El reencuentro de Junqueras y Puigdemont
Tras cuatro a?os de c¨¢rcel y exilio, los l¨ªderes de los dos partidos independentistas se re¨²nen de nuevo, pero esta vez con la jerarqu¨ªa cambiada. Ahora, el primer partido de la coalici¨®n es ERC
Casi cuatro a?os despu¨¦s, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras van a verse directamente las caras ma?ana, en Waterloo, B¨¦lgica. La ¨²ltima vez que hab¨ªan estado juntos fue durante las jornadas de octubre de 2017 y entonces eran, respectivamente, presidente y vicepresidente del Gobierno de la Generalitat. Esto no es lo ¨²nico que ha cambiado durante su largo tiempo de c¨¢rcel y exilio. Ha cambiado la jerarqu¨ªa entre ellos. Ahora, el primer partido de la coalici¨®n independentista es el de Junqueras, ERC, pero en 2017 lo era el de Puigdemont, que entretanto ha cambiado tambi¨¦n de nombre y no se sabe muy bien de qu¨¦ otras cosas, porque en el camino ha perdido a muchos de los dirigentes de la antigua CiU, su matriz.
Junqueras y Puigdemont no est¨¢n ni en el Parlament ni en el Gobierno de la Generalitat, pero son los jefes efectivos de sus dos respectivos partidos y siguen siendo aliados. De ellos depende en gran medida la creaci¨®n de condiciones para que Catalu?a aproveche la oportunidad que representa el di¨¢logo ofrecido por el presidente del Gobierno espa?ol, Pedro S¨¢nchez. Ellos pueden contribuir a la creaci¨®n y mantenimiento de una atm¨®sfera pol¨ªtica propicia para unas negociaciones que todos saben muy dif¨ªciles.
Uno de los principales obst¨¢culos para este di¨¢logo en ciernes es precisamente la existencia, en ambos lados, de sectores de opini¨®n contrarios a ¨¦l. En las retaguardias de las dos partes que en septiembre van a sentarse en la mesa abundan los partidarios de ganar al otro mediante la confrontaci¨®n, no mediante la cesi¨®n. Abundan quienes creen que, en el fondo, la sustancia a negociar es la soberan¨ªa y la conciben como algo indivisible, incompartible e irrenunciable. Abundan quienes no conf¨ªan ni un ¨¢pice en la sinceridad y credibilidad del otro.
Esta es la materia con la que Puigdemont y Junqueras pueden trabajar si quieren contribuir a que Catalu?a salga del laberinto pol¨ªtico. Ah¨ª tienen, s¨ª quieren, mucho trabajo. Lo m¨¢s probable es que, ateniendo a los antecedentes, lo primero para ellos sea la construcci¨®n de una m¨ªnima confianza personal mutua. No ser¨ªa poca cosa. La condici¨®n de perdedores conjuntos en el choque del independentismo contra los gobiernos de Mariano Rajoy durante el periodo 2012-2017 ha mantenido unidos a ERC y Junts. Tanto, por lo menos, como su com¨²n empe?o en mantenerse al frente del Gobierno de la Generalitat. Pero la confianza personal es otra cosa. Es oportuno recordar que, tras ser destituidos por el Gobierno de Rajoy, Puigdemont y Junqueras quedaron en marchar juntos al exilio pero, tras esperarle en vano, el autom¨®vil que deb¨ªa llevarles sali¨® con Puigdemont y sin Junqueras. El exvicepresidente no acudi¨®. Hab¨ªa cambiado de opini¨®n y opt¨® por quedar en manos de la Audiencia Nacional, que le mand¨® a la c¨¢rcel.
Aquel plant¨®n fue uno m¨¢s de los numerosos desencuentros que jalonaban la relaci¨®n entre los jefes de los dos partidos independentistas. Y no solo en los agitados d¨ªas del octubre de 2017, tambi¨¦n en los meses y a?os anteriores. Ahora les separa una posici¨®n distinta sobre un asunto clave en el catalanismo, sea independentista o no: c¨®mo actuar en el escenario pol¨ªtico espa?ol. El partido de Junqueras forma parte junto a otros de la mayor¨ªa parlamentaria progresista gobernante encabezada por el PSOE. El partido de Puigdemont, en cambio, se ha situado enfrente, en la posici¨®n de quienes creen que nada cabe esperar del Gobierno de Espa?a. Aunque en esta ocasi¨®n esto les lleve a coincidir nada menos que con sus adversarios del PP, Ciudadanos y Vox. O sea, son aliados en Catalu?a, pero se enfrentan en Espa?a.
Puigdemont y su partido han negado durante casi dos a?os toda utilidad a la mesa de di¨¢logo, cuya creaci¨®n fue una de las condiciones y los frutos de la negociaci¨®n de Esquerra con el PSOE y Podemos para la formaci¨®n del Gobierno de Pedro S¨¢nchez. Si finalmente Junts la ha aceptado ha sido porque carece de fuerza para hacer que el independentismo retome el unilateralismo. Pero probablemente eso no baste.
Una de las condiciones para el ¨¦xito de cualquier negociaci¨®n es la solidez de las posiciones y los objetivos de cada parte. En esta ocasi¨®n se trata de dos coaliciones de Gobierno. Entre el PSOE y Podemos, por un lado, y entre ERC y Junts por el otro. Lo que Junqueras y Puigdemont debieran conseguir es una nada f¨¢cil unidad de posiciones de los independentistas para las negociaciones con S¨¢nchez, la reuni¨®n de septiembre y su posterior desarrollo.
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