Una sociedad tradicional
Solo como un fatalista matrimonio concertado, se entiende que ERC emplazando a Junts para formar Govern
La pol¨ªtica catalana lleva un tiempo sumida en un fatalismo de permanencias indestructibles. Imag¨ªnenla como una sociedad tradicional con sus constantes y sus costumbres que nadie se atreve a discutir desde el interior mientras, fuera, la vida evoluciona y todas esas pr¨¢cticas ancestrales pasan por extravagantes de puro obsoletas. Una de las constantes de ese tipo de sociedades antiguas es, como saben, el matrimonio concertado. Pues eso, el libre albedr¨ªo en la elecci¨®n de compa?ero de vida no est¨¢ aceptado en el Parlament. A lo que parece. Solo as¨ª, como un fatalista matrimonio concertado, se entiende que, a pesar de lo que se vio este viernes en el debate de investidura de Pere Aragon¨¨s como presidente de la Generalitat, Esquerra Republicana siga emplazando a Junts per Catalunya a buscar un acuerdo de Gobierno.
Por m¨¢s que se esfuercen, y con una paciencia b¨ªblica repasen una vez y otra el intercambio de discursos entre Aragon¨¨s y el portavoz carlista (ya saben, de Carles Puigdemont), Albert Batet, no encontrar¨¢n ni el m¨¢s m¨ªnimo signo de empat¨ªa entre ambos. Ni siquiera el lenguaje utilizado por uno y otro es ya el mismo. Hasta aqu¨ª ha llegado la fractura de aquellos que en 2012 emprendieron conjuntamente el proc¨¦s.
Pere Aragon¨¨s, tras el pacto con la CUP, ha acentuado su discurso social: en la lista de prioridades, las urgencias de la crisis econ¨®mica y el plan de rescate pasan por delante de las reivindicaciones nacionales. No es que Aragon¨¨s olvide la reivindicaci¨®n independentista, pero no ha sido su estandarte fundamental y, adem¨¢s, lo ha despojado de ret¨®rica rom¨¢ntica. Como cita de autoridad, ha elegido esta de Joan Fuster: ¡°Ni vivas, ni himnos ni banderas¡±, y la ha soltado ante los diputados de Junts ataviados todos con una mascarilla amarilla que los uniformaba y les ocultaba la boca torcida por el disgusto (las mascarillas son el nuevo uniforme ideol¨®gico: las amarillas en Junts, la franja rojigualda en Vox¡ la CUP antisistema tambi¨¦n va uniformada, pero con camisetas reivindicativas). Aragon¨¨s tambi¨¦n ha marcado territorio con la lista de pr¨®ceres y mitos nacionales aludidos: fundadores del socialismo democr¨¢tico, dirigentes del catalanismo de izquierdas, incluso anarco-sindicalistas¡Nada que ver con los nombres habituales de Torra. Ni una referencia, por ejemplo, a Prat de la Riba, padre del nacionalismo conservador y presidente de la Mancomunitat. La elipsis es m¨¢s curiosa por cuanto la tesis doctoral de Pere Aragon¨¨s va sobre¡la Mancomunitat. En cambio, en su discurso de investidura cit¨®, atenci¨®n, a Karl Marx, y lo ha terminado con unas palabras del exalcalde socialista de Barcelona y expresidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. Por cierto, como Maragall, y como Pujol, Aragon¨¨s tambi¨¦n es mejor cuando replica que cuando lee discursos.
Total, ?a qu¨¦ parte de la intervenci¨®n del candidato pod¨ªan agarrarse los juntistas (un d¨ªa deberemos consensuar un adjetivo para este partido, si permanece en la pol¨ªtica. Bueno, en las charlas informales, la gente de ERC los sigue llamando ¡°los convergentes¡±). No hubo ning¨²n gui?o para ellos. Batet parec¨ªa desorientado y dolorido, y se trabucaba al repasar los hitos cl¨¢sicos: el mandato del 1-O, el expolio fiscal, el resentimiento porque unos no invistieron a Puigdemont y los otros a Turull¡ Y aunque Batet ya suele trabucarse en sus intervenciones, esta vez estaba especialmente atribulado y combativo con su, por pura tradici¨®n, futuro socio. No est¨¢n c¨®modos los herederos de Pujol cuando no lideran: Batet us¨® el concepto ¡±pressing Junts¡±, y se le notaba descentrado porque esta vez el pressing vaya en sentido contrario.
Total, que no fue m¨¢s suave Junts en su abstenci¨®n que el PSC votando ¡®no¡¯. Al contrario, dir¨ªa que a Salvador Illa le cost¨® encontrar su sitio, porque las exigencias concretas del l¨ªder socialista coincid¨ªan en buena parte con las propuestas que Aragon¨¨s ya hab¨ªa planteado, y el lenguaje, esta vez s¨ª, era muy similar: no dejar a nadie atr¨¢s, las urgencias sociales, no dividir entre catalanes buenos y malos¡ Es m¨¢s, aunque Illa empez¨® su intervenci¨®n enfadado, el juego de r¨¦plicas y contrarr¨¦plicas entre ambos acab¨® con buenas palabras, promesas de acuerdos futuros, y con Illa comprometi¨¦ndose a reactivar la mesa de di¨¢logo y deseando suerte a su contrincante: ¡°Su suerte ser¨¢ la de Catalu?a¡±.
En otro pa¨ªs ¡ªpor ejemplo Espa?a¡ª, una situaci¨®n como la de este viernes permitir¨ªa aventurar una legislatura con geometr¨ªa variable. Pero Catalu?a, vive en esa sociedad r¨ªgida, tradicional y at¨¢vica en la que se nace Montesco y aunque la familia se odie y se acuchille ¡ªmetaf¨®ricamente¡ª, jam¨¢s de los jamases se casar¨¢ uno con un Capuleto.
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