Decisiones dif¨ªciles
Una pregunta interesante es cu¨¢l fue la actitud del Partido Conservador brit¨¢nico ante el Acuerdo del Viernes Santo, con su liberaci¨®n acelerada de presos incluida. Aplic¨® su sentido de Estado: no se opuso
Sin duda, en el mundo de la resoluci¨®n de conflictos el Acuerdo del Viernes Santo de 1998, que puso fin a los troubles en Irlanda del Norte, es uno de los hitos m¨¢s destacados. La trascendencia de ese acuerdo sigue vigente casi un cuarto de siglo despu¨¦s. En la cumbre del G-7 de este fin de semana le preguntaron al primer ministro brit¨¢nico, Boris Johnson, si el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, le hab¨ªa exigido algo concreto respecto a Irlanda del Norte, a la vista del riesgo que entra?an para la paz y la estabilidad de la regi¨®n los rifirrafes entre el Reino Unido y la UE respecto a la frontera norirlandesa. Johnson neg¨® cualquier exigencia por parte de Biden, pero a?adi¨® una reflexi¨®n elocuente: ¡°si en algo estamos de acuerdo Estados Unidos, el Reino Unido y la UE es en nuestra voluntad de proteger el Acuerdo del Viernes Santo¡±.
El Acuerdo del Viernes Santo pasar¨¢ a la historia como la gran haza?a del antiguo primer ministro brit¨¢nico Tony Blair. Despu¨¦s de d¨¦cadas de violentos enfrentamientos, los firmantes reconoc¨ªan que las diferencias sustanciales entre sus aspiraciones pol¨ªticas eran ¡°igualmente leg¨ªtimas¡± y a pesar de esas diferencias manifestaban su empe?o en trabajar por todos los medios hacia la reconciliaci¨®n y el acercamiento dentro del marco de acuerdos democr¨¢ticos y consensuados. En ese escenario de reconciliaci¨®n, una de las partes m¨¢s delicadas del acuerdo era la que se titulaba ¡°presos¡±. En ella, los gobiernos del Reino Unido y de Irlanda se compromet¨ªan a establecer mecanismos para facilitar un ¡°programa acelerado¡± para la liberaci¨®n de presos (republicanos o unionistas) condenados por delitos tipificados en Irlanda del Norte.
Una pregunta interesante es cu¨¢l fue la actitud del Partido Conservador brit¨¢nico ante el Acuerdo del Viernes Santo, con su liberaci¨®n acelerada de presos incluida. Los conservadores aplicaron su sentido de Estado: no se opusieron. Jam¨¢s se les ocurri¨® montar manifestaciones en Trafalgar Square para sugerir la dimisi¨®n de Blair. Y en la campa?a para las siguientes elecciones legislativas (2001) los conservadores tampoco utilizaron el acuerdo como arma electoral. (Conviene recordar que en esos comicios Blair revalid¨® su mayor¨ªa absoluta, con el 41% de los votos y 412 de los 659 esca?os en juego.)
Los conservadores no solo no se opusieron al Acuerdo del Viernes Santo, sino que es probable que contribuyeran a crear el escenario que lo hizo posible. En un antiguo art¨ªculo publicado en Political Studies, el profesor Brendan O¡¯Leary, de la London School of Economics, sostuvo que entre 1979 y 1997 (gobiernos de Margaret Thatcher y John Major), los conservadores experimentaron un proceso de policy learning que transform¨® su definici¨®n y comprensi¨®n del conflicto norirland¨¦s. En esos 18 a?os terminaron por reconocer que el conflicto fundamental era entre nacionalismos rivales y no ten¨ªa su fundamento en conflictos religiosos (cat¨®licos contra protestantes) o de otro tipo. Una vez comprendida la naturaleza del conflicto, los conservadores llegaron a la conclusi¨®n de que, en ¨²ltima instancia, la ¡°integraci¨®n¡± de Irlanda del Norte al Reino Unido, aunque fuese la opci¨®n preferida de la militancia, era irrealizable.
Siguiendo a O¡¯Leary, podr¨ªamos decir que los conservadores vinieron a reconocer lo que el Acuerdo del Viernes Santo traslad¨® al papel: que una soluci¨®n pol¨ªtica del conflicto requer¨ªa que unionistas y nacionalistas irlandeses fuesen obligados, en su propio inter¨¦s, a ¡°abrevarse en el pozo de las concesiones institucionales¡± drink at the well of institutional concessions).
Lo que dijo Johnson en la cumbre del G-7 no fue una ocurrencia marca de la casa, sino una expresi¨®n de realismo pol¨ªtico. Actualmente, el Gobierno brit¨¢nico est¨¢ trabajando para cerrar los flecos del acuerdo que los ¨²ltimos gobiernos laboristas dejaron sin resolver. Lo dijo sutilmente la Reina en su discurso al Parlamento del pasado 11 de mayo: en el caso de Irlanda del Norte, ¡°se propondr¨¢n medidas para abordar el legado del pasado¡±. El mayor fleco es el de los llamados on-the-runs, los implicados en los troubles que no pudieron salir de la c¨¢rcel en 1998 por la simple raz¨®n de que eran fugitivos. Un caso c¨¦lebre es el de Liam Averill, condenado a cadena perpetua por haber asesinado a tiros a dos personas, que en 1997 logr¨® fugarse de la prisi¨®n de alta seguridad de Maze disfrazado de mujer. M¨¢s pronto que tarde, alg¨²n ministro conservador dir¨¢ lo que dijo el laborista David Hanson en 2005 cuando el Gobierno brit¨¢nico intentaba zanjar el perd¨®n para los fugitivos: ¡°a veces es necesario tomar decisiones dif¨ªciles en aras de afianzar los beneficios de la paz¡±.
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