de elecciones. Ciudadanos quiso demostrar que todav¨ªa existe. Y Ayuso ha visto su momento de oportunidad
El trumpismo castizo de Isabel D¨ªaz Ayuso da un paso m¨¢s, en medio de la confusi¨®n general. La presidenta de Madrid se ha sentido amenazada y ha montado el ¨®rdago: dimisi¨®n y convocatoria de elecciones. Ciudadanos quiso demostrar que todav¨ªa existe. Y Ayuso ha visto su momento de oportunidad: ?olfato pol¨ªtico o achaque suicida de vanidad? Las urnas lo dir¨¢n.
En cualquier caso se abre un escenario nuevo en que el PP y Ciudadanos pasan de socios a enemigos sin que est¨¦ claro hasta d¨®nde podr¨¢n llegar Arrimadas y los suyos. A caballo de la crisis catalana, la pol¨ªtica espa?ola se articula sobre un doble registro: el identitario y el ideol¨®gico, la patria y la confrontaci¨®n entre derecha e izquierda. Si en Catalu?a predomina la fractura identitaria (unionistas contra independentistas), que tiene como consecuencia que los ejes ideol¨®gicos se camuflen en el frente sobiranista, en Espa?a ha predominado el esquema de confrontaci¨®n entre derecha e izquierda, reforzado desde el momento en que Albert Rivera se neg¨® a gobernar con el PSOE en 2019 y ancl¨® a su partido en la alianza identitaria con la derecha, sobre la base del patriotismo y el neoliberalismo. Si el movimiento de Ciudadanos quer¨ªa romper fronteras, la respuesta de Ayuso apunta a que sea Vox qui¨¦n salga beneficiado de este episodio, y se convierta en socio ineludible del PP, es decir, ganando legitimidad y acosando un poco m¨¢s al partido de Casado.
Si Ayuso pierde su apuesta, el descalabro ser¨¢ grande para el PP, donde se habr¨¢ demostrado definitivamente la incapacidad de Casado para gobernarlo, y se entrar¨¢ en un delicado momento de reconstrucci¨®n de la derecha, con Vox capitalizando el desconcierto de sus socios. Si Ayuso gana, el asalto trumpista al PP estar¨¢ en marcha, con Vox como aliado principal. Se iniciar¨¢ as¨ª un pulso entre el trumpismo castizo y el autoritarismo reaccionario de incierto desenlace, en cualquier caso negativo para la democracia espa?ola. Las complicidades ideol¨®gicas no evitar¨¢n el espect¨¢culo del conflicto de egos para el papel de caudillo de una derecha instalada en lo que gen¨¦ricamente se llama hoy populismo. O sea, que el escenario se mueve para peor, con el PP hist¨®rico en el div¨¢n judicial y Vox y Ayuso cara a cara.
Pero si es alarmante lo que se perfila, m¨¢s dif¨ªciles de entender son todav¨ªa los movimientos de los dirigentes pol¨ªticos que, con la ciudadan¨ªa bajo el peso psicol¨®gico y moral de la pandemia, encuentran tiempo para sus peleas electorales en vez de centrar todos sus esfuerzos en la crisis sanitaria y en la recuperaci¨®n. Del mismo modo que los ciudadanos piden poder recuperar la calle y las carreteras para respirar, parece como si los pol¨ªticos, agotados por el d¨ªa a d¨ªa de la pandemia, buscaran aliviarse en sus peleas de casta. Y la ciudadan¨ªa, por lo menos de momento, parece que traga. ?Hasta cu¨¢ndo? ?La prioridad es vacunar a la poblaci¨®n o satisfacer las aspiraciones pol¨ªticas de Isabel D¨ªaz Ayuso?
Hemos perdido la idea de progreso como camino hacia una vida buena, atrapados en una concepci¨®n estrictamente t¨¦cnica y econ¨®mica del desarrollo humano. Y esto lleva a buscar en el pasado referentes identitarios susceptibles de ser convertidos en valores de estricta observancia con los que encuadrar a la ciudadan¨ªa. Lo vemos en el pensamiento reaccionario, pero tambi¨¦n, por ejemplo, cuando un presidente de corte liberal como el franc¨¦s Macron apela al nacionalrepublicanismo contra los separatismos (territoriales o mentales). El viejo y agotado bipartidismo ha intentado neutralizar las propuestas que lo amenazaban con la etiqueta descalificadora de ¡°populistas¡±. Pero la expresi¨®n se ha utilizado para estigmatizar cosas tan diversas que ya no sirve. En realidad, es todo el entramado ideol¨®gico el que est¨¢ siendo atravesado por estas ideas, de las que la extrema derecha aparece como su genuino campe¨®n.
Philip Corcuff acaba de publicar un libro en el que describe como confusionismo este momento en que lo identitario transita entre las ideolog¨ªas. Y el pensamiento reaccionario en todas sus acepciones se siente m¨¢s c¨®modo que nadie. La ofensiva Ayuso (que es dif¨ªcil no conectar con Aznar sabiendo que Miguel ?ngel Rodr¨ªguez es su proveedor de movimientos t¨¢cticos) deber¨ªa ser, en realidad, una gran oportunidad para la izquierda, que si es capaz de resistir al envite confusionista, gana espacio y tiempo ante el desconcierto de la derecha, y tiene adem¨¢s la ocasi¨®n de hacer los deberes: liderar la recuperaci¨®n, pacificar el conflicto catal¨¢n y aislar a la derecha reaccionaria. Y no caben baratas excusas electorales para seguir dilatando el paso de las promesas a los hechos. Salvo que PSOE y Unidas Podemos quieran entregarse a la ceremonia de la confusi¨®n.
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