Historia de dos derrotas
La relaci¨®n entre la literatura catalana y la castellana escrita en Barcelona no responde al esquema de vencedores y vencidos. Un escritor como Mars¨¦ se ve¨ªa obligado a dar rodeos para decir lo que quer¨ªa decir
La publicaci¨®n en lengua catalana de Aquesta puta tan distingida (Club Editor) y de L¡¯Aleph (Fl?neur) es una noticia de primera. Si algo ha hecho aflorar el proc¨¦s es que el biling¨¹ismo fluido es un supuesto un tanto ad¨¢mico, y que muchas personas prefieren por motivos pr¨¢cticos, pol¨ªticos o familiares leer siempre que les sea posible en una de las dos lenguas. No se trata tampoco de la traducci¨®n m¨¢s o menos rutinaria de un best seller de temporada, sino de la incorporaci¨®n de dos cl¨¢sicos perdurables del siglo XX: las miniaturas metaf¨ªsicas de Borges y las clarividentes y amargas aventis de Mars¨¦; ganancias para la lengua catalana (como lo fueron antes para el ingl¨¦s, el portugu¨¦s o el alem¨¢n), que adquiere as¨ª formas in¨¦ditas de la expresi¨®n y de la imaginaci¨®n, de las que dispondr¨¢n los escritores del futuro. Ante t¨®picos como el de leer siempre al autor en su idioma original conviene recuperar la acertada provocaci¨®n de Milan Kundera: se pierde muy poco leyendo una buena traducci¨®n en prosa, y gana much¨ªsimo el caudal literario incorporando a grandes autores a su propia tradici¨®n.
Si algo ha hecho aflorar el proc¨¦s es que el biling¨¹ismo fluido es un supuesto un tanto ad¨¢micoSi algo ha hecho aflorar el proc¨¦s es que el biling¨¹ismo fluido es un supuesto un tanto ad¨¢mico
La traducci¨®n de la novela de Mars¨¦ presenta intereses peculiares. La literatura catalana est¨¢ constituida por obras escritas en catal¨¢n, pero el idioma es un ente vivo y social (?qu¨¦ lector contempor¨¢neo se adentra en March o en Cervantes sin un buen equipaje de notas?) y establece relaciones hist¨®ricas, de proximidad, inspiraci¨®n o dependencia con secciones de otras literaturas. No se puede entender la poes¨ªa japonesa sin atender la china de la que se desprende, incorporando algunos de sus prop¨®sitos y estrategias; ?c¨®mo adscribir las novelas de Saul Bellow a la ¡°literatura inglesa¡± sin tener en cuenta la tradici¨®n yiddish?; y nada menos que Edward Said se?alaba la conveniencia que los estudiantes indios continuaran leyendo a Kipling y Conrad, autores que si bien escrib¨ªan en la lengua colonizadora eran tambi¨¦n los modelos literarios con los que los j¨®venes novelistas indios aspiraban a competir. La historia pol¨ªtica y social abre en el territorio de las literaturas ¡°nacionales¡± vertientes poco transitadas, secundarias, retorcidas, incluso perversas, v¨ªnculos que se imponen (salvo que el estudioso sea lo bastante quisquilloso para considerar la literatura como un jard¨ªn de las buenas letras, sin ninguna relaci¨®n con el mundo de los hechos a los que trata de dar r¨¦plica imaginativa) como un reto insoslayable.
El idioma es un ente vivo y social y establece relaciones hist¨®ricas, de proximidad, inspiraci¨®n o dependenciaEl idioma es un ente vivo y social y establece relaciones hist¨®ricas, de proximidad, inspiraci¨®n o dependencia
La lectura contrastada de Mars¨¦ (como la de Gil de Biedma o las nunca celebradas como tocar¨ªa memorias de Barral) con otros autores catalanes de su tiempo es interesante en la medida que ofrece una mirada desde otro idioma sobre la misma materia. Un contraste que incrementa su valor si consideramos que la relaci¨®n entre las dos literaturas (la catalana y la castellana escrita en Barcelona) no responde al esquema de vencedores y vencidos. La particularidad de la Guerra Civil y de la posguerra espa?ola es que Rodoreda y Barral, Sales y Mars¨¦, todos escriben desde la derrota. Que las dos derrotas coincidan, pero de ninguna forma sean equiparables contribuye a realzar el inter¨¦s literario y humano del contraste. Los principales escritores en lengua castellana fueron asesinados, exiliados, censurados durante cuatro d¨¦cadas e invadidos por oleadas de prosa ¡°oficial¡±: empalagosa y cursi, que dej¨® encharcadas de vacuidad e inservibles secciones enteras del idioma. Un escritor como Mars¨¦ se ve¨ªa obligado a dar grandes rodeos para decir lo que quer¨ªa decir, a riesgo que la presi¨®n de la censura fuera ablandando su expresi¨®n y su impulso cr¨ªtico y vital.
A los derrotados catalanes se les neg¨® incluso el triste recurso de la evasi¨®n; el desalojo del catal¨¢n de las instituciones, de la escuela y de la vida oficial supuso que se rompiera la continuidad con la tradici¨®n, que cayeran en el olvido secciones enteras de expresi¨®n literaria, y que no llegaran a desarrollarse las propias de esos 40 a?os; ausencias que incluso cegadas presionan el idioma como fantasmas, como cuando olvidamos una palabra que sabemos que existe precisamente porque el vac¨ªo emite se?ales que tendr¨ªa que estar all¨ª. Al convertir Mars¨¦ Aquesta puta tan distingida en un viaje por la mente de un testimonio sin memoria, met¨¢fora de la recuperaci¨®n de un tiempo sepultado por las versiones falsas del franquismo, el contraste entre las dos derrotas se vuelve m¨¢s elocuente, de un inter¨¦s extremo. All¨ª donde Mars¨¦ convoca la miseria y la hipocres¨ªa de la doble expresi¨®n, Mart¨ª Sales (el traductor) se ve obligado a inventar o exhumar expresiones amputadas. La disimulaci¨®n y la negaci¨®n. Una historia de dos derrotas. Cr¨¦anme, este libro se lee mejor en catal¨¢n.
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