La concordia con el fascismo es fascismo
La sombra del franquismo es alargada. Y sus ecos resuenan todav¨ªa en las instituciones espa?olas. Con estilos y ret¨®ricas varias, los m¨¢s destacados dirigentes del PP tienen en su curr¨ªculum se?ales de comprensi¨®n con ¨¦l
un hecho que a la derecha espa?ola le cuesta mucho soltar amarras del pasado. Fueron muchos a?os y, ciertamente, la sombra del franquismo es alargada. Y sus ecos resuenan todav¨ªa en las instituciones espa?olas. Con estilos, ret¨®ricas y prosopopeyas varias, los m¨¢s destacados dirigentes del PP tienen en su curr¨ªculum se?ales de comprensi¨®n con el pasado, ya sea por v¨ªnculos adquiridos, por convicciones personales o como recursos t¨¢cticos para ganarse a una parte de su electorado que dan por supuesto que sigue habitado por la melancol¨ªa del franquismo. ?Y han pasado cuarenta a?os! Pero cuando se trata de cuestiones que afectan a los valores b¨¢sicos de la democracia, jugar con ellos por tacticismo es peor que una frivolidad: es ponerse al lado de los que siguen cuestionado los valores de la democracia liberal, es decir, de los que vienen resucitando al nacional catolicismo de la cultura fascista.
n respuesta a la ley de memoria hist¨®rica presentada por el Gobierno, el presidente del PP, Pablo Casado, dice que ya tiene preparada una ley de concordia para sustituirla en cuanto llegue al poder. Casado deber¨ªa saber que s¨®lo hay una forma de concordia con el fascismo que es el fascismo. Y que por tanto no hay reconocimiento posible del franquismo en democracia. Al contrario: el franquismo, como todo fascismo, se sit¨²a fuera de los l¨ªmites de lo aceptable y hay que combatirlo. Por si no fuera suficiente, en un debate entre los suyos, Casado no tuvo otra respuesta que instalarse en un rictus de sonrisa, mientras Ignacio Camu?as negaba el golpe de Estado que dio pie a la Guerra Civil. Si no tiene integrada la elemental verdad de la historia sobre el llamado alzamiento nacional, queda claro que Casado todav¨ªa no ha asumido que entre el fascismo (en su versi¨®n franquista, en nuestro caso) y la democracia no hay coexistencia posible. Y precisamente por ello, porque algunos ni quieren que se recuerde lo que paso ni quieren dar el reconocimiento institucional a las v¨ªctimas del franquismo, sigue siendo necesaria, aunque llegue con insoportable retraso, una ley de la memoria, que sit¨²e a la dictadura y sus herederos en su sitio.
Nunca ser¨¢ anecd¨®tico un comportamiento de este tipo en un partido que se proclama democr¨¢ticoNunca ser¨¢ anecd¨®tico un comportamiento de este tipo en un partido que se proclama democr¨¢tico
Si a estas alturas el PP todav¨ªa no ha sido capaz de arrastrar a la parte m¨¢s recalcitrante de su electorado a la cultura democr¨¢tica probablemente tenga mucho que ver con las concesiones que sistem¨¢ticamente han hecho a sus voceros y por la falta de convicci¨®n en la cr¨ªtica del franquismo y la denuncia del fascismo. De hecho, Pablo Casado, que parec¨ªa que pretend¨ªa ser la cara liberal de la derecha, no ha dudado en coquetear con el discurso de la extrema derecha y en asumir sus exigencias restrictivas en materia de derechos individuales cuando Vox se lo ha exigido para apoyarle. Nunca ser¨¢ anecd¨®tico un comportamiento de este tipo en un partido que se proclama democr¨¢tico. Pero menos todav¨ªa en una coyuntura de radicalizaci¨®n de la derecha en Europa y en la que hemos visto los devastadores efectos del fascismo digital en Estados Unidos, donde Trump lleg¨® a las puertas del golpe de Estado, en un deterioro sin precedentes de la funci¨®n presidencial y el republicanismo sigue siendo incapaz de negarle.
Sin pudor, alguno el PP se desmarc¨® de la votaci¨®n contra Orban en el Parlamento europeo. ?Qu¨¦ har¨¢ ante el nuevo desaf¨ªo del presidente h¨²ngaro? Con su refer¨¦ndum hom¨®fobo Orban se ha salido por completo del marco de valores de la democracia europea. ?Hasta d¨®nde le seguir¨¢ Casado?
Casado, que pretendr¨ªa ser la cara liberal, no ha dudado en coquetear con el discurso de la extrema derecha<CW16>Casado, que pretendr¨ªa ser la cara liberal, no ha dudado en coquetear con el discurso de la extrema derecha
Todos conocemos la filosof¨ªa espont¨¢nea del pol¨ªtico: ganar es lo ¨²nico que importa. Casado ve como el Gobierno aguanta a pesar de todo y sabe que si no gana en la pr¨®xima dif¨ªcilmente tendr¨¢ segunda oportunidad. Ser¨ªa triste que fuera verdad que a estas alturas para hacer el pleno de la derecha sea necesario buscar la concordia con el franquismo. Pero sea c¨¢lculo, frivolidad o convicci¨®n la actitud de Casado (como el de la derecha reaccionaria en general) interpela a las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas: ?Por qu¨¦ hay sectores de las clases populares que en momentos de angustia y de dificultad prefieren refugiarse en las falsas promesas del patritotismo facistoide y buscar culpables en el despliegue de las fobias con las que, en expresi¨®n de Santiago Alba Rico, ¡°el asco se extiende cada d¨ªa a nuevos cuerpos?¡± Es la pregunta que la izquierda ha de responder si quiere aclarar su futuro. Y no contribuir al ascenso del autoritarismo postdemocr¨¢tico.
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