La trampa de la polarizaci¨®n
En plena pandemia se han desencadenado las batallas pol¨ªticas de la manera m¨¢s obscena. El protagonismo se desplaza hacia unas elecciones convocadas estrictamente en funci¨®n de una estrategia de poder
El imaginario de la confrontaci¨®n est¨¢ tan encarnado en la pol¨ªtica espa?ola que se ha convertido ya en statu quo. Al mantenerse en el tiempo ha generado un sistema de intereses del que son prisioneros los propios partidos pol¨ªticos que la alimentan y un mont¨®n de poderes p¨²blicos (la justicia, entre ellos) y privados. El sistema binario de doble valencia (la ideol¨®gica y la identitaria) ha cuajado hasta tal punto que ha generado un clima mental en que las promesas ya no son un objetivo a alcanzar, sino un argumento para proteger las posiciones adquiridas por los actores p¨²blicos. Por lo tanto, aun siendo todos conscientes de la decadencia que nos amenaza, mantener el statu quo es fundamental para los partidos pol¨ªticos.
Una de las consecuencias de esta disparatada situaci¨®n es que el conflicto se traslada al interior de los bloques. De este modo, aunque aparentemente la pelea central sea la que motiva las descalificaciones, las amenazas, el recurso permanente a la justicia y el ruido en el escenario pol¨ªtico, lo que determina los movimientos y las t¨¢cticas son las peleas vecinales.
La actualidad nos ofrece dos ejemplos. Los catalanes votamos hace un mes y la formaci¨®n de un nuevo Gobierno sigue en el alero. Por una sencilla raz¨®n: por el conflicto de intereses dentro del bloque identitario independentista. En este espacio la gran promesa, la liberaci¨®n de la patria, lleva ya tres a?os convertida en letan¨ªa de un rosario en el que la entonaci¨®n con la que se reza se ha convertido en motivo de sospecha acerca de la fidelidad de unos y otros, cuando lo que se est¨¢ peleando son intereses de reparto de poder. As¨ª pues, un elemental conflicto de posiciones se encona en la medida en que se disfraza de pelea entre el posibilismo y la radicalizaci¨®n. Esquerra Republicana de Catalunya aspira con fundamento a la presidencia de la Generalitat, pero evita el per¨ªmetro variable por miedo a ser presa de la acusaci¨®n de traici¨®n. Y as¨ª aguanta a la defensiva los envites de Junts per Catalunya, una precaria alianza temerosa de que sin el poder real y simb¨®lico de la presidencia pueda romperse a pedazos. De modo que juegan a especular con la amenaza de la repetici¨®n de elecciones auton¨®micas, que podr¨ªa no ser desde?able por parte de los socialistas catalanes.
Y si nos trasladamos al escenario espa?ol estamos en las mismas. El enorme ruido desencadenado por la convocatoria electoral de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso (la que ha llevado a la Comunidad a su particular procesismo, ¡°Madrid es Espa?a, Espa?a es Madrid¡±) es fundamentalmente un episodio m¨¢s de la lucha de poder dentro de la derecha, que Ayuso pone en marcha en el momento en que ve a Ciudadanos al borde del abismo y, por tanto, v¨ªa libre para consolidar su proyecto de radicalismo conservador (el trumpismo castizo) Ayuso-Vox para reemplazar el descolorido liderazgo de Casado. La paradoja de la confrontaci¨®n es, por tanto, que ahora mismo su eje se ha trasladado a cada lado de la frontera.
Este desajuste es el que hace posible que en plena pandemia se hayan desencadenado las batallas pol¨ªticas de la manera m¨¢s obscena, m¨¢s oportunista. Y sin reparar en las consecuencias. Estamos en un momento decisivo: cuando se avista la salida de la crisis pand¨¦mica y se hace urgente la implantaci¨®n eficaz de un proceso de recuperaci¨®n. Y, sin embargo, el protagonismo se desplaza hacia unas elecciones convocadas estrictamente en funci¨®n de una estrategia de poder: la disputa por la hegemon¨ªa en la derecha. Y no parece que esta elecci¨®n de prioridades vaya a tener castigo. La ciudadan¨ªa tambi¨¦n cuenta. Y no es ajena al statu quo de la confrontaci¨®n que, de alg¨²n modo, valida con su voto. Si, como las encuestas se?alan, Isabel D¨ªaz Ayuso obtuviera un gran resultado, los propios votantes nos colocar¨ªan ante un debate que hasta ahora se hab¨ªa evitado por pudor: en una crisis sanitaria, ?qu¨¦ hay que primar: la salud o la econom¨ªa? Los madrile?os habr¨¢n roto un tab¨².
?Qu¨¦ se necesita para salir de la trampa de la polarizaci¨®n? Alguien con decisi¨®n y coraje para correr el riesgo de romper fronteras, sin miedo al qu¨¦ dir¨¢n. Pero estos personajes son raros en una pol¨ªtica tan clientelar, en la que son escasas las figuras que transmiten la autoridad que emana de la confianza. El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, prodiga las insinuaciones respecto a la cuesti¨®n catalana, pero nunca osa dar el paso.
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