Vuelve la primavera
De los Estados Unidos de Joe Biden al Reino Unido de Boris Johnson, entre los gobiernos se est¨¢ imponiendo un nuevo consenso contra la austeridad y en favor del proteccionismo
El final del estado de alarma, elecciones madrile?as y el deadline para formar Gobierno en Catalu?a coinciden este mayo y ya casi se puede notar como la Historia, despu¨¦s del interregno entumecido de la pandemia, termina los estiramientos y se dirige dando saltos hacia la pista, lista para esprintar. El disparo de salida del nuevo orden mundial est¨¢ bien resumido en las disfunciones de la primavera espa?ola. Desde Madrid, el identitarismo del mundo que vendr¨¢, el fin del sue?o de un planeta sin guerras culturales que deb¨ªa converger en un mercado universal libre y equitativo para todos. Desde Catalu?a, el desplazamiento del debate independentista hacia el reparto de los fondos europeos, que es el ¨²nico contenido no ret¨®rico de la negociaci¨®n entre Junts y Esquerra, se?ala la nueva apuesta keynesiana de las ¨¦lites para apaciguar el descontento de los perdedores.
No hay paternalismo estatal m¨¢s fuerte que el que se cuece en el palco del estadio de f¨²tbol del Bernab¨¦uNo hay paternalismo estatal m¨¢s fuerte que el que se cuece en el palco del estadio de f¨²tbol del Bernab¨¦u
De los EE UU de Joe Biden al Reino Unido de Boris Johnson, se est¨¢ imponiendo un nuevo consenso contra la austeridad y en favor del proteccionismo. Ya todos los gobiernos se basan en make los nuestros great again. Los movimientos de protesta tuvieron una ventana oportunidad contra el establishment a causa del debilitamiento de los gobiernos, que hab¨ªan cedido demasiado poder a l¨®gicas econ¨®micas globales. Pero la pandemia ha reforzado a los estados-naci¨®n, que imprimir¨¢n billetes para evitar que esto vuelva a producir. Con una mano, autoritarismo suave de base identitaria, con la otra, keynesianismo; pol¨ªticas econ¨®micas ¡°de izquierdas¡± y valores culturales ¡°de derechas¡± mezclados en un tiempo en que las viejas categor¨ªas ya no sirven.
?No ser¨ªa el ayusismo la prueba de que el modelo neoliberal resiste? Claro que no: la libertad madrile?a no tiene nada que ver con los discursos anarcocapitalista que los Chicago Boys hac¨ªan en los noventa. La fantas¨ªa de m¨¢s cervecita, menos impuestos y trickle down economics depende enteramente del poder pol¨ªtico que hiperregula el Estado a golpe de BOE. En la jungla artificial espa?ola, quien muere y quien vive es decidido por criterios de inter¨¦s nacional que no tienen nada que ver con la racionalidad econ¨®mica. El ¡°libre¡± mercado de Ayuso se aguanta sobre victorias militares y culturales que permiten que Espa?a funcione como un estado jacobino en el que el centro es una aspiradora de la riqueza posible de la periferia. No hay paternalismo estatal m¨¢s fuerte que el que se cuece en el palco del Bernab¨¦u. El neoliberalismo madrile?o necesita ser primer madrile?o para poder darse despu¨¦s el lujo de ser neoliberalismo.
El independentismo catal¨¢n intent¨® revitalizar la democracia poniendo la voluntad popular en el centroEl independentismo catal¨¢n intent¨® revitalizar la democracia poniendo la voluntad popular en el centro
Mientras tanto, en Catalu?a el aplazamiento sine die de la independencia depende de que los fondos de recuperaci¨®n europeos hagan correr los r¨ªos de miel en la jauja postpand¨¦mica. Como tantos otros movimientos de respuesta ante la quiebra del orden neoliberal encapsulada en la Gran Recesi¨®n de 2008, el independentismo intent¨® revitalizar la democracia poniendo la voluntad popular en el centro. El objetivo era obligar Europa a ser fiel a sus discursos. Se demostr¨® todo lo contrario: tras el desaf¨ªo, las naciones europeas siguieron con la real politik de siempre y las ¨¦lites catalanas prefirieron el sometimiento al conflicto. La renuncia de los partidos independentistas a mantener el pulso con el Estado y la redirecci¨®n de sus votantes hacia la protesta meramente simb¨®lica y el neoautonomismo, refrendado con la victoria de estos partidos en sucesivas elecciones, confirma que las clases medias catalanas, al igual que las espa?olas y europeas, no est¨¢n dispuesta a jugarse la cartera por los derechos que dec¨ªan defender.
El auge del identitarismo madrile?o y la pacificaci¨®n por v¨ªas keynesianas de los catalanes derrotados resumen el signo de los tiempos. Esta primavera, Occidente se despierta del sue?o de Francis Fukuyama. Los estados-naci¨®n han demostrado que pueden controlar a sus poblaciones gracias a lealtades m¨¢s fuertes que los principios liberal-democr¨¢ticos, y la globalizaci¨®n se parte en bloques estancos sin ¨¢rbitros democr¨¢ticos. En el anterior per¨ªodo turbocapitalista, el sistema acab¨® estallando por causa de la subordinaci¨®n de los estados en los mercados. En el nuevo orden que empieza a caminar, puede que los estados occidentales se entreguen a nuevas formas de autoritarismo sutil, que se reformen a s¨ª mismos con hegemon¨ªas emancipadoras que hoy por hoy no se ven por ning¨²n lado, o que los perdedores del trato se resistan a desaparecer y luchen como no lo hicieron en la anterior ventana de oportunidad. De momento, har¨¢ calor, se abrir¨¢n los restaurantes, correr¨¢n los billetes impresos, y no pensaremos en todas estas contradicciones.
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