T¨¦cnicas de confrontaci¨®n
Ante dos extremos radicalizados nadie queda indiferente, la participaci¨®n electoral sube y la victoria se celebra mejor. Solo que despu¨¦s no todos saben encajar la derrota. Y la bilis queda
Dice certeramente I?aki Gabilondo que mientras las voces recurrentes de la derecha nos advierten de la amenaza del social-comunismo y nos invitan a mirar hacia la izquierda, dejamos de observar la direcci¨®n correcta de la que proceden los peligros galopantes. Y lo concluye con la paradoja de anunciar que viene el lobo mientras se nos come el tigre. Y aunque su an¨¢lisis parte de Madrid para proyectarse sobre aquella comunidad ya en batalla electoral, al relatar el listado de los ¨²ltimos acechos disimulados por sus provocadores abre el objetivo y nos refiere diversos ejemplos de una misma actuaci¨®n. Desde la crisis financiera provocada por los lobos de Wall Street fruto del desvar¨ªo neo-liberal al Brexit auspiciado por los radicales de Neil Farage tambi¨¦n sobre una sarta de falsedades pero asumido acr¨ªticamente por el partido conservador que en manos de Boris Johnson no ha necesitado muleta alguna para aplicarlo de manera contundente.
Tener un rival facilita la elusi¨®n de responsabilidades. Y la mirada futbol¨ªstica potencia la gran excusa
Por si fuera poco, ah¨ª quedan los cuatro a?os de Donald Trump que imprimieron tanto car¨¢cter al mundo populista conservador como nocivo fue su final instando a ocupar el Capitolio de Washington. Hecho m¨¢s que relevante de nuestro d¨ªa de Reyes, fresco a¨²n en la memoria colectiva mundial y que una parte del partido Republicano nunca conden¨®. Es m¨¢s, algunos de sus destacados senadores todav¨ªa lo aplauden. Ahora sabemos, en cambio, que tanto Rusia como Ir¨¢n buscaron la manera de influir en las ¨²ltimas elecciones, seg¨²n informe de los servicios secretos norteamericanos. A favor de Trump, por supuesto. El que sigue repitiendo para mantener la moral de sus millones de seguidores que fue a ¨¦l a quien robaron la presidencia. De nuevo, el agresor convertido en v¨ªctima. Y as¨ª regresamos al inicio del c¨ªrculo vicioso. La desviaci¨®n interesada por parte de la derecha m¨¢s extrema de la mirada colectiva para disimular sus objetivos particulares. Y no es que vuelva por donde sol¨ªa, es que demuestra que nunca abandon¨® sus m¨¦todos. Eso s¨ª, los ha sofisticado a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas y sus extensas redes a favor de un estilo de propaganda que, seg¨²n Noam Chomsky, es en una democracia lo que la coerci¨®n a un estado totalitario.
Casi veinte a?os despu¨¦s de haber escrito sus T¨¦cnicas de golpe de Estado, en el prefacio a la publicaci¨®n en Italia a finales de los a?os cuarenta del siglo pasado, Curzio Malaparte confes¨® que odiaba aquel libro suyo. E insist¨ªa que lo odiaba con toda su alma porque le hab¨ªa dado la gloria pero tambi¨¦n muchos disgustos. Y relataba detalladamente como hab¨ªa sido utilizado tanto por las derechas como por las izquierdas europeas de los a?os anteriores a la Segunda Guerra Mundial convirtiendo en p¨¦simas pr¨¢cticas sus teor¨ªas a favor de impedir que los sediciosos se hicieran con el poder mediante la violencia. Tanto fue as¨ª, que el volumen lo prohibieron tambi¨¦n en todos aquellos pa¨ªses donde ¡°o bien a causa de un dictador o bien por la corrupci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas, las libertades p¨²blicas y privadas fueron recortadas o suprimidas¡±.
La referencia literaria es vigente observando la actualidad y viendo girar la gran centrifugadora en la que se ha convertido Madrid. Tanto por razones pol¨ªticas como econ¨®micas, medi¨¢ticas y sociales. Es as¨ª como una determinada izquierda tambi¨¦n tiende a seguir los pasos de los contrapuestos y cr¨ªticos seguidores de Malaparte casi un siglo despu¨¦s. En ese percance ha ca¨ªdo Pablo Iglesias al grito simulado del ¡°dejadme solo¡±.
La derecha m¨¢s extrema demuestra que nunca abandon¨® sus m¨¦todos. Eso s¨ª, los ha sofisticado
Tan l¨ªcito es intentar aplacar las veleidades de Isabel D¨ªaz-Ayuso como innecesario apelar al riesgo que supone la repetici¨®n de un gobierno del PP con el presunto apoyo de VOX esgrimiendo menciones al fascismo y a los criminales. Porque esta tendencia dram¨¢ticamente ensangrentada en la historia de la Espa?a del siglo pasado, lleva a la oponente bragada en las mismas lides a mejorar su apuesta. Y cambiando el socialismo por el comunismo, contraponi¨¦ndolos a la libertad, tensa todav¨ªa m¨¢s la cuerda de una tendencia que es propia de su promoci¨®n de derecha desacomplejada, hija del aznarato descarado y portadora de la corriente internacional que est¨¢ imponiendo sus conceptos con tanta facilidad como perversi¨®n porque su hoja de ruta est¨¢ clara.
Ya sabemos que tener un rival facilita la elusi¨®n de responsabilidades. Y que la mirada futbol¨ªstica de todo lo que nos envuelve potencia la gran excusa. Pero parec¨ªa que hab¨ªamos convenido que este juego dial¨¦ctico era m¨¢s propio de la infancia, incluso de la adolescencia, que de la edad adulta. Quiz¨¢s sea por eso, por no haber madurado nuestra democracia lo suficiente, que algunos piensan que pueden jugar con ella con t¨¦cnicas de confrontaci¨®n explosiva porque seg¨²n las pr¨¢cticas del mercadeo pol¨ªtico ante dos extremos radicalizados nadie queda indiferente, la participaci¨®n electoral sube y la victoria se celebra mejor. Solo que despu¨¦s no todos saben encajar la derrota. Y la bilis queda.
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