Cuando la alegr¨ªa es imbatible
Oques Grasses regala dos conciertos plet¨®ricos en el Estadio Ol¨ªmpico
Las sillas olvidadas a las primeras de cambio, convertidas en un engorro olvidable. El p¨²blico en pie, saltando desmadejadamente, los brazos en el aire, las posaderas botando, la sonrisa evidente bajo la mascarilla, los ojos chispeando. Era justo el comienzo del concierto y parec¨ªa el final, cuando el ¨¦xtasis ya no puede ir m¨¢s all¨¢. As¨ª es el comienzo de las actuaciones de los artistas en estado de gracia, as¨ª fue el arranque del primero de los dos conciertos que ofrecen este s¨¢bado Oques Grasses en el Estadio Ol¨ªmpico de Barcelona dentro del Share Festival. Escenario en el centro del recinto, encarado hacia la tribuna, sobre el que los siete m¨²sicos ve¨ªan c¨®mo su m¨²sica azotaba con su alegr¨ªa a las 2.000 personas que cuando son¨® Sta guai celebraron que la m¨²sica puede hacerlo olvidar todo. Incluso una pandemia que tapa las sonrisas, aunque sin poder evitarlas.
M¨¢s datos para abonar el estado de gracia de la banda de Osona, la variedad de su p¨²blico. Camisetas que no se lavaban desde que Bob Marley muri¨® junto a algod¨®n bien planchado, ni?os, bastantes, muchos de ellos en edad de decidir que all¨ª deb¨ªan estar, j¨®venes sin etiquetas, j¨®venes de insultante juventud, ellos y ellas enloqueciendo con estos m¨²sicos a los que comenzaron a aplaudir al salir de uno de los goles en direcci¨®n al escenario, antes de iniciarse la actuaci¨®n. Cuando est¨¢s en gracia todo hace gracia, todo se aplaude tal es la emoci¨®n y tales son los deseos de compartir alegr¨ªa. Y la alegr¨ªa es una de las razones que hacen de Oques un grupo en ascenso gracias a sus dos ¨²ltimos dos discos. Sus canciones, sin olvidar un trasfondo ideol¨®gico y reivindicativo, marcan oce¨¢nica distancia con la reivindicaci¨®n rancia que se cree necesaria s¨®lo por estar justificada. As¨ª canciones como Bancals, con el p¨²blico a¨²n en pie a la media hora de actuaci¨®n, engarza frases de aparente ingenuidad que rubrican la esperanza por alcanzar mundos m¨¢s humanos. Y, como ¨²ltimo recurso de este tema, secundado por toda la asistencia, un ¡°a la merda tot!¡± coreado como un eslogan m¨¢s necesario hoy que nunca.
Y como acompa?ante de tanta alegr¨ªa y de reivindicaciones s¨®lo en apariencia pueriles, un sonido compacto que nada en un gazpacho de estilos donde conviven la m¨²sica latina en todos sus p¨¢lpitos, reggae y pop con un cosido que no hace ascos a la electr¨®nica. La inclusi¨®n de metales insufla el empuje de arrebatadora charanga contempor¨¢nea y la voz aguda de Josep Montero remata una oferta imbatible. Es el nuevo paso de lo que hace a?os se llam¨® sonido mestizo y que ahora, cuando la m¨²sica est¨¢ m¨¢s mezclada que nunca, sigue siendo un importante eje creativo en el que Oques se prefiguran como una de las bandas m¨¢s interesantes del panorama, junto con Joan Garriga.
Para redondear su oferta, resulta que Oques son un grupo que crece en directo. Pierde algo de definici¨®n su trabajo de estudio, pero ganan el empuje y la potencia de una banda capaz de implicar en sus di¨¢logos con el p¨²blico hasta a un agente de seguridad, como hicieron en John Brown. As¨ª las cosas, bailar no es negociable, s¨®lo inevitable, una consecuencia l¨®gica de sonidos familiares, buenas melod¨ªas, frases para la esperanza, esp¨ªritu de m¨²sica popular y una mirada al mundo en el que ni todas las nubes pueden con el sol. Aunque llueva, como en algunas fases del concierto de ayer, en el que nadie se sent¨®.
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